El citomegalovirus infecta a 1.960 recién nacidos al año en España, el 0,5% de los embarazos.
“Somos padres de una maravillosa hija de un año y ocho meses, y
estamos esperando nuestra segunda hija.
En una analítica rutinaria ya cercana al tercer trimestre, nos sale un indicador extremadamente alto: citomegalovirus. Mi mujer no quiere alarmarse y se dice: “No voy a mirar por Internet”.
A los cinco minutos, ya está buscando y lo que ve la deja helada: un virus que puede infectar al feto y causar gravísimos daños al bebé.
Según nos vamos informando la preocupación se vuelve indignación. ¿Por qué nadie nos ha avisado?”, se preguntaba hace unos días un lector, Antonio Alonso, en una carta a la directora de este periódico.
“Nos hablan del síndrome de Down, del alcohol, la leche pasteurizada, los gatos, la carne cruda, y del citomegalovirus ni una sola palabra”.
Este padre tiene razón.
El citomegalovirus, emparentado con la varicela y el herpes, es la causa más frecuente de infección congénita en los países desarrollados.
En España no hay datos, pero los cálculos de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica hablan de una prevalencia estimada del 0,5% de los embarazos, por lo que, con los 391.930 nacimientos que hubo en 2017, habría 1.960 infectados, de los cuales 314 tendrían secuelas a largo plazo, como sordera, retraso mental o, en casos extremos, parálisis cerebral.
Y, sin embargo, el virus es un gran desconocido para la sociedad.
“Falta concienciación incluso entre los propios especialistas”, lamenta la médica Anna Goncé,
responsable de la Unidad de Infecciones Perinatales del Hospital Clínic
de Barcelona.
El virus se transmite por fluidos corporales, como la saliva y la orina, y está omnipresente en la población.
El 60% de las mujeres de entre 15 y 24 años ya ha tenido una infección por citomegalovirus y la cifra alcanza el 95% en las mayores de 36 años.
La mayor parte de las personas ni se enteran de que lo tienen.
El problema puede llegar cuando una mujer adquiere el virus durante el embarazo y se lo transmite al bebé.
“No hay que alarmar, porque la gran mayoría de los niños van a nacer sanos y sin secuelas, pero hay que informar a la madre”, tranquiliza el pediatra Fernando Baquero, del Hospital Universitario La Paz, en Madrid. La publicista Inmaculada López, la profesora Elena Fernández y la artista Leticia Zarza se conocieron hace unos meses en la sala de espera de la consulta de Baquero.
Sus tres hijos nacieron entre octubre y noviembre infectados por el citomegalovirus, con síntomas que van desde la disminución de la agudeza auditiva a indicios de lesiones cerebrales.
“Nos dimos cuenta de que a ninguna de las tres nos habían informado del citomegalovirus y pensamos que podíamos cambiar eso”, explica Zarza.
Las tres se intercambiaron los números de teléfono y crearon un grupo de WhatsApp llamado Mamás CMV, por las siglas del citomegalovirus, y con el icono del brazo marcando bíceps. Fue el germen de una asociación del mismo nombre que nacerá jurídicamente en las próximas semanas para concienciar sobre el virus y acompañar a las familias afectadas.
En una analítica rutinaria ya cercana al tercer trimestre, nos sale un indicador extremadamente alto: citomegalovirus. Mi mujer no quiere alarmarse y se dice: “No voy a mirar por Internet”.
A los cinco minutos, ya está buscando y lo que ve la deja helada: un virus que puede infectar al feto y causar gravísimos daños al bebé.
Según nos vamos informando la preocupación se vuelve indignación. ¿Por qué nadie nos ha avisado?”, se preguntaba hace unos días un lector, Antonio Alonso, en una carta a la directora de este periódico.
“Nos hablan del síndrome de Down, del alcohol, la leche pasteurizada, los gatos, la carne cruda, y del citomegalovirus ni una sola palabra”.
Este padre tiene razón.
El citomegalovirus, emparentado con la varicela y el herpes, es la causa más frecuente de infección congénita en los países desarrollados.
En España no hay datos, pero los cálculos de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica hablan de una prevalencia estimada del 0,5% de los embarazos, por lo que, con los 391.930 nacimientos que hubo en 2017, habría 1.960 infectados, de los cuales 314 tendrían secuelas a largo plazo, como sordera, retraso mental o, en casos extremos, parálisis cerebral.
Y, sin embargo, el virus es un gran desconocido para la sociedad.
“Nos hablan del síndrome de Down, del alcohol,
la leche pasteurizada, los gatos, la carne cruda, y del citomegalovirus
ni una sola palabra”, se quejaba un lector
El virus se transmite por fluidos corporales, como la saliva y la orina, y está omnipresente en la población.
El 60% de las mujeres de entre 15 y 24 años ya ha tenido una infección por citomegalovirus y la cifra alcanza el 95% en las mayores de 36 años.
La mayor parte de las personas ni se enteran de que lo tienen.
El problema puede llegar cuando una mujer adquiere el virus durante el embarazo y se lo transmite al bebé.
“No hay que alarmar, porque la gran mayoría de los niños van a nacer sanos y sin secuelas, pero hay que informar a la madre”, tranquiliza el pediatra Fernando Baquero, del Hospital Universitario La Paz, en Madrid. La publicista Inmaculada López, la profesora Elena Fernández y la artista Leticia Zarza se conocieron hace unos meses en la sala de espera de la consulta de Baquero.
Sus tres hijos nacieron entre octubre y noviembre infectados por el citomegalovirus, con síntomas que van desde la disminución de la agudeza auditiva a indicios de lesiones cerebrales.
“Nos dimos cuenta de que a ninguna de las tres nos habían informado del citomegalovirus y pensamos que podíamos cambiar eso”, explica Zarza.
Las tres se intercambiaron los números de teléfono y crearon un grupo de WhatsApp llamado Mamás CMV, por las siglas del citomegalovirus, y con el icono del brazo marcando bíceps. Fue el germen de una asociación del mismo nombre que nacerá jurídicamente en las próximas semanas para concienciar sobre el virus y acompañar a las familias afectadas.
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