Las fotos del turbulento matrimonio de Liz Taylor y Richard Burton o las de Charlton Heston con su esposa Lydia Clarke quedaron para la historia.
Ahora se muestran en una exposición.
Marcello Mastroianni y Sophia Loren fotografiados por Rino Barillari.
El cineasta Federico Fellini decía que Rino Barillari es el rey de los paparazis, le llamaba "the King", porque era el único que conseguía estar en todas partes.
El director de la mítica película La Dolce vita que acabó dando nombre a toda una época dorada del cine, con epicentro en Roma, también fue quien acuñó el término paparazzo
por primera vez, bautizando así a uno de los personajes de la cinta, un
peculiar reportero gráfico.
Un periodo histórico y una profesión que
Barillari ha inmortalizado como nadie.
Él mismo lo resume así: “Paparazzo
es la tercera palabra en italiano más conocida en el mundo, después de
pizza y Ferrari”.
Por delante de su objetivo han pasado reyes,
políticos, artistas, actores, pontífices y todo tipo de personajes de
crónica rosa.
El pasado viernes se estrenó en Roma una exposición en el
museo Maxxi, titulada The king of Paparazzi, que recoge lo mejor de su trayectoria.
Un resumen perfecto de la Italia reciente y del mundo cambiante de las celebridades.
En sus instantáneas cabe una época entera en la que la capital italiana, sus estudios de Cinecittà y su emblemática vía Veneto se convirtieron en centro neurálgico del cine y firmamento en el que recalaban las estrellas de todo el mundo. “Todo ha cambiado radicalmente, cualquiera puede hacer una fotografía con un teléfono y ahora prima la inmediatez. Además, los propios personajes crean sus noticias y se queman rápidamente”, explica a este periódico a las puertas de la muestra en la que sus imágenes brillan en oscuridad de una sala sin apenas iluminación. Cada dos frases algún visitante le interrumpe para felicitarle. “Has contado realmente toda nuestra historia”, le dice una señora.
. Es solo una herida de guerra más.
Para Barillari, la suya ha sido una profesión de riesgo.
Él mismo lo relata: 163 visitas a Urgencias, 11 costillas rotas y 76 cámaras fotográficas jubiladas intentando cazar la fotografía perfecta.
Además de algún que otro bolsazo, patadas y golpes varios.
En más de una ocasión se convirtió en blanco de la ira de celebridades a las que no le gustó que las pillaran con las manos en la masa.
El actor irlandés Peter O’Toole, el legendario Lawrence de Arabia, le lanzó la cámara a la cabeza en 1964, cuando lo pilló ebrio y en compañía de una de sus amantes, la también actriz Barbara Steele. Barillari era menor de edad y su padre presentó una denuncia que terminó en una indemnización millonaria. “Después me pidió perdón”, dice.
La había pillado de la mano con un joven amante poco después de su boda.
“Por fortuna ahora existen los teleobjetivos y ya no se hacen esas fotos desde tan cerca”, apunta.
La diva Ava Gardner le dio una patada cuando la cazó con su compañero en la película La Cabaña, Walter Chiari.
La modelo Vatussa Vitta le propinó un bolsazo después de que la sorprendiera con el actor y míster universo Mickey Hargitay, entonces marido de la artista Jayne Mansfield.
Sus fotos del emblemático y turbulento matrimonio de Liz Taylor y Richard Burton o las de Charlton Heston con su mujer Lydia Clarke en las terrazas romanas llenaron portadas en su época y quedaron para la historia.
También lo hizo la instantánea del bailarín Rudolf Nureyev y Robert Kennedy, de quien se dijo que podrían haber sido pareja, paseando juntos en la vía Condotti en 1961.
Otra de sus fotografías para la posteridad la protagoniza la actriz francesa Irina Demick, que acostumbraba a pasearse con un leopardo, sentada en una terraza de la vía Veneto con el animal.
“Lo hacía para que hablaran de ella. Los divos de antes eran maestros de esto”, cuenta.
A los 14 años dejó su casa para buscarse un camino en Roma. Allí gastó todos sus ahorros en su primera cámara: una Comet Bencini de segunda mano.
Con el tiempo se convirtió en un sabueso omnipresente e incansable, que trabajaba día y noche.
Y fue evolucionando. “A finales de los años sesenta, yo era más joven que el resto de colegas. Eso me hizo intuir antes el cambio que se avecinaba en la sociedad.
Más allá de las fotos que me pedían sobre divos y mundanidad, empecé a fotografiar lo que consideraba necesario documentar”.
En sus fotografías también están las últimas décadas de historia italiana como el atentado de Fiumicino y el de la mafia siciliana contra el juez Paolo Borsellino, el asesinato del político Aldo Moro o la epidemia de heroína, siempre con una mirada particular.
Su imagen predilecta es la del Papa Juan Pablo II jugando a la petanca.
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