La editorial francesa Gallimard publica reunidas por primera vez las 865 misivas que
se cruzaron a lo largo de sus 15 años de relación sentimental el escritor y la actriz.
Parece una vieja película en blanco y negro. Humphrey Bogart e Ingrid
Bergman en un balcón del París ocupado el 6 de junio de 1944, fecha del
desembarco aliado en Normandía.
La primera noche de dos amantes a los que solo la muerte de él separaría, 15 años después.
Podría
ser también el arranque de una novela romántica, pero es el punto de
partida de una historia real, contada en minucioso detalle en la
correspondencia entre sus protagonistas: Albert Camus y María Casares,
el francés de Argelia y la gallega exiliada, el escritor y la actriz.
Ambos —el autor de La peste y El mito de Sísifo, figura intelectual central del siglo XX; la actriz de la Comédie-Française y del Teatro Nacional Popular, gran dama de la escena— se escribieron durante años 865 cartas que la editorial Gallimard publica ahora por vez primera en un volumen de 1.297 páginas.
Él tenía 30 años cuando se conocieron; ella, 21. Él ya había publicado El extranjero, la novela que le lanzaría a la fama, y vivía solo en París, donde pertenecía a una red de la Resistencia.
Su esposa, Francine Faure, se había quedado en Orán, en la Argelia francesa.
Ella, nacida en A Coruña, hija de Santiago Casares Quiroga —ministro y primer ministro de la Segunda República— había llegado a París tras el golpe franquista de 1936.
Se conocieron el 19 de marzo de 1944 en casa del escritor Michel Leiris, y la madrugada del 6 de junio, el Día D, se convirtieron en amantes.
Tras una redada de los alemanes, Camus abandona París.
Se esconde en una granja en el campo.
“Esta noche tengo ganas de acercarme a ti porque estoy triste y todo me parece difícil de vivir”, escribe en una de sus primeras cartas.
La liberación de la capital francesa en agosto abre una crisis. Francine se reunirá pronto con Albert.
“Mi deseo más verdadero y más instintivo sería que ningún hombre, después de mí, te pusiese la mano encima. Sé que no es posible.
Todo lo que puedo desear es que no desperdicies esta cosa maravillosa que eres tú”.
La relación entre Albert y María se interrumpe a finales de 1944. En 1945, Francine da a luz a los gemelos Catherine y Jean. Cuatro años más tarde, otro 6 de junio, Albert y María se cruzan en el boulevard Saint-Germain.
No volverán a separarse.
“Te me apareciste como un último salvavidas lanzado en medio de una vida que a partir de entonces estaba vacía. Me agarré a él con todas mis fuerzas y voluntariamente cerré los ojos a todo lo que podía poner en peligro esta última esperanza”, le escribe Casares. La actriz le detalla el día a día de su vida profesional y le expresa dudas sobre su propio talento.
Describe su mundo de exiliados españoles: la enfermedad y muerte de su padre, el papel tutelar del presidente del Gobierno republicano en el exilio, Juan Negrín, y su compañera, Feliciana López de San Pablo.
“Don Juan ha sido para mí un maravilloso hermano mayor”, escribe cuando muere su padre en febrero de 1950. España siempre está presente en la vida de Camus —su familia materna era menorquina— y Casares encarna una de las causas de su vida, la de la República.
La primera noche de dos amantes a los que solo la muerte de él separaría, 15 años después.
Ambos —el autor de La peste y El mito de Sísifo, figura intelectual central del siglo XX; la actriz de la Comédie-Française y del Teatro Nacional Popular, gran dama de la escena— se escribieron durante años 865 cartas que la editorial Gallimard publica ahora por vez primera en un volumen de 1.297 páginas.
Él tenía 30 años cuando se conocieron; ella, 21. Él ya había publicado El extranjero, la novela que le lanzaría a la fama, y vivía solo en París, donde pertenecía a una red de la Resistencia.
Su esposa, Francine Faure, se había quedado en Orán, en la Argelia francesa.
Ella, nacida en A Coruña, hija de Santiago Casares Quiroga —ministro y primer ministro de la Segunda República— había llegado a París tras el golpe franquista de 1936.
Se conocieron el 19 de marzo de 1944 en casa del escritor Michel Leiris, y la madrugada del 6 de junio, el Día D, se convirtieron en amantes.
Tras una redada de los alemanes, Camus abandona París.
Se esconde en una granja en el campo.
“Esta noche tengo ganas de acercarme a ti porque estoy triste y todo me parece difícil de vivir”, escribe en una de sus primeras cartas.
La liberación de la capital francesa en agosto abre una crisis. Francine se reunirá pronto con Albert.
“Mi deseo más verdadero y más instintivo sería que ningún hombre, después de mí, te pusiese la mano encima. Sé que no es posible.
Todo lo que puedo desear es que no desperdicies esta cosa maravillosa que eres tú”.
La relación entre Albert y María se interrumpe a finales de 1944. En 1945, Francine da a luz a los gemelos Catherine y Jean. Cuatro años más tarde, otro 6 de junio, Albert y María se cruzan en el boulevard Saint-Germain.
No volverán a separarse.
“Te me apareciste como un último salvavidas lanzado en medio de una vida que a partir de entonces estaba vacía. Me agarré a él con todas mis fuerzas y voluntariamente cerré los ojos a todo lo que podía poner en peligro esta última esperanza”, le escribe Casares. La actriz le detalla el día a día de su vida profesional y le expresa dudas sobre su propio talento.
Describe su mundo de exiliados españoles: la enfermedad y muerte de su padre, el papel tutelar del presidente del Gobierno republicano en el exilio, Juan Negrín, y su compañera, Feliciana López de San Pablo.
“Don Juan ha sido para mí un maravilloso hermano mayor”, escribe cuando muere su padre en febrero de 1950. España siempre está presente en la vida de Camus —su familia materna era menorquina— y Casares encarna una de las causas de su vida, la de la República.
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