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Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
1 jul 2018
El descenso a los infiernos de Heather Locklear........... Rocío Ayuso
Estrella
de los 90, la actriz vive marcada por sus violentos episodios
relacionados con las drogas, el alcohol y los desórdenes psicológicos.
Heather Locklear, en 1991.ABC Photo ArchivesABC via Getty Images
Antes de que Emilia Clarke sorprendiera con sus dragones en Juego de Tronos. Antes de que Elisabeth Moss y su The Handmaid’s Tale
fueran lo más comentado de la televisión. Antes de que Krysten Ritter
llegara pisando fuerte con su Jessica Jones en la pequeña pantalla. Antes que todas ellas estaba Heather Locklear. Fue “el amuleto de la
suerte” del legendario productor televisivo Aaron Spelling. La actriz
que todo lo hacía bien y convertía las series que tocaba en oro, ya
fuera en Dinastia, Melrose Place o incluso a su paso por esa comedia que intentó salvar titulada Loca Alcaldía (Spin City). Pero esos eran los 90. La década en la que esa rubia platino llamada
Heather Locklear se convirtió en la reina de la pantalla. La malvada, la
admirada, la más guapa, la más dura, el modelo de mujer que muchas
querrían ser en aquel entonces y con la que muchos soñaban.
Pero
queda muy poco de aquella la actriz y modelo que ahora tiene 56 años y
está envuelta en muchos problemas.
Locklear está ingresada en un
hospital de Los Ángeles tras una supuesta sobredosis.
El incidente tuvo
lugar el lunes cuando una ambulancia acudió a su residencia en Thousand
Oaks, en el valle de Los Angeles (EEUU), atendiendo a una llamada de
urgencia.
Apenas habían pasado unas horas desde que la famosa Amanda
Woodward de Melrose Place había sido puesta en libertad bajo fianza tras ser detenida por golpear a un policía
y a un paramédico que habían acudido a su residencia el pasado domingo
respondiendo a dos llamadas de urgencia.
Lo que allí se habían
encontrado era una actriz “extremadamente intoxicada y nada
cooperativa”, explicó a los medios un portavoz de la oficina del sheriff.
Un retrato de la actriz demasiado común en el último año. La policía también acudió a su casa el pasado febrero por una disputa
doméstica, cuando fue retenida de manera involuntaria en un psiquiátrico
ante el riesgo de un posible suicidio. También se recomendó entonces su
paso por una clínica de desintoxicación. Imágenes todas ellas que tienen muy poco que ver con esa Locklear que, al menos en la pantalla, podía con todo.
La foto policial de Heather Locklear del pasado día 24.HandoutGetty Images
En sus siete años en el 4616 de Melrose Place, la dirección más
conocida de Los Ángeles en los 90, Amanda pudo con todo: explosiones,
secuestros, seducciones, matrimonios, incluso intentos de asesinato. Era
la mala de una serie a la que echó la sal y la pimienta y que abrió
paso a lo que luego serían otros episódicos que empoderaron a la mujer
como Friends o Sexo en la ciudad. Para entonces Locklear sabía mucho de supervivencia tras sus años en Dinastía
(1981 al 1989) como Sammy Jo Carrington, la inocente sobrina de la
familia que sabía cómo manejárselas en ese nido de víboras. Y aunque su
futuro en las manos de Spelling parecía marcado, Lockler siempre mantuvo
una disposición sonriente y abierta a cambiar la dirección. “Conmigo
las cosas cambian de un día a otro”, declaró. El cambio artístico nunca llegó a materializarse. Heather Locklear se
quedó en el recuerdo como icono de los tiempos pasados con pequeños
papeles en otras series o intentos de resucitar la nostalgia. Locklear siempre fue alabada por su ética profesional, huyendo de los
escándalos que hoy la persiguen. Incluso su supuesta relación en la
década de los 80 con un entonces jovencísimo Tom Cruise no dio que
hablar. “No es de señoritas hablar de pasados amoríos”, dijo al ser
preguntada sobre esta posible relación. Se casó en 1986 con el rockero Tommy Lee, de los Motley Crue, cuando
ambos estaban en la cima de sus carreras. Y en 1994 con el guitarrista
de Bon Jovi Richie Sambora, con quien tuvo una hija. Su segundo divorcio fue sonado y hace una década Locklear comenzó a dar
muestras de un comportamiento errático. Queda la duda de si su fama fue
una trampa para ella, presa fácil de una nueva era de paparazis y redes
sociales. También se fueron alternando los diagnósticos de ansiedad y
depresión con las detenciones por conducir bajo los efectos del alcohol o
sus ingresos en urgencias por la supuesta ingestión de barbitúricos. Un
complicado diagnóstico para la que fue en su día la novia de la
televisión y que ahora espera a ser dada de alta en un hospital de Los
Ángeles.
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