Lo dice Oxfam. Porque hay comida para todos, a buen precio, de buena calidad, sana... y rica, claro.
No hay sobre la faz de la tierra un mejor lugar donde alimentarse que La Haya.
Así lo avala el Good enough to eat index de Oxfam.
El informe no habla de calidad gastronómica, sino de si hay suficiente para nutrirse, si la gente puede pagar la comida, si esta es de buena calidad y qué efectos tiene sobre la salud.
Desde
Dutch Cuisine, organización estatal que vela por las cocinas
holandesas, se abandera una nueva visión que promociona la regla del
80/20: 80% de frutas y verduras con un 20% de carnes y pescados para acompañar.La misma proporción sirve para apostar por productos locales y de temporada.
Pedaleamos por la ciudad de los restaurantes orgánicos con el fin de encontrar la explicación a una filosofía que toma forma sobre el mantel y conocer una urbe en la que desembarca el arenque, uno de los reyes del omega 3 (por encima del salmón).
En Holanda comemos sano, biológico y orgánico desde hace mucho tiempo.
Disfrutamos de una gran cantidad de magníficos productos frescos y no es casualidad que 3 de los 25 mejores restaurantes especializados en verduras del mundo estén aquí: De Librije, Niven y Bolenius”.
Así de rotunda se muestra Marjan Pijnenburg, miembro de la dirección de Dutch Cuisine,
una organización que representa la identidad de la cocina nacional y en
cuyo manifiesto expone que su objetivo es “promocionar el uso, siempre
que sea posible, de ingredientes orgánicos, puros, frescos, de
temporada, regionales, de comercio justo y amables con los animales”.
"La gente se ha dado cuenta de que la comida
sana también puede estar muy rica si está bien preparada", (Manon
Verkooijen, gerente del Club Vers).
A pesar de que tradicionalmente no se ha
hablado nunca con admiración —ni dentro ni fuera de sus fronteras— de
la cocina holandesa, Pijnenburg insiste:
“Tenemos estupendas tradiciones, comidas y productos, además del mayor número de chefs por kilómetro cuadrado que cualquier otro país del mundo. Podemos estar orgullosos”.
Pues a mi no me gustó todo tenía como una capa gelatinosa y mucho aceite.....no sé nunca lo destacaría por lo bien que se come....no.
La Haya es una ciudad agradable, en la
que muchísima gente se mueve en bici.
La huella de los coches es apenas
perceptible. Una tarde cualquiera, una joven pareja aparca sus
bicicletas en la puerta de cualquier local. ....jeje y se las roban...al dia siguiente van al mercadillo de bicis y las encuentran y las vueven a comprar no sean tan ingenuos...La probabilidad de que en su
fachada aparezcan las palabras fresco, orgánico y sano es
verdaderamente alta.
No es casualidad.
Manon Verkooijen, gerente del Club Vers,
uno de esos restaurantes nacidos al abrigo de esta filosofía, cree que
“la gente se ha dado cuenta de que la comida sana puede estar realmente
rica si está bien preparada.
Y eso es lo que tratamos de enseñar aquí,
que puedes comer bien sin sentirte luego culpable”.
Gofres de espinacas y smoothies
vitaminados salen en las bandejas del club.
Su público, opina su
gerente, “representa bien lo que es La Haya. Tenemos unos amigos muy
diversos, muchos estudiantes internacionales. Durante el año que
llevamos abiertos estamos empezando a hacer algo nuevo, algo bonito”
. Un
imán de esa nueva comunidad de la que habla Verkooijen son los pancakes
saludables, su receta estrella. “Los hacemos extremadamente sanos y
debo decir que son los mejores que he probado nunca”, ríe sincera.Los Kekes que decimos aquí son buenos por la leche de sus vacas, como las cuidan etc...
No hay sobre la faz de la tierra un mejor lugar donde alimentarse que La Haya. Así lo avala el Good enough to eat index de Oxfam. El informe no habla de calidad gastronómica, sino de si hay suficiente para nutrirse, si la gente puede pagar la comida, si esta es de buena calidad y qué efectos tiene sobre la salud.
Desde
Dutch Cuisine, organización estatal que vela por las cocinas
holandesas, se abandera una nueva visión que promociona la regla del
80/20: 80% de frutas y verduras con un 20% de carnes y pescados
para acompañar. La misma proporción sirve para apostar por productos
locales y de temporada. Pedaleamos por la ciudad de los restaurantes
orgánicos con el fin de encontrar la explicación a una filosofía que
toma forma sobre el mantel y conocer una urbe en la que desembarca el
arenque, uno de los reyes del omega 3 (por encima del salmón).
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Ingredientes orgánicos para subir a una torre
Una visita fundamental en la ciudad de la Justicia es la subida a la Torre de Sint-Jacobskerk
desde la que se domina una panorámica de 360º.
Resaltan el verde de los
árboles, los viejos edificios como el Parlamento o el Palacio Real y,
en contraste, hacia el este, el skyline de la zona más moderna.
Después de subir y bajar los 288
escalones para disfrutar de las vistas, es posible que al viajero se le
despierte el apetito.
A los pies espera el restaurante SLA. Tres jóvenes charlan mientras comen en su terraza. Su lema deja claro su orientación: I love salads.
Nikki Groonendalj atiende tras la barra y
va preparando sabrosos boles llenos de ingredientes orgánicos y
saludables.
En su camiseta se puede leer otro mantra de la empresa:
"Sigue comiendo; sigue cambiando". Los creadores de SLA, explica Nikki,
dietista, además de asistente a la dirección del local, “empezaron a
comer sano y orgánico y se dieron cuenta de que les era imposible
hacerlo fuera de casa por un precio razonable.
Así que hace tres años
montaron el primer SLA en Ámsterdam”. Ahora tienen ya 10 locales en los
que tratan de aproximarse al 90% de ingredientes orgánicos en su carta
El que escribió este artículo parece que no visita muy a menudo Europa , si quieres comer bien, ven a España...los demás paises solo comen para no pasar hambre..
La autoestima culinaria... y el arenque, a tope
En Dutch Cuisine insisten en que la
cocina nacional existe y que es más interesante de lo que se piensa
fuera del país.
Para muchos paladares el producto estrella de los Países Bajos es el arenque nuevo. Y no andan desencaminados. Para celebrar su llegada, cada mes de junio miles de personas se reúnen en el Flag Day en Scheveningen, el puerto de La Haya.
Allí los comen por kilos.
Recién
descargados del barco, sin elaboración alguna. Se eliminan los
desperdicios, se filetean y se comen a mano, con un poco de cebolla
picada por encima. El arenque nuevo sabe como si todo el mar del norte entrara en la boca: es una delicia.
Hay que tener, eso sí, muchísimo cuidado porque las gaviotas –hay
tantas por estos lares como bicicletas– también son adictas a esta
delicia y si uno se descuida se irán volando felices tras arrancarte el
pescado de las manos.
Con las manos que te churretea el aceite y unas papas llenas de aceite, cuidadin con las espinas....que asco de comida
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