Diez años después de la muerte del modisto, su sobrina publica un libro donde revela la violación de su madre.
El día que murió Yves Saint Laurent, el 1 de junio de 2008,
su sobrina, la escritora Marianne Vic, prefirió no acudir al funeral
celebrado en la iglesia parisina de Saint-Roch.
“Estaba demasiado
apenada. Perdía a una figura paterna, por extraño que parezca.
Pese a su
propio sufrimiento, siempre se ocupó de mí”, explica sobre su tío, que
también fue su padrino.
Hoy ha regresado a ese mismo lugar para rendirle
homenaje, diez años después de su muerte, y leyó en su memoria unas
líneas que, en su día, le dedicó Marguerite Duras.
Fue una forma de
cerrar un círculo.
De la misma voluntad surge su último libro, Rien de ce qui est humain n'est honteux(Nada
de lo que es humano es vergonzoso), recientemente publicado en Francia,
donde Vic revela un secreto familiar que cree que devoró a Saint
Laurent: la violación de la que fue víctima su madre a manos de su
padrastro.
En este libro de prosa cortante, Vic se esfuerza en desmontar la mitología que ha rodeado desde siempre al modisto, meticulosamente diseñada por Pierre Bergé, su socio y compañero sentimental
durante 50 años.
La figura clave en esta estampa familiar es esa
matriarca llamada Lucienne, que además fue hija de una violación
distinta: la que sufrió su madre poco después de casarse con un banquero
en la Argelia colonial.
Para evitar que la acelerada ascensión social
de la familia se viera frenada, Lucienne fue confiada a una nodriza al
nacer y pasó los cinco primeros años de su vida en un hogar de acogida.
sEl día que murió Yves Saint Laurent, el 1 de junio de 2008,
su sobrina, la escritora Marianne Vic, prefirió no acudir al funeral
celebrado en la iglesia parisina de Saint-Roch.
“Estaba demasiado apenada. Perdía a una figura paterna, por extraño que parezca.
Pese a su propio sufrimiento, siempre se ocupó de mí”, explica sobre su tío, que también fue su padrino.
Hoy ha regresado a ese mismo lugar para rendirle homenaje, diez años después de su muerte, y leyó en su memoria unas líneas que, en su día, le dedicó Marguerite Duras. Fue una forma de cerrar un círculo. De la misma voluntad surge su último libro, Rien de ce qui est humain n'est honteux(Nada de lo que es humano es vergonzoso), recientemente publicado en Francia, donde Vic revela un secreto familiar que cree que devoró a Saint Laurent: la violación de la que fue víctima su madre a manos de su padrastro.
La autora terminó entendiendo que los consideraba “demasiado frágiles para escucharlo”.
Y que los tabúes familiares se suelen romper saltándose una generación.
Aun así, está convencida de que su tío sabía que algo no cuadraba en el relato oficial.
“Un secreto de familia siempre es un veneno. Sea cual sea, te devora por dentro. Un niño siempre logra percibir estas cosas”, sostiene.
La autora terminó entendiendo que los consideraba “demasiado frágiles para escucharlo”.
Y que los tabúes familiares se suelen romper saltándose una generación.
Aun así, está convencida de que su tío sabía que algo no cuadraba en el relato oficial.
“Un secreto de familia siempre es un veneno. Sea cual sea, te devora por dentro. Un niño siempre logra percibir estas cosas”, sostiene.
“Borró todo lo que no le gustaba de sus orígenes, su acento, su manera de hablar y sus costumbres”, afirma Vic.
“Mi abuela se terminó convirtiendo en una mujer vestida de alta costura y calzada con tacón alto, que llevaba medias oscuras hasta en verano.
Pero siempre es difícil hacer desaparecer del todo lo que te constituye…”. A Vic le ha costado 16 años romper el silencio.
Ha esperado a que murieran su tío, su abuela y su madre, Brigitte, con quien Saint Laurent tuvo una relación complicada, para sentirse capaz de contar la historia.
“No quería transmitir esta herencia a mis hijos”, se justifica. En 2016, informó sobre este proyecto literario a Bergé, el guardián del templo.
Asegura que le dio su visto bueno.
Y también que añadió la siguiente frase: “En el fondo, eres la única de la familia que ha encontrado una salida”.
“Estaba demasiado apenada. Perdía a una figura paterna, por extraño que parezca.
Pese a su propio sufrimiento, siempre se ocupó de mí”, explica sobre su tío, que también fue su padrino.
Hoy ha regresado a ese mismo lugar para rendirle homenaje, diez años después de su muerte, y leyó en su memoria unas líneas que, en su día, le dedicó Marguerite Duras. Fue una forma de cerrar un círculo. De la misma voluntad surge su último libro, Rien de ce qui est humain n'est honteux(Nada de lo que es humano es vergonzoso), recientemente publicado en Francia, donde Vic revela un secreto familiar que cree que devoró a Saint Laurent: la violación de la que fue víctima su madre a manos de su padrastro.
La autora terminó entendiendo que los consideraba “demasiado frágiles para escucharlo”.
Y que los tabúes familiares se suelen romper saltándose una generación.
Aun así, está convencida de que su tío sabía que algo no cuadraba en el relato oficial.
“Un secreto de familia siempre es un veneno. Sea cual sea, te devora por dentro. Un niño siempre logra percibir estas cosas”, sostiene.
La autora terminó entendiendo que los consideraba “demasiado frágiles para escucharlo”.
Y que los tabúes familiares se suelen romper saltándose una generación.
Aun así, está convencida de que su tío sabía que algo no cuadraba en el relato oficial.
“Un secreto de familia siempre es un veneno. Sea cual sea, te devora por dentro. Un niño siempre logra percibir estas cosas”, sostiene.
“Borró todo lo que no le gustaba de sus orígenes, su acento, su manera de hablar y sus costumbres”, afirma Vic.
“Mi abuela se terminó convirtiendo en una mujer vestida de alta costura y calzada con tacón alto, que llevaba medias oscuras hasta en verano.
Pero siempre es difícil hacer desaparecer del todo lo que te constituye…”. A Vic le ha costado 16 años romper el silencio.
Ha esperado a que murieran su tío, su abuela y su madre, Brigitte, con quien Saint Laurent tuvo una relación complicada, para sentirse capaz de contar la historia.
“No quería transmitir esta herencia a mis hijos”, se justifica. En 2016, informó sobre este proyecto literario a Bergé, el guardián del templo.
Asegura que le dio su visto bueno.
Y también que añadió la siguiente frase: “En el fondo, eres la única de la familia que ha encontrado una salida”.
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