El manager del músico plantea la posibilidad de suspender el resto de la gira tras la afonía que le llevó a no terminar su concierto en la capital.
Misma ciudad, mismo escenario, mismo aforo completo, misma expectación y misma espantá.
En la noche del sábado, Joaquín Sabina volvió a abandonar un concierto en el WinZik Center de Madrid, tal y como sucedió hace cuatro años ante la sorpresa de todos.
Aquella vez “una indisposición”, según se informó, le obligó a salir por la puerta de atrás antes de acometer los bises mientras que el pasado sábado fue “una afonía” lo que precipitó su marcha forzada cuando quedaban tres canciones del repertorio más los bises.
“Se quedó sin voz. Al llegar al backstage, dijo: ‘No puedo continuar’.
Y se fue”, cuenta a este periódico su manager, Berry Navarro.
El músico se fue a su casa y allí sigue sin querer hacer declaraciones.
Su manager reconoce que no ha podido hablar todavía con él y plantea la posibilidad de suspender el resto de la gira si no mejora: “Tenemos que decidir si continuamos. Nos ha pillado con la pata levantada y no podríamos vernos en otra igual.
No podemos tener esa angustia vital con los conciertos que quedan por hacer”.
A Sabina le quedan cuatro actuaciones antes de poner fin a esta gira de Lo niego todo: el 21 de junio en A Coruña, el 30 en Córdoba, el 7 de julio en Albacete y el 14 de julio en Granada. Precisamente, el siguiente concierto en el Coliseum de A Coruña fue el que tuvo que suspender en abril a consecuencia de un trombo en una pierna, ahora ya superado.
No fue la única cancelación.
Durante esta gira ya suspendió por diversos problemas de salud dos conciertos en México y tres en Canarias.
Con todo, su manager quiere que no se enciendan las alarmas: “Él está bien. Ha hecho una gran gira y no se ha quejado.
Hemos pasado con éxito incluso por Latinoamérica”. (Y yo lo quiero ver en las Islas Canarias, concretamente en el lugar de la Isla que el prefiera y seguro que no le pasará nada)
En la noche del sábado, Sabina, micrófono en mano y con 69 años a sus espaldas, llegó a afirmar que “envejecer es una puta mierda” y recordó que “en esta gira interminable” había estado recorriendo pasillos de “sórdidos hospitales”.
También reconoció que no estaba siendo un buen concierto porque “hay días en los que se cruzan los cables del corazón y la garganta”. Visiblemente inquieto, tocándose repetidamente los brazos y la garganta, el músico jiennense había estado actuando cerca de una hora y 40 minutos cuando al encarar la canción Y sin embargo dejó que el público la corease.
Algo habitual con cada uno de sus clásicos convirtiendo sus conciertos en karaokes multitudinarios.
Pero en esta ocasión ninguno de los más de 17.000 espectadores, que repetían con los ojos cerrados ese estribillo de irse “por los tejados como un gato sin dueño”, pudieron imaginar la escena que aconteció ante su mirada incrédula: Sabina dejó la guitarra, se levantó y se fue del escenario a mitad de la canción.
No volvió más, aunque muchos desearon que saliese a despedirse y otros, como hace cuatro años, hablaron de ataque de pánico. ç “Le pudieron los nervios y la emoción. Es muy sensible con tocar en Madrid. Es algo que todo el mundo sabe y los que le conocemos sabemos que lo lleva muy dentro”, explica su manager
Parece que le puede el miedo a que le falle el corazón.
Como sucede en determinados pasajes de los conciertos de esta gira, la banda siguió tocando con Sabina ausente en el escenario.
El guitarrista Pancho Varona, mano derecha del autor de Y nos dieron las diez, cogió el micrófono para decir: “Joaquín se ha quedado mudo y no puede seguir”.
No sin resignación, la gente siguió la noticia con un aplauso comprensivo.
A diferencia del sábado, el músico solventó con buenas críticas los otros cuatro conciertos que ha dado en Madrid durante esta gira.
En la noche del sábado, Joaquín Sabina volvió a abandonar un concierto en el WinZik Center de Madrid, tal y como sucedió hace cuatro años ante la sorpresa de todos.
Aquella vez “una indisposición”, según se informó, le obligó a salir por la puerta de atrás antes de acometer los bises mientras que el pasado sábado fue “una afonía” lo que precipitó su marcha forzada cuando quedaban tres canciones del repertorio más los bises.
“Se quedó sin voz. Al llegar al backstage, dijo: ‘No puedo continuar’.
Y se fue”, cuenta a este periódico su manager, Berry Navarro.
El músico se fue a su casa y allí sigue sin querer hacer declaraciones.
Su manager reconoce que no ha podido hablar todavía con él y plantea la posibilidad de suspender el resto de la gira si no mejora: “Tenemos que decidir si continuamos. Nos ha pillado con la pata levantada y no podríamos vernos en otra igual.
No podemos tener esa angustia vital con los conciertos que quedan por hacer”.
A Sabina le quedan cuatro actuaciones antes de poner fin a esta gira de Lo niego todo: el 21 de junio en A Coruña, el 30 en Córdoba, el 7 de julio en Albacete y el 14 de julio en Granada. Precisamente, el siguiente concierto en el Coliseum de A Coruña fue el que tuvo que suspender en abril a consecuencia de un trombo en una pierna, ahora ya superado.
No fue la única cancelación.
Durante esta gira ya suspendió por diversos problemas de salud dos conciertos en México y tres en Canarias.
Con todo, su manager quiere que no se enciendan las alarmas: “Él está bien. Ha hecho una gran gira y no se ha quejado.
Hemos pasado con éxito incluso por Latinoamérica”. (Y yo lo quiero ver en las Islas Canarias, concretamente en el lugar de la Isla que el prefiera y seguro que no le pasará nada)
En la noche del sábado, Sabina, micrófono en mano y con 69 años a sus espaldas, llegó a afirmar que “envejecer es una puta mierda” y recordó que “en esta gira interminable” había estado recorriendo pasillos de “sórdidos hospitales”.
También reconoció que no estaba siendo un buen concierto porque “hay días en los que se cruzan los cables del corazón y la garganta”. Visiblemente inquieto, tocándose repetidamente los brazos y la garganta, el músico jiennense había estado actuando cerca de una hora y 40 minutos cuando al encarar la canción Y sin embargo dejó que el público la corease.
Algo habitual con cada uno de sus clásicos convirtiendo sus conciertos en karaokes multitudinarios.
Pero en esta ocasión ninguno de los más de 17.000 espectadores, que repetían con los ojos cerrados ese estribillo de irse “por los tejados como un gato sin dueño”, pudieron imaginar la escena que aconteció ante su mirada incrédula: Sabina dejó la guitarra, se levantó y se fue del escenario a mitad de la canción.
No volvió más, aunque muchos desearon que saliese a despedirse y otros, como hace cuatro años, hablaron de ataque de pánico. ç “Le pudieron los nervios y la emoción. Es muy sensible con tocar en Madrid. Es algo que todo el mundo sabe y los que le conocemos sabemos que lo lleva muy dentro”, explica su manager
Parece que le puede el miedo a que le falle el corazón.
Como sucede en determinados pasajes de los conciertos de esta gira, la banda siguió tocando con Sabina ausente en el escenario.
El guitarrista Pancho Varona, mano derecha del autor de Y nos dieron las diez, cogió el micrófono para decir: “Joaquín se ha quedado mudo y no puede seguir”.
No sin resignación, la gente siguió la noticia con un aplauso comprensivo.
A diferencia del sábado, el músico solventó con buenas críticas los otros cuatro conciertos que ha dado en Madrid durante esta gira.
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