El exministro de Finanzas griego ha publicado un libro sobre las entretelas de la política europea.
Claudi Pérez
El exministro de Finanzas griego ha publicado un libro sobre las entretelas de la política europea
Polémico. Atractivo. Brillante. Controvertido. Los seis meses de Yanis Varoufakis (Atenas, 1961) al frente del Ministerio de Finanzas de Grecia lo convirtieron en una celebridad global, en una suerte de estrella del rock de la política económica.
Sus detractores lo caricaturizan como un extremista medio chiflado de izquierdas —según su propia definición—, enamorado de las motos potentes, de los restaurantes chic, de las chaquetas de cuero y del glamour de las islas griegas.
La troika afirma que su gestión le costó a Grecia 100.000 millones de euros.
Lo más suave que dicen sus críticos es que se trata de un intelectual cuya inmersión en la política, más allá de la fama, puede calificarse como mediocre.
Varoufakis acaba de responder a sus censores con un ejercicio de funambulismo literario: Comportarse como adultos, que en España acaba de publicar Deusto, ofrece una mirada única a las entretelas de Bruselas y es, sin duda, uno de los libros del año.
A lo largo de 700 suculentas páginas se explica, asume algunos errores y, sobre todo, salda cuentas pendientes con una prosa de gran altura que incluye sonoros disparos a diestro y siniestro.
El exministro conserva una lengua venenosa y es dueño de un análisis demoledor para Europa.
“No se engañen, la crisis sigue ahí; el euro corre peligro”, embiste en una entrevista realizada con este periódico.
Europa crece a un ritmo superior al 2%.
El paro ha bajado de la cota del 9%.
Los déficits mejoran. Los populismos acechan, pero de momento siguen quedándose a las puertas de llegar al Gobierno en los grandes países.
Las instituciones europeas presumen, en fin, de recuperación. Sin embargo, Varoufakis desdeña todo eso —“Una reactivación cíclica”, lo llama— y brinda un mal dato por cada dato bueno.
Y, sobre todo, esboza un relato mucho menos complaciente que el de las élites de la UE.
“En la fase más aguda de la crisis del euro, hubo serios riesgos de fragmentación.
El BCE supo contenerlos, pero las amenazas aún existen, aunque adopten otras formas: el Brexit, una Alemania que no logra formar Gobierno, la extrema derecha en Austria, Cataluña, el hundimiento del bipartidismo en Francia y los reflejos autoritarios en Europa del Este son claros síntomas de un malestar profundo.
Las grandes crisis son momentos de revelación de las fallas del sistema: en Europa le hemos visto las costuras al euro y si nada cambia la amenaza es el hundimiento gradual de lo que solíamos llamar democracia liberal”.
Una situación como la de 2001
¿Lo peor ha pasado? No.Varoufakis, que ha fundado un nuevo partido (DiEM 25) para luchar contra ese malestar, se ríe cuando se le recuerda que el apocalipsis casi siempre defrauda a sus profetas: “Los análisis más pesimistas, entre ellos los míos, no han fallado en los últimos años; lo siento, pero es así”.
¿Lo peor ha pasado, al menos? “La situación actual me recuerda a la de 2001: veníamos de veinte años de encadenar burbujas, estalló la de las puntocom, y aun así nos las arreglamos para seguir igual y provocamos una crisis aún más grave con una burbuja aún mayor que estalló en 2008.
Corremos el riesgo de volver a las andadas.
En España, la deuda total va al alza. En Italia hay fuga de capitales, una crisis bancaria en ciernes, una situación política explosiva.
Lo que tenemos en Grecia no puede llamarse recuperación, y la deuda es impagable.
Los ejemplos son inagotables. En toda la periferia hemos cambiado empleos a tiempo completo por trabajos precarios, y con ello se ponen en peligro las pensiones futuras y las bases de la economía europea.
Los desequilibrios financieros y macroeconómicos no solo no se han reducido, sino que son incluso mayores: me temo que no estamos para celebraciones.
El euro, tal como está hoy, es insostenible”.
“Lo más preocupante”, acaba el griego, “es el bajo nivel de inversión y las divergencias crecientes en la zona euro.
Sin inversión y sin convergencia es imposible hablar de fin de la crisis.
Europa sigue metida en una: 10 años después de [la caída de] Lehman Brothers, somos incapaces de reforzar la arquitectura del euro y la moneda, contra lo que decían sus impulsores, es una fuente de incertidumbre.
Europa es muy rica y puede mantener ese euro con pies de barro durante un tiempo, pero a la larga, créame, las costuras saltarán”.
Errores y maldiciones.
Varoufakis se retrata a sí mismo como una suerte de héroe trágico en su libro.
Alude a algunos de los errores que cometió como miembro del Gobierno de Alexis Tsipras, aunque su capacidad de autocrítica no está a la altura de su talento literario.
Y aun así merece la pena prestar atención a su análisis.
“Grecia no podía aceptar ningún acuerdo sin reestructurar su deuda, que era y es insostenible.
Pero a los acreedores no les interesaba que pagáramos: simplemente querían dar una lección a Grecia como aviso a otros países.
Al final, desgraciadamente, Tsipras capituló.
En el póquer, si tienes malas cartas, solo tienes una posibilidad de ganar si tu farol es creíble y lo mantienes hasta el final, pero si crees que el oponente no va a retirarse no deberías jugar.
Estoy orgulloso del auténtico susto, aunque breve, que se llevó la troika.
Pero no supimos resistir”. “Nuestra derrota tuvo unos costes enormes”, admite en el libro.
“Maldigo a mi Gobierno por no haber resistido”, añade durante la conversación.
Y siempre era el primero en darle la razón a Schäuble.
Con él me pasó lo que con tantos otros: podía llegar a posiciones comunes en privado, pero a la hora de la verdad no servían de nada: eso es democráticamente deshonesto”.
¿Le ve con opciones al BCE? “Viene de la banca de inversión, como Mario Draghi.
Tiene buenos fundamentos económicos. Y lo más importante: es uno de ellos”, remacha el exministro.
Egos revueltos.
Varoufakis explica de forma pormenorizada en su nuevo libro qué significa ser uno de ellos a través de una conversación con el influyente Larry Summers, exasesor de Barack Obama y exsecretario del Tesoro con Bill Clinton.
“Hay dos clases de políticos: los que ven las cosas desde dentro y los que prefieren quedarse fuera, los que prefieren ser libres para contar su versión de la verdad.
El precio que pagan por su libertad es que los que están dentro, los que toman las decisiones importantes, no les prestan la menor atención.
Los que viven las cosas desde dentro deben acatar una ley sacrosanta: no ponerse en contra de los que están dentro, no contar lo que sucede.
¿Cuál de los dos eres tú?”, le pregunta Summers.
Varoufakis lo deja claro a lo largo de más de 700 páginas. Graba y transcribe reuniones, cuenta pormenores de decenas de entrevistas con líderes mundiales, pone sobre la mesa hasta el último y sonrojante detalle.
Yanis Varoufakis consigue reírse de sí mismo, aunque se las arregla para quedar bien casi siempre.
Y mantiene el pulso literario de un volumen largo que tiene hechuras de novela negra y de drama shakespeariano.
Pero sobre todo de tragedia griega.
Porque a pesar de sus torrenciales explicaciones, el lector no alcanza a explicarse cómo Tsipras, Varoufakis y los suyos no consiguieron ni acercarse a lo único que importa: el mejor acuerdo posible para Grecia.
Guindos: “Es uno de ellos”. Varoufakis critica con suma dureza a la Comisión Europea —“El Eurogrupo y hasta el grupo de trabajo del Eurogrupo mandan mucho más”—. Atiza sin miramientos a Tsipras, a Jean-Claude Juncker, a Pierre Moscovici, a Jeroen Dijsselbloem, a muchos otros. A lo largo de Comportarse como adultos apenas salva al ministro alemán Wolfgang Schäuble, que llegó a proponer la salida de Grecia del euro. Su análisis sobre Luis de Guindos está plagado de claroscuros: “Hablamos el mismo idioma porque Guindos, a diferencia de la gran mayoría del Eurogrupo, sabe de economía. Tuvimos interesantes discusiones, y a puerta cerrada estábamos más o menos de acuerdo. Pero en las reuniones Luis mantuvo posiciones indignantes: su primer objetivo era castigar a Grecia para penalizar a Podemos.
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