La fundadora de Clarity, una 'startup' que pretende priorizar el impacto social de las inversiones, repasa los contrastes de su experiencia en España y EE UU
Rebeca Minguela: “Hablamos de cuarta revolución industrial cuando algunos no han salido de la primera”
"Vamos por el 8, creo. Yo alucino.
Con la cámara del tercero estaríamos todos muy felices". Y le faltan revoluciones industriales: "Si en vez de invertir dinero en eso lo invertimos en que tengan agua corriente en Bangladesh, poco a poco, iremos llevando la primera revolución industrial a otros países".
Este razonamiento ha tenido al menos dos consecuencias directas en la vida de la que fuera directora de Blink.
El huevo es Clarity, la startup con que pretende optimizar el impacto social
de las carteras de inversión a través de una metodología que valore a
empresas, proyectos e incluso gobiernos en función de su eficiencia en
este sentido; la gallina fue su inclusión en la lista de los 100 líderes jóvenes del Foro Económico Mundial.
"Ha habido una repercusión mediática mayor de lo que esperaba. No me
gusta tanto que me conozcan a mí, pero siempre es bueno que conozcan mi
proyecto.
Además, el foro tiene una red y hace eventos que te permiten
tener acceso a mucha gente.
Es un círculo virtuoso", razona en un
descanso entre reuniones durante su visita al South Summit.
En alguna ocasión has destacado
las ventajas y desventajas de la naturaleza social de los trabajadores
-menos productivos, pero mejores para trabajar en equipo-. ¿Nos ayuda a
construir relaciones en eventos como este?
Puede ser. Aunque es otra forma
de conexiones. En España quizás somos un poco más de profundizar en las
relaciones que de ampliar la red.
Yo personalmente tengo que esforzarme
porque no me sale naturalmente.
No es mi estilo ir a decir "hola, qué
tal, qué haces, toma mi tarjeta, me voy".
Me parece artificial, pero es
necesario. Y creo que en España empezamos a entender cada vez más la
importancia de estas conversaciones -aunque ya llevamos años, no sólo
está el South Summit-.
Pero deberíamos aprovechar un poco mejor estos
eventos.
Desarrollada la idea, hechos los contactos, ¿es mejor que un proyecto nazca en España o que se vaya fuera?
Yo monté Blink en España.
Aunque nació igual que Clarity: incorporada en Estados Unidos y con una
subsidiaria aquí. Creo mucho en el talento español y pienso que tenemos
que aprovechar esto e invertir.
Además, poner las cosas en marcha desde
España es una buena idea porque te permite hacerlo a un coste más bajo.
Pero puede ser un problema si no montas la estructura legal de un modo
que te permita después escalar o salir fuera.
A mí me pasó en Blink y me
dio problemas.
Y sé de otros emprendedores a quienes les ha pasado lo
mismo.
En el ecosistema emprendedor hay una crítica constante: muchas trabas.
Crecer en España es muy
difícil.
Aunque las cosas han cambiado.
Yo empecé con Blink en 2012 y en
estos cinco años he visto una mejora considerable.
Hay más
financiación, se ha flexibilizado el tema de las contrataciones... Y
otra cosa importantísima: la gente está más dispuesta a trabajar en una startup.
Antes era muy difícil contratar porque preferían trabajar en
Telefónica, Santander... Empresas grandes, establecidas y con menor
riesgo.
Esa percepción ha cambiado, ahora hasta está de moda venirse a
una startup.
¿Llegamos tarde a este cambio de chip?
Es cierto que otros países de
Europa, como Alemania o Reino Unido, empezaron un poco antes.
Pero en
Estados Unidos irte a trabajar a una empresa nueva o cambiar de empleo
cada dos años se percibe como algo muy positivo.
Aquí todavía me pasa
que intento contratar a gente y me dicen: "Uy, si sale mal esto dentro
de un año, cómo se va a ver en mi curriculum...".
La realidad es que
cada vez se ve mejor.
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