Del “¿qué ponen esta noche?” al “¿qué vemos esta noche?”. En los nuevos
hábitos de consumo televisivo, el espectador elabora su propia parrilla. La nueva tele, en ‘streaming’ o bajo demanda, ya está aquí. Y el
negocio es gigantesco. Relato en primera persona de una teleadicta.Suena el despertador antes de lo habitual. ES LUNES y ya hay disponible un nuevo capítulo de Juego de tronos. El gran fenómeno televisivo de esta era se emite de forma simultánea en buena parte del planeta Tierra y los spoilers campan a sus anchas
por las redes sociales. Antes incluso de encender el móvil, veo el
capítulo y escribo mis impresiones en el blog. En Twitter ya tengo tres
mensajes sobre el episodio. En el camino al trabajo, empiezo un capítulo
de una serie de Netflix descargada en el móvil. El metro llega a la
estación antes de que haya terminado. En la redacción, los compañeros
huyen como si fuera una apestada: “¡No cuentes nada! ¡No spoilers!”. Arranca un nuevo día para una teleadicta en el siglo XXI.Ya no se ve la televisión como hace 20 años. Ni siquiera como hace cinco. El espectador no solo tiene el control del
mando para elegir qué ver entre una oferta cada vez mayor, ahora
también puede construirse una parrilla a su medida y no depender de los
horarios que deciden los canales, de programas que terminan de madrugada
o, en algunos casos, de esperar una semana para ver el siguiente
capítulo. El espectador lo quiere todo y lo quiere ya, es decir, lo
quiere cuando y como él decida. Ni siquiera necesita estar sentado ante
el televisor para ver sus programas favoritos. El electrodoméstico en
torno al que se reunían las familias comparte espacio con tabletas, smartphones
y ordenadores. El salón de casa se ha sustituido en muchas ocasiones
por la cama, el metro o la sala de espera del médico. Los canales
tradicionales tienen en las plataformas de televisión en streaming
y bajo demanda a nuevos competidores (y posibles aliados) en una
batalla por atraer al espectador en la que nadie quiere faltar.Ni siquiera compañías tecnológicas como Apple, Facebook o Google
quieren quedarse fuera. Pero ¿qué es hoy la televisión: solo lo que se
ve en el televisor o también todo ese contenido que se degusta en otras
pantallas? ¿Si veo Juego de tronos en el móvil no estoy viendo televisión? En poco tiempo, el medio ha cambiado tanto que ya casi ni se reconoce a sí mismo. Según el último panel de hogares de la Comisión Nacional de los
Mercados y la Competencia (CNMC), correspondiente al primer semestre de
2017, 4 de cada 10 españoles ven contenidos audiovisuales online
al menos una vez a la semana, y lo hacen sobre todo a través de
plataformas de vídeo a la carta gratuitas, como YouTube o las de los
canales tradicionales, y de pago.Mientras que Movistar +, el servicio de televisión online de
Telefónica, se mantiene como el que más usuarios suma según este medidor
(2.007.000), destaca la fuerza con la que han entrado en el sector los
internacionales Netflix —en seis meses duplicó su presencia, llegando a
1.163.000 hogares usuarios— o HBO —en sus primeros seis meses de
actividad ya acumulaba 414.000 suscriptores—. No son los únicos. Amazon,
Sky, Rakuten o Filmin también ofrecen contenido televisivo bajo
demanda. El último informe anual de la consultora Barlovento
Comunicación destacaba el sobresaliente incremento de los suscriptores a
los servicios de televisión a la carta en España en 2017. Un 22,5% de
los hogares con acceso a Internet ya está abonado a alguno de ellos,
mientras que seis meses antes ese porcentaje era del 12%.No es la televisión del futuro, sino la del presente. “El público cada
vez tiene menos paciencia. A las nuevas generaciones no les digas que
para ver una serie tienen que esperar a tal hora de tal día”, sostiene
el analista Borja Terán. En Movistar +, el 17% de todo el consumo de
televisión de sus casi cuatro millones de clientes (cifra proporcionada
por la compañía) ya es en diferido. José Manuel Úbeda-Portugués,
responsable de audiencias e investigación de contenido de Movistar, da a
estos datos una gran relevancia al diferenciar entre consumo activo y
pasivo, el que ha buscado y seleccionado el espectador frente al que se
ha encontrado haciendo zapping, elegido por un programador. “El primero
es el que se queda en el ideario de las personas y el que genera más
satisfacción”, asegura Úbeda-Portugués. Netflix desembarcó en España en octubre de 2015. En noviembre de 2016 lo hacía HBO con su plataforma de televisión en streaming. Apenas un mes después era el turno de Amazon Prime Video, mientras que
en septiembre de 2017 aterrizaba la última competidora por el momento,
Sky. Cuatro grandes nombres con presencia internacional que se fijaron
en las oportunidades del mercado de la televisión bajo demanda en
España, donde ya estaban instalados Movistar +, Rakuten y Filmin, además
de las plataformas de las cadenas en abierto. “El negocio en Europa está evolucionando rápidamente, y el desarrollo
de la televisión por Internet está alimentando ese crecimiento”,
asegura Hervé Payan, consejero delegado de HBO Europa. “El modelo
tradicional también está creciendo, pero la televisión online está experimentando un auténtico boom. La posibilidad de elegir dónde y cuándo disfrutar de tu contenido favorito es algo decisivo para que la gente lo contrate”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario