Varios estudios exploran la existencia en pacientes de un tipo de célula tumoral poco estudiado que puede facilitar la expansión del cáncer.
Científicos de EE UU han descubierto un nuevo tipo de
células humanas del cáncer que pueden contribuir a la metástasis, la
expansión de un tumor primario a otros órganos del cuerpo que causa
nueve de cada 10 muertes por cáncer.
La metástasis sigue
siendo un fenómeno difícil de combatir.
Aún no se entiende del todo
cómo las células cancerosas de un tumor primario ganan la capacidad de
desprenderse, viajar hasta un nuevo órgano y generar allí otro tumor a
pesar de la constante vigilancia del sistema inmune.
Una vieja teoría
formulada a principios del siglo pasado mantiene que las células del
tumor primario se funden con glóbulos blancos de la sangre para formar
híbridos —mitad célula sana, mitad cancerosa— capaces de llegar a otros
órganos sin hacer saltar las alarmas.
La fusión entre células sanas es un proceso fundamental
para la vida y muy estudiada, como la unión entre un espermatozoide y un
óvulo para crear un embrión.
En cambio, el reverso oscuro de la fusión
celular en la expansión del cáncer ha sido muy poco explorado, en parte
por la dificultad de estudiarlo en humanos.
La forma conocida de demostrar que una célula tumoral
humana es un híbrido es estudiando la sangre de mujeres que recibieron
un trasplante de médula ósea de un hombre.
En 2013, un equipo de la
Universidad de Yale y el Laboratorio de ADN de la Policía de Denver
detectó el primer caso de fusión celular en una persona.
Se trataba de
una mujer que había recibido médula de un hombre. La prueba definitiva
era que los híbridos hallados en el tumor cerebral que sufría tenían un
cromosoma
Y que solo llevan los hombres, es decir, algunas de las
células sanguíneas de los donantes se habían fusionado con células
tumorales de la paciente y habían contribuido a una metástasis cerebral a
partir de un melanoma en la piel. En 2017 el mismo equipo detectó un
segundo caso.
“Es un fenómeno fascinante. Un mecanismo adicional de expansión del cáncer más allá de la acumulación de mutaciones genéticas”
Un estudio publicado esta semana ha demostrado que la
fusión entre macrófagos, un tipo de células del sistema inmune, y
células del cáncer de tejido epitelial, del tipo que recubre los órganos
y también el interior de los vasos sanguíneos, sucede de forma
espontánea en pacientes con tumores de páncreas y ha demostrado que los
híbridos celulares cancerosos hacen que los tumores generen metástasis,
crezcan más rápido y tengan un peor pronóstico.
Primero, el trabajo ha demostrado en ratones que las
células híbridas se expanden más rápido por el flujo sanguíneo, crecen
más y generan más metástasis que las células normales del cáncer.
En un
segundo paso, el equipo liderado por Melissa Wong,
de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregón (EE UU), encontró
híbridos celulares en siete pacientes con cáncer de páncreas, renal y de
cabeza y cuello.
Todas habían recibido un trasplante de médula ósea de
hombres. Los investigadores analizaron los tumores de estas pacientes y
en ellas encontraron el cromosoma Y, prueba de la fusión celular. En la
sangre de una de esas pacientes con cáncer de páncreas los
investigadores encontraron que los híbridos son el tipo de célula
tumoral predominante y que su número es mayor cuanto más avanzada está
la enfermedad.
Los híbridos constituyen “una nueva población de células
tumorales presentes en el flujo sanguíneo que había sido poco explorada
hasta ahora y que se habían excluido de los análisis rutinarios”, resalta el estudio, publicado en Science Advances.
Al fundirse con células sanas, las células del cáncer epiteliales
—estáticas por naturaleza— ganan la movilidad que caracteriza a los
glóbulos blancos que viajan por el flujo sanguíneo.
La unión también
funciona como un cambio de identidad que permite que las células
malignas parezcan inofensivos glóbulos blancos y no sean aniquiladas.
Los investigadores creen que el estudio de estas células puede aclarar
los mecanismos de resistencia tumoral a los fármacos y su recurrencia en
metástasis.
También proponen que estas células híbridas pueden ser
usadas en el diagnóstico del cáncer en análisis de sangre y, en un
futuro, abrir la puerta a nuevos tratamientos.
“Es un fenómeno fascinante. Un mecanismo adicional de expansión del
cáncer más allá del más conocido, que se basa en la acumulación de
mutaciones genéticas”, explica Héctor Peinado, jefe del grupo de
microambiente y metástasis del Centro Nacional de Investigaciones
Oncológicas. “Nosotros vimos fusiones celulares entre médula ósea y
melanoma.
Es un nuevo concepto y aún no sabemos cómo es de común, aunque
nosotros lo vimos en un porcentaje bajo, por lo que probablemente
suceda sólo en un reducido número de pacientes.
Lo que nosotros estamos
viendo es que a lo largo de la evolución de un tumor hay un momento en
que la médula ósea sana colabora a la expansión del cáncer.
Este tipo de
estudios abre una ventana terapéutica.
Los autores mencionan la
posibilidad de atacar a los macrófagos con una droga alternativa a las
actuales, lo que podría ser en un futuro parte de una terapia
combinada”, explica.
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