Siempre ha antepuesto el sentido del deber que tiene hacia la institución monárquica a cualquier otro asunto.
Mábel Galaz
- Si hay una característica que preside la vida de la reina Sofía es la
discreción.
Así ha afrontado los momentos más delicados de su vida oficial y personal.
Y ello ha sido posible por el sentido del deber que tiene hacia la institución monárquica en la que nació –es hija de reyes, hermana de rey, esposa de rey y madre de rey– que ha antepuesto a cualquier otro sentimiento. Sofía de Grecia cumple este jueves 79 años, tres de ellos como reina emérita en una especie de jubilación activa que ella ha recibido con sorpresa.
"Pensaba que me retiraba y no paran de pedirme cosas", ha confesado en alguna ocasión la madre de Felipe VI.
Y es que a diferencia de lo que sucede con don Juan Carlos, sin casi actividad, en el palacio de La Zarzuela se la tiene en cuenta para que acuda a algunos actos oficiales y siga vinculada a organizaciones solidarias con las que siempre ha colaborado aunque la mayor parte del trabajo que tenía cuando era la reina titular se lo ha cedido a doña Letizia.
La reina emérita disfruta de una gran vitalidad. Cuida mucho su alimentación –no es vegetariana pero no come carne– y le gusta dar grandes caminatas con sus perros por el monte de El Pardo donde está enclavado el palacio de La Zarzuela.
Con su hermana Irene de Grecia, que vive con ella, acude de vez en cuando a someterse a terapias naturistas.
No ha recurrido a la cirugía estética pero se ha hecho algún que otro tratamiento.
Durante una etapa del reinado de don Juan Carlos, doña Sofía fue vista como una extranjera ajena a las costumbres de la vida española a quien incluso le costaba hablar español y a la que se le atribuyó erróneamente una casa en Londres.
Con el tiempo sus índices de popularidad aumentaron.
En los últimos años esa aceptación popular tuvo que ver con el conocimiento público de que su marido mantenía una vida sentimental paralela.
El accidente de Botsuana desveló lo que era un secreto a voces. Pese a ello doña Sofía, por sentido de la responsabilidad, acudió al hospital en el que se encontraba ingresado el Rey a su regreso de la cacería, pero solo estuvo 15 minutos.
No entró en la habitación en la que estaba su marido, solo habló con los médicos y se hizo una foto en la puerta.
Desde ese momento, don Juan Carlos y doña Sofía no ocultan que hacen vidas separadas.
Por eso las fotos del rey emérito con Marta Gayá este verano en Irlanda no han supuesto ningún cisma en su relación.
Pero, doña Sofía se ha mantenido fiel a la institución monárquica porque no quería que nada alterase el futuro de su hijo.
Por eso cuando hace cuatro años se produjo el relevo en la Corona sintió que había cumplido con su cometido.
Don Felipe cuida y protege a su madre; también le consulta. Si la Reina ha sido la pacificadora, la mediadora en la familia, el ahora Rey hace ese papel con sus padres.
De su madre, don Felipe ha heredado muchas cosas, entre ellas el sentido de la responsabilidad y una cierta timidez.
El relevo en la Corona le ha permitido a doña Sofía ejercer más como abuela, en especial con los hijos de la infanta Cristina por los que está especialmente preocupada.
Si alguna vez fue poco discreta la madre de Felipe VI fue en sus visitas a los Urdangarin en pleno estallido del caso Nóos.
Pero por quien siente debilidad la reina emérita es por don Felipe de quien en alguna ocasión se ha declarado "enamorada".
Su hijo le corresponde y por eso quiere que a pesar de tener 79 años, doña Sofía siga estando activa siempre que lo desee.
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