La infanta Cristina, muy afectada, apenas se deja ver en público.
Mábel Galaz
Allí la infanta Cristina se fijó en Iñaki Urdangarin,
el apuesto jugador de la selección española.
Horas más tarde en una
fiesta del Comité Olímpico Español logró que amigos comunes se lo
presentaran.
El flechazo fue inmediato en ella.
Él tardó algo más de
tiempo en decidirse. Tenía novia y algunas dudas, pero su familia le
ayudó a ver las ventajas de una relación con la hija del entonces Rey de
España.
Ha sido precisamente en otro partido de balonmano, disputado el
pasado 28 de febrero en Suiza, el que enfrentó al Fraikin BM Granollers
con el Wacker Thun en Suiza donde la pareja se ha dejado ver por última
vez.
Actuaron con aparente naturalidad. Bajaron a saludar a los
jugadores y se hicieron fotos.
Pero nada es normal en la familia
Urdangarin-Borbón desde hace siete años.
Entonces estalló el caso Nóos, el que arrolló la vida de quienes todavía eran duques de Palma y zarandeó los cimientos de la familia real española.
Un año después de que la Audiencia Provincial de Palma dictara sentencia de seis años y tres meses
para Urdangarin, la resolución final del proceso judicial se acerca.
La cuenta atrás ha comenzado. El próximo día 21 de marzo Iñaki Urdangarin llegará a Palma de Mallorca para conocer la decisión del Tribunal Supremo tras escuchar los alegatos de la fiscalía y de los abogados de la defensa.
Todo indica que el marido de Cristina de Borbón entrará en prisión.
En este año de espera, la Infanta y su familia se han dejado ver poco en España.
Han estado en Vitoria para ver a la familia de Urdangarin, con quien pasaron la Navidad, y han acudido a Barcelona. Cristina de Borbón para reuniones en La Caixa, donde sigue trabajando, e Iñaki Urdangarin para reunirse con su abogado.
Él hace años que no trabaja, una vez perdió su puesto en Telefónica.
Es la Infanta quien mantiene la economía familiar con la ayuda de sus padres.
También han viajado a España en alguna ocasión para visitar la finca de los Borbón-Dos Sicilias, con quien además de parentesco de primos, les une una gran amistad.
Pero la brecha familiar continúa.
Los Urdangarin-Borbón fueron excluidos de la celebración del 80 cumpleaños de don Juan Carlos y para que así quedara claro y no hubiera lugar a la especulación, la Casa del Rey difundió una foto en la que se demostraba que no habían estado en la fiesta que convocó en el palacio de La Zarzuela a 80 familiares.
En esos días en que se celebraba el cumpleaños de don Juan Carlos, la Infanta, Urdangarin y sus hijos — Juan, Pablo, Miguel e Irene— se hallaban de viaje en Roma.
Hubo turistas que les descubrieron recorriendo las calles de la ciudad y colgaron varias fotos en las redes sociales.
Pero ellos no tenían el propósito de esconderse, todo lo contrario.
Horas después acudían a la basílica de San Pedro para escuchar una misa oficiada por el papa Francisco.
Ocuparon un lugar destacado en el templo, vestidos elegantemente para la ocasión, como si se tratara de un acto oficial a los que acudían antes de que el palacio de La Zarzuela les cerrara las puertas.
Zarzuela no tuvo nada que ver en el trato que recibieron los Urdangarin- Borbón en esa misa.
De hecho, desde el Vaticano se informó de que no hubo privilegios, ni saludo en privado al Pontífice.
Cristina de Borbón y los suyos se han refugiado en la religión cuando se acerca el final de un caso que ya ha marcado su vida.
Desde hace meses se habla del estado de salud de la hermana menor del Rey.
Todas las personas consultadas de su círculo más cercano aseguran que está “destrozada” y algunos hablan de depresión.
La Infanta, de 52 años, es una mujer de fuerte carácter y convicciones.
Desde el primer minuto ha cerrado filas con su marido en una actitud que raya la cabezonería.
Nunca ha admitido que su esposo haya tenido un comportamiento erróneo cuando hacía negocios con Diego Torres.
Por ello ha desoído todos los consejos que su familia le ha dado. Por eso, también, cortó todos los vínculos con los asesores de La Zarzuela.
Se enfrentó a su hermano que la desposeyó del título de duquesa de Palma y se niega a renunciar a sus derechos dinásticos.
Pero el estado de ánimo de la Infanta preocupa mucho a su familia. Por eso don Juan Carlos decidió acompañar a Ginebra a doña Sofía el día del 50 cumpleaños de Iñaki Urdangarin. Es la primera vez que trascendía una visita como esta.
Desde que estalló el caso Nóos la familia real hace equilibrios en el alambre para compaginar las obligaciones que conlleva la Corona con sus sentimientos.
Doña Sofía y la infanta Elena nunca han ocultado su apoyo a doña Cristina.
El Rey emérito tras un gran distanciamiento inicial ha ido retomando la relación con su hija poco a poco.
Es alrededor de Felipe VI donde están puestos todos los cortafuegos.
El palacio de La Zarzuela trabaja para que quede claro que no hay ninguna conexión entre quien fue duquesa de Palma y el Rey.
Pero otra cosa es lo que pase en la intimidad familiar. A todas las personas consultadas conocedoras de la situación les resulta muy difícil creer que no tengan algún tipo de contacto, sobre todo ahora que la salud de doña Cristina está afectada por el proceso.
Cuando Urdangarin entre, como está previsto, en la cárcel donde estará tres años, la Infanta y sus hijos seguirán de momento en Ginebra.
Han sido los más pequeños quienes han dejado claro que quieren seguir allí y terminar sus estudios.
Regresar a España sería muy difícil para todos por la animadversión que provoca su presencia.
Y mudarse a Portugal como estaba previsto ha quedado descartado de momento.
El Agá Khan, que tiene una fundación en Lisboa, tenía prevista la presencia de la hija de su amigo el rey Juan Carlos a partir del verano pasado. Allí la esperaba un trabajo y una casa.
Pero será desde Ginebra donde viaje la esposa de Urdangarin para visitarle en la cárcel.
La cuenta atrás ha comenzado. El próximo día 21 de marzo Iñaki Urdangarin llegará a Palma de Mallorca para conocer la decisión del Tribunal Supremo tras escuchar los alegatos de la fiscalía y de los abogados de la defensa.
Todo indica que el marido de Cristina de Borbón entrará en prisión.
En este año de espera, la Infanta y su familia se han dejado ver poco en España.
Han estado en Vitoria para ver a la familia de Urdangarin, con quien pasaron la Navidad, y han acudido a Barcelona. Cristina de Borbón para reuniones en La Caixa, donde sigue trabajando, e Iñaki Urdangarin para reunirse con su abogado.
Él hace años que no trabaja, una vez perdió su puesto en Telefónica.
Es la Infanta quien mantiene la economía familiar con la ayuda de sus padres.
También han viajado a España en alguna ocasión para visitar la finca de los Borbón-Dos Sicilias, con quien además de parentesco de primos, les une una gran amistad.
Los Urdangarin-Borbón fueron excluidos de la celebración del 80 cumpleaños de don Juan Carlos y para que así quedara claro y no hubiera lugar a la especulación, la Casa del Rey difundió una foto en la que se demostraba que no habían estado en la fiesta que convocó en el palacio de La Zarzuela a 80 familiares.
En esos días en que se celebraba el cumpleaños de don Juan Carlos, la Infanta, Urdangarin y sus hijos — Juan, Pablo, Miguel e Irene— se hallaban de viaje en Roma.
Hubo turistas que les descubrieron recorriendo las calles de la ciudad y colgaron varias fotos en las redes sociales.
Pero ellos no tenían el propósito de esconderse, todo lo contrario.
Horas después acudían a la basílica de San Pedro para escuchar una misa oficiada por el papa Francisco.
Ocuparon un lugar destacado en el templo, vestidos elegantemente para la ocasión, como si se tratara de un acto oficial a los que acudían antes de que el palacio de La Zarzuela les cerrara las puertas.
Zarzuela no tuvo nada que ver en el trato que recibieron los Urdangarin- Borbón en esa misa.
De hecho, desde el Vaticano se informó de que no hubo privilegios, ni saludo en privado al Pontífice.
Cristina de Borbón y los suyos se han refugiado en la religión cuando se acerca el final de un caso que ya ha marcado su vida.
Desde hace meses se habla del estado de salud de la hermana menor del Rey.
Todas las personas consultadas de su círculo más cercano aseguran que está “destrozada” y algunos hablan de depresión.
La Infanta, de 52 años, es una mujer de fuerte carácter y convicciones.
Desde el primer minuto ha cerrado filas con su marido en una actitud que raya la cabezonería.
Nunca ha admitido que su esposo haya tenido un comportamiento erróneo cuando hacía negocios con Diego Torres.
Por ello ha desoído todos los consejos que su familia le ha dado. Por eso, también, cortó todos los vínculos con los asesores de La Zarzuela.
Se enfrentó a su hermano que la desposeyó del título de duquesa de Palma y se niega a renunciar a sus derechos dinásticos.
Pero el estado de ánimo de la Infanta preocupa mucho a su familia. Por eso don Juan Carlos decidió acompañar a Ginebra a doña Sofía el día del 50 cumpleaños de Iñaki Urdangarin. Es la primera vez que trascendía una visita como esta.
Desde que estalló el caso Nóos la familia real hace equilibrios en el alambre para compaginar las obligaciones que conlleva la Corona con sus sentimientos.
Doña Sofía y la infanta Elena nunca han ocultado su apoyo a doña Cristina.
El Rey emérito tras un gran distanciamiento inicial ha ido retomando la relación con su hija poco a poco.
Es alrededor de Felipe VI donde están puestos todos los cortafuegos.
El palacio de La Zarzuela trabaja para que quede claro que no hay ninguna conexión entre quien fue duquesa de Palma y el Rey.
Pero otra cosa es lo que pase en la intimidad familiar. A todas las personas consultadas conocedoras de la situación les resulta muy difícil creer que no tengan algún tipo de contacto, sobre todo ahora que la salud de doña Cristina está afectada por el proceso.
Cuando Urdangarin entre, como está previsto, en la cárcel donde estará tres años, la Infanta y sus hijos seguirán de momento en Ginebra.
Han sido los más pequeños quienes han dejado claro que quieren seguir allí y terminar sus estudios.
Regresar a España sería muy difícil para todos por la animadversión que provoca su presencia.
Y mudarse a Portugal como estaba previsto ha quedado descartado de momento.
El Agá Khan, que tiene una fundación en Lisboa, tenía prevista la presencia de la hija de su amigo el rey Juan Carlos a partir del verano pasado. Allí la esperaba un trabajo y una casa.
Pero será desde Ginebra donde viaje la esposa de Urdangarin para visitarle en la cárcel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario