Un Blues

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21 oct 2017

Emmanuel y Brigitte Macron, diez años de un matrimonio insólito

El presidente francés y la primera dama forman una pareja que ha luchado contra muchos prejuicios por su diferencia de edad.

Emmanuel y Brigitte Macron, que cumplen 10 años de casados.
Emmanuel y Brigitte Macron, que cumplen 10 años de casados. REUTERS

 Cuando Emmanuel Macron pronunció el “sí” fuerte y feliz con el que ligó su vida a su esposa Brigitte, en una boda civil el 20 de octubre de 2007, ninguno de los dos podía imaginar que una década más tarde él pasaría su décimo aniversario de bodas en Bruselas rodeado, como nuevo presidente de Francia, de otros jefes de Estado y de gobierno europeos.

 Pero esta se convertirá, probablemente, solo en una anécdota más en la historia de esta pareja insólita —ella le lleva 24 años a él— que se ha pasado media vida defendiendo un amor que ha resistido, hasta ahora, todos los retos que se le han presentado. 

Y no han sido pocos, incluso en un país como Francia, tan poco dado a juzgar la vida privada de sus presidentes.

 Antes de partir rumbo a París para completar sus estudios de secundaria, Emmanuel, de 16 años, le hizo una promesa a Brigitte, de 39 y por entonces todavía su profesora de teatro en el instituto La Providence de Amiens donde se conocieron y enamoraron pese a la enorme diferencia de edad y de momento en la vida. 

“No te vas a deshacer tan fácilmente de mí. Volveré y me casaré contigo”, le dijo el joven Emmanuel a Brigitte. 

Tardaría 13 años, pero Emmanuel Macron cumplió su promesa y, hace ahora una década, el joven de 29 años, flamante inspector de finanzas, desposaba en el ayuntamiento de Touquet a Brigitte Trogneaux, el apellido de soltera que ella recuperó tras divorciarse del padre de sus tres hijos —una de ellas compañera de clase de Macron— tras conocerse el insólito enamoramiento entre profesora y alumno.

“Es la pareja que formamos lo que nos protege”, explicaba en una entrevista reciente Brigitte Macron su relación con su marido y presidente, a quien acompaña en sus actos públicos siempre que puede. 

“Nuestra unión y la felicidad que sentimos cuando estamos juntos son nuestra fuerza. 

Mi esposo suele decir que para ser eficaz hace falta ser feliz, y yo tengo un cierto talento para la felicidad.

 Para la felicidad y para la libertad. No pienso dejar que la mediocridad, las maldades o las perfidias anónimas dicten mi vida”, aseguró. 

Y estas no han faltado. Como cuando, en plena campaña, Macron tuvo que desmentir que fuera homosexual porque, como ironizó, “no es posible que un hombre viva con una mujer de más edad que él si no es un homosexual o un gigoló escondido”.
O cuando Brigitte Macron tuvo que pasar el apuro de aguantar sonriente, ante las cámaras que registraban cada uno de sus gestos, cómo el presidente estadounidense Donald Trump, durante su visita a París, le tomaba de las manos y le decía, admirado, la buena forma en que la veía y lo “preciosa” que estaba a sus 64 años. Trump le lleva a su mujer, Melania, los mismos años, 24, que Brigitte Macron a su marido, pero la diferencia de edad de la pareja presidencial estadounidense ha merecido muchísimos menos titulares —y juicios— que la de los inquilinos del Elíseo.

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