James perdió 1,9 millones en 2016 con su empresa de chucherías y Pippa ha cerrado la suya.
Los hermanos de Kate Middleton no tienen ojo para los negocios a diferencia de sus padres que en solo unos años sumaron una fortuna con su empresa de eventos.
James, de 30 años, presentó el pasado martes el balance de su empresa de malvaviscos que arroja unas pérdidas de 1,9 millones de euros.
Lo de Pippa, de 34 años es peor, ha cerrado su negocio.
Convencido de que su futuro estaba en el emprendimiento, e influido tal vez por el éxito de la empresa familiar, Party Pieces, James lanzó en 2007 una start up para hacer repostería en casa, Cake Kit Company, con la que pretendía erigir “un imperio de las tartas”.
Pese a hacerse valedor de premios como el Smarta 100 o el Haines Watts Young Entrepreneur, el negocio no llegó a despegar y acabó cerrando en 2015.
Ahora su última apuesta parece aún más arriesgada: en 2014 puso en marcha Boomf, una empresa que comercializa malvaviscos que pueden personalizarse con imágenes.
Es fácil entender por qué se autodefine como un “Willy Wonka moderno”.
La compañía de James Middleton ha visto como sus pérdidas se duplicaban en solo un año según revelan los nuevos documentos financieros que ha presentado.
El balance de Boomf, publicado este martes, muestra que la empresa de confitería perdió 1,9 millones en euros en 2016 frente al millón del año anterior.
Su cuñado, el marido de Pippa, James Matthews, invirtió 90.000 euros apoyando a la empresa llamada Boomf en 2015, comprando 12,853 acciones a 7,78 cada una.
Las cuentas que recoge la prensa británica también revelaron que las reservas de efectivo de la compañía se han reducido de 989.000 euros a 395.000 y que se está manteniendo a flote con préstamos de 500.000 euros.
El negocio del varón de los Middleton nació a la sombra de la empresa familiar Party Pieces, dedicada a los eventos.
De hecho comparten oficinas.
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