Sánchez pospuso la destitución del ministro de Cultura para no perturbar
su reunión con sindicatos y patronal.
Nunca tuvo opciones Màxim Huerta, escritor y periodista, de mantener
la cartera de Cultura y Deportes más allá de los seis días que la había
llevado.
El presidente del Gobierno supo de la información que iba a publicar elconfidencial.com la noche anterior, el 12 de junio.
Pedro Sánchez, economista de formación, se alarmó inmediatamente al conocer que el problema que Huerta había tenido con Hacienda le ponía de inmediato fuera de la primera línea de la política.
Una infracción fiscal, incluso ya saldada, no es compatible con estar en el Consejo de Ministros.
Todo lo que ocurrió durante el día, hasta que a las 19.00 del miércoles Màxim Huerta anunció su dimisión, entre la amargura, la rabia y la denuncia, no cambió un ápice el desenlace.
Huerta iba a ser sustituido y antes del mediodía ya estaba decidido que su sustituto era el gestor cultural, José Guirao Cabrera.
Pero el guion siguió su curso.
La noticia saltó y el todavía titular de Cultura se puso en contacto con el presidente del Gobierno para darle explicaciones de sus avatares con Hacienda.
En ningún momento el jefe de Gobierno dijo al afectado que no había ningún problema y que con sus explicaciones todo quedaba zanjado, según aseguran fuentes conocedoras de los hechos.
Pero desde el entorno del presidente sí se le pidió que diera explicaciones en los medios de comunicación.
A las 9.45 el todavía ministro de Cultura empezó la ronda en Onda Cero y siguió con la Cadena Ser.
La escucha atenta de sus declaraciones deja a la vista que nunca sostuvo que el presidente había aceptado sus explicaciones: es él quien manifiesta que ha tranquilizado a La Moncloa porque no hay nada reprochable.
“Nunca le dio esperanzas”, aseguran las fuentes consultadas.
Su punto de vista no era el del presidente.
La tributación a través de una sociedad cuando se trata de una persona física, y no jurídica, no es asumible para Sánchez, que ha sido muy crítico con quienes incurren en esas prácticas.
Además, los expertos, que en las últimas horas se han referido a esa forma de tributación, explican que siempre fue irregular y no solo cuando Hacienda “cambió de criterio” y no permitió que cientos de creadores, periodistas y artistas utilizaran la fórmula de crear una sociedad para pagar menos.
Mientras Huerta hacía declaraciones, en La Moncloa se pensaba en su sustituto, aunque desde media mañana el candidato preferido era José Guirao Cabrera, gestor cultural, exdirector del Museo Reina, de Casa Encendida y otros ámbitos culturales de prestigio.
¿Por qué el presidente del Gobierno no cortó antes las expectativas que pudieron crearse en la opinión pública respecto a que Huerta se mantendría?
La reunión a media mañana que tenía programada en La Moncloa con los agentes sociales era para él de la máxima relevancia.
A toda costa se quiso evitar que la dimisión de Huerta interfiriera en el primer encuentro del jefe de Gobierno con la patronal y los sindicatos.
En su entorno le aconsejaron que Huerta retrasara la comunicación de su dimisión hasta avanzada la tarde, como así hizo.
Mientras Sánchez, junto a la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, se reunía con los presidentes de la CEOE y de Cepyme, Juan Rosell y Antonio Garamendi, y los secretarios generales de UGT y CC OO, José Álvarez y Unai Sordo, en su equipo se ponían en contacto con Guirao.
El ruido fuera era ensordecedor.
Los dirigentes del PP y de Unidos Podemos pedían la dimisión del ministro, pero esperaban que aguantara para poner el foco en Pedro Sánchez, según el análisis de La Moncloa.
El presidente del Gobierno supo de la información que iba a publicar elconfidencial.com la noche anterior, el 12 de junio.
Pedro Sánchez, economista de formación, se alarmó inmediatamente al conocer que el problema que Huerta había tenido con Hacienda le ponía de inmediato fuera de la primera línea de la política.
Una infracción fiscal, incluso ya saldada, no es compatible con estar en el Consejo de Ministros.
Todo lo que ocurrió durante el día, hasta que a las 19.00 del miércoles Màxim Huerta anunció su dimisión, entre la amargura, la rabia y la denuncia, no cambió un ápice el desenlace.
Huerta iba a ser sustituido y antes del mediodía ya estaba decidido que su sustituto era el gestor cultural, José Guirao Cabrera.
Pero el guion siguió su curso.
La noticia saltó y el todavía titular de Cultura se puso en contacto con el presidente del Gobierno para darle explicaciones de sus avatares con Hacienda.
En ningún momento el jefe de Gobierno dijo al afectado que no había ningún problema y que con sus explicaciones todo quedaba zanjado, según aseguran fuentes conocedoras de los hechos.
Pero desde el entorno del presidente sí se le pidió que diera explicaciones en los medios de comunicación.
A las 9.45 el todavía ministro de Cultura empezó la ronda en Onda Cero y siguió con la Cadena Ser.
La escucha atenta de sus declaraciones deja a la vista que nunca sostuvo que el presidente había aceptado sus explicaciones: es él quien manifiesta que ha tranquilizado a La Moncloa porque no hay nada reprochable.
“Nunca le dio esperanzas”, aseguran las fuentes consultadas.
Su punto de vista no era el del presidente.
La tributación a través de una sociedad cuando se trata de una persona física, y no jurídica, no es asumible para Sánchez, que ha sido muy crítico con quienes incurren en esas prácticas.
Además, los expertos, que en las últimas horas se han referido a esa forma de tributación, explican que siempre fue irregular y no solo cuando Hacienda “cambió de criterio” y no permitió que cientos de creadores, periodistas y artistas utilizaran la fórmula de crear una sociedad para pagar menos.
Mientras Huerta hacía declaraciones, en La Moncloa se pensaba en su sustituto, aunque desde media mañana el candidato preferido era José Guirao Cabrera, gestor cultural, exdirector del Museo Reina, de Casa Encendida y otros ámbitos culturales de prestigio.
Cita con el sustituto
A primera hora de la tarde, este almeriense experto en arte, estaba ya en Moncloa cara a cara con el presidente del Gobierno, señalan las fuentes consultadas.¿Por qué el presidente del Gobierno no cortó antes las expectativas que pudieron crearse en la opinión pública respecto a que Huerta se mantendría?
La reunión a media mañana que tenía programada en La Moncloa con los agentes sociales era para él de la máxima relevancia.
A toda costa se quiso evitar que la dimisión de Huerta interfiriera en el primer encuentro del jefe de Gobierno con la patronal y los sindicatos.
En su entorno le aconsejaron que Huerta retrasara la comunicación de su dimisión hasta avanzada la tarde, como así hizo.
Mientras Sánchez, junto a la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, se reunía con los presidentes de la CEOE y de Cepyme, Juan Rosell y Antonio Garamendi, y los secretarios generales de UGT y CC OO, José Álvarez y Unai Sordo, en su equipo se ponían en contacto con Guirao.
El ruido fuera era ensordecedor.
Los dirigentes del PP y de Unidos Podemos pedían la dimisión del ministro, pero esperaban que aguantara para poner el foco en Pedro Sánchez, según el análisis de La Moncloa.
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