En proceso de divorcio, con su patrimonio en el aire y con una petición de cárcel, la tenista intenta recomponer relaciones.
Para Arantxa Sánchez Vicario, Miami ha pasado de ser un paraíso, una vía de escape a su guerra familiar y a su exposición pública en España, a convertirse en un mal sueño.
Llegó a la ciudad del sol hace cuatro años con su esposo Josep Santacana y al cabo de dos años empezaron los problemas de pareja.
Desde entonces hasta ahora han vivido separados, en dos barrios distintos, según ha dicho a EL PAÍS una persona cercana a Santacana, y la relación se ha ido deteriorando hasta estallar.
El proceso de divorcio está en marcha en un juzgado de Miami con los dos hijos de la pareja, Arantxa y Leo, de nueve y siete años, en el centro del huracán.
Por fuentes próximas a la familia de la tenista ha trascendido que Santacana ha pedido la custodia de los niños alegando que su madre padece problemas psicológicos que la incapacitan para atenderlos.
A su vez, en un intercambio de golpes, ella ha demandado a Santacana por llevarse parte su patrimonio, incluidos trofeos, y el juez ordenó su devolución la semana pasada.
Desde el entorno de Santacana se ha dicho a este periódico que el marido y exgestor financiero y patrimonial de ella niega que se haya llevado nada.
Este miércoles estaba previsto que se celebrase una nueva audiencia sobre el caso en el tribunal de Miami.
EL PAÍS ha tratado de recabar la versión de los hechos de la tenista, pero no ha recibido respuesta.
La vida de Arantxa en Miami ha sido discreta, centrada en sus hijos y en su trabajo en una academia de tenis o dando clases magistrales particulares a clientes adinerados.
Santacana se ha dedicado a sus actividades empresariales y solía pasar temporadas de trabajo en Barcelona.
Hoy la pareja está destrozada y distintas fuentes próximas a ambos, consultadas por EL PAÍS, coinciden en señalar que la tenista se ha vuelto a acercar a su hermano Emilio, que vive en Florida.
Roto su matrimonio y vuelto enemigo su aliado, Arantxa está recuperando nexo con los suyos, pese a que en 2012, ya casada con Santacana, acusó en su libro ¡Vamos! a sus padres de arruinarla.
La vida de Arantxa en Miami ha sido discreta, centrada en sus hijos y en su trabajo en una academia de tenis o dando clases magistrales particulares a clientes adinerados. Santacana se ha dedicado a sus actividades empresariales y solía pasar temporadas de trabajo en Barcelona. Hoy la pareja está destrozada y distintas fuentes próximas a ambos, consultadas por EL PAÍS, coinciden en señalar que la tenista se ha vuelto a acercar a su hermano Emilio, que vive en Florida. Roto su matrimonio y vuelto enemigo su aliado, Arantxa está recuperando nexo con los suyos, pese a que en 2012, ya casada con Santacana, acusó en su libro ¡Vamos! a sus padres de arruinarla.
La entidad financiera se ha querellado contra la pareja –que está en proceso separación– por los delitos de alzamiento de bienes y fraude
Jesús García. La entidad financiera se ha querellado contra la pareja –que está en proceso separación– por los delitos de alzamiento de bienes y fraude. El titular del juzgado de instrucción número 4 de Barcelona tendrá que decidir si acuerda la medida o la desestima, según fuentes judiciales.
En 2009, el Supremo condenó a Sánchez Vicario a pagar una multa por fraude fiscal que, con los intereses, ascendió a 5,2 millones. Hacienda cobró esa cantidad gracias a un aval del Banco de Sabadell que, a su vez, recuperó el dinero mediante un contraaval suscrito con el Banco de Luxemburgo
. La entidad luxemburguesa cumplió con la garantía y, desde 2010, intenta en vano reclamar las cantidades a la tenista. Esta alega que desconocía su patrimonio porque había sido manejado por su padre. El banco inició entonces un procedimiento civil y la justicia le dio la razón. La cantidad supera la fijada en la sentencia y asciende a los 7,5 millones por los intereses. La entidad, sin embargo, no ha logrado recuperar esta cifra millonaria y ha decidido iniciar un procedimiento penal.
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