Finalmente, Isabel II
se dirige a la nación en un discurso televisado que se recordará siempre.
En
un mensaje personal de tres minutos, el primero en directo de su vida,
elogió reiteradamente a Diana, mencionándola al fin por su nombre de
pila. La soberana describió a la Princesa de Gales como "un ser
humano excepcional" al que, dijo, "admiré y respeté por su energía,
aliento y, sobre todo por su devoción a sus hijos".
Otro elemento que dio carácter extraordinario a su
mensaje fue el hecho de que jamás había empleado expresiones tan
personales como aquella admisión de que hablaba a sus súbditos no sólo
como reina sino también como abuela y que lo hacía "de corazón".
Eligió, para mayor efecto, un trasfondo espectacular. De espaldas a un
ventanal abierto se podía ver a la multitud de dolientes que ayer
continuaban colocando ramos de flores, tarjetas, globos y animales de
peluche a las puertas de la residencia real.
Poco antes, vestida íntegramente de negro y acompañada de su marido,
el Príncipe Felipe, había salido brevemente de Buckingham para
inspeccionar el mar de flores a las puertas de su residencia. Luego se
aproximó a la multitud y con expresión triste y serena aceptó algunos
ramos de flores que entregaba luego a sus secretarios.
Kay Foulger, un ama de casa de Cumbernauld (Escocia), le dijo:
"Majestad, es usted muy valiente de venir a vernos. Se lo agradecemos".
Foulger declaró más tarde: "La reina estaba al borde de las lágrimas.
Sus ojos estaban enrojecidos".
"La reina daba pena", comentó por su parte Joan Walker, otra señora de 65 años que le extendió la mano a Isabel II.
La bandera de Buckinkgham, finalmente,
sí ondearía a media asta. Isabel o
rdenó
que el estandarte real del palacio de Buckingham fuera temporalmente
reemplazado por la bandera británica y que fuera arriado hasta medio
mástil.
Lee la crónica sobre el estandarte de Buckingham.
Lee la crónica original sobre el discurso de la Reina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario