Ha pasado de ser representante de Mar Flores y Carmina Ordóñez a personaje estrella de Telecinco, a cambio de vender sus miserias, en medio de una millonaria deuda con Hacienda.
Mientras su exesposa se derrumbaba en la casa de Gran Hermano recordando el día en que se casaron, su hijo le acusaba en el programa Sálvame de ser un monstruo y de haber sido infiel decenas de veces, y él, Kiko Matamoros (Madrid, 1956), concedía una entrevista a una revista del corazón para contar que está abierto al amor.
Un panorama que sitúa al colaborador en el trono de los personajes del universo Telecinco y de parte de la prensa rosa. Matamoros no es un simple superviviente de una peculiar generación de famosos nacida a finales del siglo pasado en programas como Tómbola, Salsa Rosa o Crónicas Marcianas. Controló parte del negocio del papel cuché y ha triunfado rotundamente en televisión, pero también ha pasado por varias crisis y aún sigue pendiente de resolver una deuda millonaria con Hacienda.
Pese a ello, o quizás precisamente por ello, sigue en plena forma a la hora de hacer caja aireando los trapos sucios de su vida, y en esto ni siquiera un lazo paternofilial supone límite alguno.
Hasta los más curtidos en programas como Sálvame han comentado que la entrevista (en formato polígrafo) el sábado pasado a Diego, el único hijo varón de los cinco que tiene Kiko Matamoros, fue de lo más duro que se veía en tiempo.
El presentador, Jorge Javier Vázquez, intentó frenarle, pero él respondió: “Es un monstruo que no conocéis”.
Fue su famosa excuñada la que abrió las puertas de la farándula a Matamoros.
Él fue su representante durante años, aunque desde hace tiempo no se hablan y viven una auténtica guerra de declaraciones en los medios.
Fue su hermano Coto Matamoros el que filtró las fotos del escándalo de la portada de Interviú en la que Mar Flores aparecía en la cama junto al conde Lecquio.
Uno de los mayores hitos de la prensa del corazón y un terremoto que afectó a personalidades como el empresario Fernando Fernández Tapias y Cayetano Martínez de Irujo
Aún así, Kiko tuvo a su representada estrella en Carmina Ordóñez. Junto a ella, Matamoros vivió su época dorada en los platós de Salsa Rosa.
Carmina confesaba en Crónicas Marcianas ante una audiencia millonaria que su exmarido Ernesto Neyra la maltrataba mientras el dinero corría a espuertas y las apariciones en platós se multiplicaban.
El pasado 23 de julio, fecha del 14 aniversario de su fallecimiento, la recordaba en Instagram.
“Catorce años de nostalgia feroz; catorce años decorando tu ausencia con los mejores recuerdos. Te queremos”.
El protagonista terminó siendo él.
Uno más de los
“nuevos famosos” o “colaboradores”, ni periodistas ni artistas, ni de la
nobleza o realeza, pero que acapararon tanta o más popularidad que
ellos.
Catorce años después de la muerte de Carmina, Kiko Matamoros sigue omnipresente en la tele hablando de su vida.
Tras idas y venidas de Sálvame, finalmente ha renovado esta temporada con un papel de “defensor de la audiencia”.
Otro de sus grandes problemas es que ha vuelto a aparecer en la última lista de morosos de Hacienda con una deuda de algo más de un millón de euros.
Necesita ingresar dinero y ha negociado su entrada en varios realities,
pero no ha conseguido la cifra deseada, que normalmente oscila entre
6.000 y 25.000 euros semanales.
Con tal perspectiva, el futuro más
inminente para él pasa por rentabilizar al máximo su divorcio y el
conflicto con su hijo.
El tren en el que viaja Kiko Matamoros es de los
que no para.
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