15 bares míticos de Madrid........................... Mario Suárez
Ruta por la historia reciente de la ciudad a través de establecimientos que han dejado huella.
El Palentino Dos
cuñados regentan uno de los bares con más solera de Madrid, El
Palentino (Calle del Pez, 8), que ha inspirado al cineasta Álex de la
Iglesia para su película 'El Bar'.
El Palentino Dos
cuñados regentan uno de los bares con más solera de Madrid, El
Palentino (Calle del Pez, 8), que ha inspirado al cineasta Álex de la
Iglesia para su película 'El Bar'.
El Brillante En
1997, Bill y Hillary Clinton acudieron a Madrid por una cumbre de la
OTAN y además de visitar los grandes museos del paseo del Prado entraron
en otro templo de la ciudad, El Brillante (Plaza del Emperador Carlos
V, 8), para comerse un clásico bocata de calamares.
El Doble Situado
en Ponzano, kilómetro cero del tapeo madrileño, El Doble (Ponzano 58)
es un clásico de las cañas bien tiradas en vasos largos de 40
centilitros; “es la mejor medida y hace que se conserve mejor la crema
de la cerveza”, apuntan
El Doble Situado
en Ponzano, kilómetro cero del tapeo madrileño, El Doble (Ponzano 58)
es un clásico de las cañas bien tiradas en vasos largos de 40
centilitros; “es la mejor medida y hace que se conserve mejor la crema
de la cerveza”, apuntan.
Bar Iberia Conocido
como el bar de los taxistas, el bar Iberia (Glorieta de Ruiz Jiménez,
4) es el punto de encuentro y descanso de este gremio desde hace
décadas, pero también ha funcionado para muchos como el primer
'afterhours' de Madrid.
1 El Palentino Dos
cuñados regentan uno de los bares con más solera de Madrid, El
Palentino (Calle del Pez, 8), que ha inspirado al cineasta Álex de la
Iglesia para su película 'El Bar'. Con motivo de su estreno, el próximo
viernes 24 de marzo, el libro 'El Bar, historias y misterios de los
bares míticos de Madrid' (Lunwerg) reúne una selección de veteranos
locales que siguen dejando huella en la vida de los madrileños, como El
Palentino, que vivió la explosión y declive de la movida madrileña y
actualmente vuelve a disfrutar de un momento de fama. Los espejos de las
paredes y su popular fachada de mármol roto y ventanas de aluminio son
solo detalles de lo mucho que esconde este bar abierto en 1942. Javier Sánchez
2 El Brillante En
1997, Bill y Hillary Clinton acudieron a Madrid por una cumbre de la
OTAN y además de visitar los grandes museos del paseo del Prado entraron
en otro templo de la ciudad, El Brillante (Plaza del Emperador Carlos
V, 8), para comerse un clásico bocata de calamares. No hay imágenes del
histórico bocado, pero sí el recuerdo de los camareros. Este local de la
glorieta de Atocha fue abierto en 1961 por Alfredo Rodríguez Villa, un
leonés que llegó a la gran ciudad en 1934 y aprendió el arte de la
fritura en otro símbolo del bocata, El Diamante. Javier Sánchez
3 El Doble Situado
en Ponzano, kilómetro cero del tapeo madrileño, El Doble (Ponzano 58)
es un clásico de las cañas bien tiradas en vasos largos de 40
centilitros; “es la mejor medida y hace que se conserve mejor la crema
de la cerveza”, apuntan. Abierto en 1987 por Román del Puerto, esta
taberna con azulejos de Talavera de la Reina en la fachada es un reducto
de costumbrismo de tapa con pan tostado en el momento, como las de
antes. Recibe a banqueros, deportistas y 'foodies' que empiezan aquí una
ruta de patatas a la inglesa y gambas cocidas. Javier Sánchez
Casa Amadeo. Los Caracoles Amadeo
Lázaro lleva 75 años siendo tabernero y su familia ha inclulcado la
costumbre de comer caracoles en Madrid. Abrió su taberna en 1942 –unos
números más debajo de su actual ubicación actual– y en 1972 se instaló
en la plaza de Cascorro 18, donde los parroquianos son fieles a un guiso
sabroso y de receta secreta, que heredó de su madre. Lázaro continúa
pasando por el bar cada día, hablando con habituales y neófitos en el
sabio consumo de este molusco. Los azulejos geométricos, los detalles
decorativos de los años setenta y la mezcla de público –los domingos de
Rastro está a reventar– son otro atractivo del local. Javier Sánchez
Bar Iberia Conocido
como el bar de los taxistas, el bar Iberia (Glorieta de Ruiz Jiménez,
4) es el punto de encuentro y descanso de este gremio desde hace
décadas, pero también ha funcionado para muchos como el primer
'afterhours' de Madrid. Su horario –21 horas abierto
ininterrumpidamente, aunque hasta hace un par de años no cerraba– ha
hecho que muchos vinieran aquí a pedir la última ronda de la noche o a
desayunar antes de irse a la cama. Desde 1979 lleva formando parte de
todas las rutas crápulas de Madrid. Javier Sánchez
Bodegas Alfaro Cuando
Manuel Alfaro llegó a Madrid desde Soria en 1918 no imaginó que las
bodegas que llevarían su apellido serían parte de la iconografía del
casticismo del siglo XX
1 El Palentino Dos
cuñados regentan uno de los bares con más solera de Madrid, El
Palentino (Calle del Pez, 8), que ha inspirado al cineasta Álex de la
Iglesia para su película 'El Bar'. Con motivo de su estreno, el próximo
viernes 24 de marzo, el libro 'El Bar, historias y misterios de los
bares míticos de Madrid' (Lunwerg) reúne una selección de veteranos
locales que siguen dejando huella en la vida de los madrileños, como El
Palentino, que vivió la explosión y declive de la movida madrileña y
actualmente vuelve a disfrutar de un momento de fama. Los espejos de las
paredes y su popular fachada de mármol roto y ventanas de aluminio son
solo detalles de lo mucho que esconde este bar abierto en 1942. Javier Sánchez
2 El Brillante En
1997, Bill y Hillary Clinton acudieron a Madrid por una cumbre de la
OTAN y además de visitar los grandes museos del paseo del Prado entraron
en otro templo de la ciudad, El Brillante (Plaza del Emperador Carlos
V, 8), para comerse un clásico bocata de calamares. No hay imágenes del
histórico bocado, pero sí el recuerdo de los camareros. Este local de la
glorieta de Atocha fue abierto en 1961 por Alfredo Rodríguez Villa, un
leonés que llegó a la gran ciudad en 1934 y aprendió el arte de la
fritura en otro símbolo del bocata, El Diamante. Javier Sánchez
3 El Doble Situado
en Ponzano, kilómetro cero del tapeo madrileño, El Doble (Ponzano 58)
es un clásico de las cañas bien tiradas en vasos largos de 40
centilitros; “es la mejor medida y hace que se conserve mejor la crema
de la cerveza”, apuntan. Abierto en 1987 por Román del Puerto, esta
taberna con azulejos de Talavera de la Reina en la fachada es un reducto
de costumbrismo de tapa con pan tostado en el momento, como las de
antes. Recibe a banqueros, deportistas y 'foodies' que empiezan aquí una
ruta de patatas a la inglesa y gambas cocidas. Javier Sánchez
4 Casa Amadeo. Los Caracoles Amadeo
Lázaro lleva 75 años siendo tabernero y su familia ha inclulcado la
costumbre de comer caracoles en Madrid. Abrió su taberna en 1942 –unos
números más debajo de su actual ubicación actual– y en 1972 se instaló
en la plaza de Cascorro 18, donde los parroquianos son fieles a un guiso
sabroso y de receta secreta, que heredó de su madre. Lázaro continúa
pasando por el bar cada día, hablando con habituales y neófitos en el
sabio consumo de este molusco. Los azulejos geométricos, los detalles
decorativos de los años setenta y la mezcla de público –los domingos de
Rastro está a reventar– son otro atractivo del local. Javier Sánchez
5 Bar Iberia Conocido
como el bar de los taxistas, el bar Iberia (Glorieta de Ruiz Jiménez,
4) es el punto de encuentro y descanso de este gremio desde hace
décadas, pero también ha funcionado para muchos como el primer
'afterhours' de Madrid. Su horario –21 horas abierto
ininterrumpidamente, aunque hasta hace un par de años no cerraba– ha
hecho que muchos vinieran aquí a pedir la última ronda de la noche o a
desayunar antes de irse a la cama. Desde 1979 lleva formando parte de
todas las rutas crápulas de Madrid. Javier Sánchez
6 Casa Alberto Este
local centenario del Barrio de las Letras ocupa el solar donde Miguel
de Cervantes vivió y escribió la segunda parte de 'El Quijote' y de 'Los
trabajos de Persiles y Segismunda'. Ilustre coincidencia para la
taberna Casa Alberto (Calle de las Huertas, 18), abierta en 1827, cuya
fachada de color rojo y su barra con lavadero de vasos denota la solera
del lugar. Fue el lugar predilecto del primer alcalde madrileño de la
democracia, Enrique Tierno Galván, quien acudía casi a diario para
probar sus croquetas de cocido o sus albóndigas en salsa. Javier Sánchez
Bodegas Alfaro Cuando
Manuel Alfaro llegó a Madrid desde Soria en 1918 no imaginó que las
bodegas que llevarían su apellido serían parte de la iconografía del
casticismo del siglo XX. Hasta tres bares llegó a tener repartidos por
Madrid, aunque es el de la calle Ave María 10 el que mejor conserva la
estética y el modus operandi que su fundador impulsó: vermú de grifo y
barra de zinc. Esta taberna mítica de Lavapiés aún conserva los portones
de color rojo que señalaban, entonces, que en ese local se servía buen
vino. Se dice que aquí se comían las mejores anchoas cántabras de la
capital y actualmente sus boquerones en vinagre permanecen en el top 10
del aperitivo madrileño. Javier Sánchez
Casa Revuelta Los
Soldaditos de Pavía son bocados de bacalao rebozado típicos de la
gastronomía popular madrileña. Un manjar de dos mordiscos vinculado a la
historia de la taberna Casa Revuelta (Calle de Latoneros, 3), donde hay
codazos los domingos (está cerca del Rastro) para tomarlo con una
cerveza en la mano.
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