Tuvo la suerte de que su certificado de nacimiento desapareciera en un
bombardeo sobre su ciudad natal, Hamburgo (Alemania). Cuando el engaño
se volvió insostenible, decidió rebajarlo a tres. Hasta que el diario
sensacionalista Bild publicó su partida de bautismo en 2003 y
la mentira quedó al descubierto.
Según el documento, el director
artístico de Chanel nació el 10 de septiembre de 1933.
Es decir, que el
pasado lunes cumplió 85 años.
Lo hizo sin mayores aspavientos —”odio los
cumpleaños”, ha dicho en mil ocasiones- y con un mensaje claro: pese a
su edad, sigue estando fuera de lugar evocar su jubilación o sucesión al
frente de Chanel, la marca que dirige desde 1983.
¿Quién podría reemplazar al káiser? “Yo soy inmortal. Esa pregunta es innecesaria”, expresó en julio a Paris-Match.
“Hago 12 colecciones al año.
No veo a nadie que pueda hacerlas en mi
lugar, aunque haya muchos que sientan ganas”, añadió.
Pareció el más
rotundo desmentido a los rumores que llevan circulando desde 2016,
cuando Page Six, el sitio web dedicado a celebridades del New York Post,
aseguró que su retirada sería inminente.
“Está cansado y quiere parar”,
añadió poco después su biógrafa Alicia Drake, siempre bien informada en
los círculos de la alta moda.
Las quinielas citaron nombres como Hedi Slimane, Alber Elbaz o el joven Maxime Simoens. Pero no sucedió nada.
“Entre los Wertheimer y yo,
es como entre Fausto y el diablo”, sostiene Lagerfeld sobre su acuerdo
con la familia propietaria de Chanel.
Solo la muerte pondrá fin a su
alianza.
Tampoco parece en peligro su cargo en Fendi, la firma italiana que posee LVMH.
“Nunca hablamos de eso.
El único caso parecido al suyo es el del Papa”,
bromea el presidente del conglomerado del lujo, Bernard Arnault.
Ya
dice el interesado que todos sus contratos son “vitalicios”.
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