La tensa escena entre doña Letizia y doña Sofía es el mejor retrato de cámara desde 'Las Meninas'.
Se nos ve todo, uno a uno y en conjunto.
El amor y el rencor. La soberbia y los complejos.
El ácido úrico y el hialurónico.
Los ascensos y caídas.
La vida, que es muy perra y muy sublime.
Entre todos los retratos de grupo, me pirra el posado anual de la familia real en Palma.
En esa estampa hemos visto la historia de esa saga y este país en cada píxel.
No es una instantánea, sino una imagen de cara a la galería.
Su fin es escenificar la unidad de la Corona en las caras de sus protagonistas
. Este año era el de la restauración tras una era convulsa.
Cuatro años después de su abdicación, el Rey emérito volvía a posar con los suyos.
Todo ideal de la vida, pero tras el posado oficial, ha emergido la verdadera imagen del día.
La tensa escena entre doña Letizia y doña Sofía es el mejor retrato de cámara desde Las Meninas.
Extraña y no extraña la pérdida de papeles de la reina nuera.
Una siempre hiperproducida profesional de los focos echando a perder un trienio largo de impecable ejercicio del cargo por un desplante gratuito a su suegra.
No hace falta ser perfecta, pero quizá sí más empática.
Ya sabemos que todo es mentira, o que no todo es cierto.
Que los reyes ancianos son una pareja rota que se junta por compromiso.
Que en toda familia se cuecen habas, o brócoli orgánico.
Ya sabemos que llevarse regular con los suegros no es noticia.
Pero sí lo es hacerle un feo a la madre de tu marido y abuela de tus hijas y reina de España antes de que tú fueras esposa y madre y reina consorte a tu debido tiempo.
Si todas las familias del cónyuge son políticas, la suya es la más política del mapa.
Y la política es teatro para adultos.
Hace tiempo que se rompió el hechizo y nadie se cree el cuento.
Ya se sabe que los reyes, no solo de los naipes, están desnudos.
La incógnita es si algún día se romperá la baraja.
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