El secreto de los buenos modales
Para ofrecer lo mejor a los demás tenemos que empezar por nosotros mismos.Lo primero que debemos hacer para ser educados es no autoflagelarnos y buscar la armonía interior.
Si no estamos contentos o nos creemos que nuestros problemas son más importantes que los del resto, difícilmente veremos lo que pasa a nuestro alrededor y, menos aún, nos preocupará cómo actuar de cara al exterior.
El secreto de los buenos modales y su poder transformador es justamente ese: estar bien con uno mismo.
Tratarnos con corrección para luego comportarnos así con el otro. Pero ¿cómo lo ponemos en práctica? Estas cinco pistas nos pueden ayudar a interiorizar la importancia que tienen algunos gestos en nuestra rutina.
1. Dar los buenos días. Tal vez sea la regla más básica del civismo, pero cada vez se practica menos.
Vivimos tan angustiados y estresados, o tan metidos en nuestro mundo, que nos olvidamos muchas veces de saludar al compañero de trabajo o al vecino.
Lo primero que debemos hacer para cambiar de actitud es darnos los buenos días a nosotros mismos.
Desearnos lo mejor, llenarnos de buenos propósitos, de gratitud ante la jornada que empieza.
Esto nos ayudará a encarar de una manera más amable el día.
2. Hablar con corrección. En no pocas ocasiones usamos expresiones como “qué tonto soy”, “lo he hecho fatal” o “me siento un inútil” para referirnos a nosotros mismos.
El lenguaje autodestructivo refleja inseguridades. Y esos complejos nos vuelven personas amargadas, tristes.
También utilizamos consciente o inconscientemente palabrotas que pueden generar mal ambiente.
Hay que quererse más para querer más al otro. Si no, entraremos en una espiral de resentimiento que repercutirá en nuestro comportamiento.
También escucha atentamente y presta atención a las necesidades y sentimientos de los demás.
3. Saber escuchar. Lógico. Una persona educada es aquella que no solo habla con pulcritud y utiliza un lenguaje apropiado.
También escucha atentamente y presta atención a las necesidades y sentimientos de los demás.
4. Sonríe. Cuando lo hacemos demostramos comprensión y empatía.
Tal vez sea la manera más simple de comunicarse entre los seres humanos.
Aunque no hablemos la misma lengua, todos entendemos una sonrisa.
Si nos esforzamos por sonreír más, en el fondo, estaremos generando un buen ambiente interior que se trasladará al exterior.
5. Sé detallista. Hay que tener presentes esas pequeñas cosas que poco a poco van construyendo un buen clima.
Para eso hemos de prestar atención a lo que acontece en nuestra vida cotidiana.
Por ejemplo, ceder el asiento a una mujer embarazada es una cuestión de fijarse en quién se tiene alrededor.
Será más fácil si nos olvidamos un minuto de mirar el teléfono móvil y observamos a la gente que viaja con nosotros en el metro o en el autobús.
O abrir la puerta a aquella persona que va cargada con la compra. O regalar unas flores solo porque sabemos que a ese amigo nuestro le encantan.
Con nosotros pasa lo mismo, si nos damos ese pequeño capricho, ese momento de calma, de mimo y cuidado, nos sentiremos mejor y, a su vez, haremos sentir mejor a los demás.
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