Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
17 ago 2017
Una obra maravillosa y luego, silencio
“El libro
más demoledor que se ha escrito en lengua española”. Así describe Juan
Goytisolo 'La Celestina' en esta charla que mantuvo con José Luis Gómez,
que interpretó a la alcahueta en el teatro.
José Luis Gómez y Juan Goytisolo, vistos por Fernando Vicente.
En noviembre de 2015, aprovechando la presencia de Juan Goytisolo en Madrid, José Luis Gómez y Brenda Escobedo, autores de una célebre adaptación para la escena deLa Celestina, mantuvieron un encuentro con el escritor, fallecido el pasado 4 de junio, para conversar sobre la obra de Fernando de Rojas. JUAN GOYTISOLO. El libro de Stephen Gilman [La Celestina: arte y estructura]
es interesante porque da una idea del horror vivido por Fernando de
Rojas con respecto a su familia. Lo que se sabe allí es que el padre fue
condenado por la Inquisición en 1488, si no recuerdo mal. JOSÉ LUIS GÓMEZ. ¿Condenado a sambenito? J. G. Quemado. J. L. G. ¿Es posible que fuera quemado? J. G. Sí, sí; y el resto de la familia, en
deshonor. Esto explica, por un lado, cómo un joven de 23 años puede
escribir la obra más pesimista que se ha escrito; la visión del mundo es
solo el placer sexual y el dinero, solo eso. Es el primer texto,
escrito en Europa, donde la cúpula protectora de la divinidad no existe. J. L. G. Pero también hay una afirmación de la libertad individual por parte de Rojas.
JUAN GOYTISOLO. El libro de Stephen Gilman [La Celestina: arte y estructura]
es interesante porque da una idea del horror vivido por Fernando de
Rojas con respecto a su familia. Lo que se sabe allí es que el padre fue
condenado por la Inquisición en 1488, si no recuerdo mal. JOSÉ LUIS GÓMEZ. ¿Condenado a sambenito? J. G. Quemado. J. L. G. ¿Es posible que fuera quemado? J. G. Sí, sí; y el resto de la familia, en
deshonor. Esto explica, por un lado, cómo un joven de 23 años puede
escribir la obra más pesimista que se ha escrito; la visión del mundo es
solo el placer sexual y el dinero, solo eso. Es el primer texto,
escrito en Europa, donde la cúpula protectora de la divinidad no existe. J. L. G. Pero también hay una afirmación de la libertad individual por parte de Rojas. J. G. Los judeoconversos se encontraban con
que les imponían, a la fuerza, la fe religiosa. Muchos habían perdido
su propia fe judía, pero no por esto se habían convertido a una fe que
se les imponía con tal violencia y con tal horror. Entonces, se creaba
por primera vez una comunidad intelectual que no era ni judía ni
cristiana. Estaban en una tierra de nadie que va desde Fernando de Rojas
hasta Spinoza. Y es muy interesante cazar la línea que hay entre
Fernando de Rojas, Uriel da Costa —que era un judío portugués— y luego
Spinoza. Esto se canaliza en La Celestina. Tradicionalmente se
ve el aspecto clásico; se fijan referencias de Petrarca —del que, en
efecto, Rojas toma muchos elementos—. Pero lo interesante, para mí, es
conocer la tradición judeoconversa del siglo XV. En el Cancionero de obras de burlas provocantes a risa encuentras los textos contra la monarquía, sobre la incredulidad. Ahí está la Carajicomedia. J. L. G. Seguro que eso lo leyó Rojas. J. G. Están Antón de Montoro (el Ropero),
Juan Agraz, y la mayor parte eran poetas judíos. Se refleja ahí toda la
tensión entre la comunidad judía y los ultracatólicos porque están los
poemas judíos y los poemas antijudíos. Te das cuenta de la violencia que
había, además, con un lenguaje muy crudo que no tiene que ver nada con
el Renacimiento, sino con el lenguaje que encontramos ya en el
Arcipreste de Talavera, en los monólogos de las mujeres del Arcipreste. Es decir, entronca con una tradición española que se truncó
completamente, después de Fernando de Rojas, con el reinado de Isabel la
Católica. Los poetas en vez de expresar sus vivencias contra la
monarquía, contra la religión católica, sus críticas, etcétera, se ponen
al servicio del poder imperial de España y se acaba ya esa línea. Por
esto a mí la literatura del siglo XV me impresiona mucho, porque es el
germen de una España totalmente distinta, contestataria; y quien lo
recoge mejor es Fernando de Rojas. He leído La Celestina tres veces, en periodos distintos. y cada vez me gusta más; cada vez es más extraordinaria.
J. L. G. Fue iluminador leer dos cosas que
escribes en ‘El pecado original de España’: una, que el árabe no puede
disociar el sentimiento de la sexualidad; y la segunda es que hablas
también de la conciencia escindida de Calisto, atormentado por tener un
cuerpo de árabe y una conciencia de cristiano. Pensando en los ecos de
las cosas en uno mismo, me doy cuenta de que la sexualidad para mí, pese
a haberme educado ya en la juventud en un clima de libertad, desde el
momento en que yo me voy a Alemania, que me voy muy joven, la sexualidad
siempre conllevaba una transgresión. Me he dado cuenta, en mi
conciencia, que no era una cosa normal. J. G. ¿Te digo la verdad? Nunca me he
podido acostar con un católico. Me es imposible, porque sé que salí de
una enfermedad —sufro las consecuencias de esta enfermedad— y no quiero
tener una relación con alguien que ha padecido también esta enfermedad. Es decir, la bisexualidad (mientras no sea nombrada) que descubrí en
París con la colonia norteafricana es totalmente natural, pasan de un
sexo a otro sin preocuparse. Si no tenían dinero para pagar prostitutas,
les parecía lo más normal del mundo acostarse con un homosexual. Digamos, todo este engrudo nacionalcatólico que me costó desprenderme,
para mí ha sido determinante.
J. L. G. Claro… Bien, para mí la figura de Calisto es una de las más enigmáticas. Las otras están relativamente claras. J. G. Pero mira, yo creo que se aclara en
función de la experiencia del propio Fernando de Rojas. Es decir, ¿por
qué un muchacho, en el momento del mayor esplendor imperial de España
—el descubrimiento de América y todo lo que conlleva— vive encerrado en
su casa y siempre de noche? ¿Por qué hay como un retraimiento de la
sociedad? Huye de la sociedad. J. L. G. ¿Hablas de Rojas o de Calisto? J. G. De Calisto. Esto te da una pista de
lo de Fernando de Rojas. Él, ya te digo, pudo escribir, para mí, el
libro más demoledor que se ha escrito en lengua española. Es de una
subversión absolutamente excepcional. Claro, el horror vivido por la
familia explica un montón de cosas. Y explica, también, el retraimiento
de Calisto. Yo lo interpreto así. El Calisto que vive en la oscuridad,
solo fiándose de sus criados —que no son dignos de fiar, por otra
parte—, da a entender la situación de Rojas. Y da bastantes pistas de
que pertenecía —aunque no se mencione nunca— a los conversos. J. L. G. Tu conjetura es que Calisto es un converso también. J. G. Sí. Porque hacer las referencias a
Rodrigo Cota y a Juan de Mena, que encontró un primer acto y que luego, a
partir de este, en 15 días escribió La Celestina…, en fin, La Celestina¡no
se escribe en 15 días! Lo hizo un poco como precaución. Y sabía que ya
no podía escribir más. Después de aquello había dicho todo lo que tenía
que decir y únicamente pudo sobrevivir. Es lo que logró, porque vivió 40
años más, y lo único que se sabe de él, después, es por el proceso de
su suegro, don Álvaro de Montalbán. Cuando quiso poner de testigo a
Fernando de Rojas en su defensa, la Inquisición lo rechazó diciendo: “El
autor de Celestina la vieja no es fiable”. Fernando de Rojas
se dedicó a sobrevivir, un poco como Sieyés, el de la Revolución
Francesa, cuando le preguntaron: “Qu’avez-vous fait pendant la Terreur?”
Y él contestó: “J’ai vécu”. Pues así, Fernando de Rojas sobrevivió. J. L. G. Sí, pero esa conjetura que tú tienes, hay muchos estudiosos que la descartan; la parte judeoconversa la ven poco importante. J. G. Esa es la enfermedad que hay en España. Mira, en el quinto centenario de La Celestina
se publicó la edición de la Academia y también el prólogo mío a la
edición que hizo la Puebla de Montalbán; y parece que hablamos de dos
libros enteramente distintos. Solo hablan de la influencia del
Renacimiento, de Petrarca, siempre aguando todo esto. Esto es un tabú de
nuestra cultura española que yo he sufrido toda la vida. La
resistencia, por ejemplo, a darme el Premio Cervantes durante años y
años —hasta que unos kamikazes lo hicieron— ha sido en función, sobre
todo, por reivindicar los elementos semitas de la cultura española, lo
árabe y lo judío.
J. L. G. Sigamos. Otro elemento en La Celestina… J. G. Lo de la mujer barbuda; esto forma
parte de una tradición popular relativa a las brujas. Las viejas
barbudas eran las hechiceras. Y hay un lado goyesco en Fernando de Rojas
muy interesante. La aparición de Celestina en las iglesias y todos los
prebostes y curas y obispos yendo a saludarla, quitándose los bonetes en
su honor…, esas escenas tienen un elemento goyesco de los caprichos y
de los desastres muy presente. A mí las dos cosas que me han llamado la
atención en Fernando de Rojas es como precedente de Goya, y como
precedente de Sade. Sí, por las escenas de voyeurismo de Celestina, cuando está Areúsa con Pármeno. J. L. G. Sí, sí. O Lucrecia, la criada de Melibea…
“El horror vivido por la familia de Rojas, cuyo
padre fue quemado en la hoguera, explica el retraimiento de Calisto”.
Juan Goytisolo
J. G. Sí, cuando está Melibea con Calisto. Y el deleite de Calisto es brutal. En fin, hay un voyeurismo
y violencia… Por ejemplo, en la escena de Areúsa, ahí le impone
Celestina que se acueste en el momento que padece de dolor. Hay
elementos sádicos muy fuertes. J. L. G. Sí, está claro. Por otra parte, es
significativo reconocer los retratos de las mujeres barbudas en la
pintura española. He leído algunos libros sobre las mujeres pilosas y
todo ese tema. Hoy he encontrado, por fin, una foto que me parece
elocuente; de una mujer que no es barbuda pero que está llena de pelos
blancos en la cara. Pero, por hablarte de la conjetura sobre Calisto…,
hay algunos que la descartan olímpicamente, sin darme ningún otro
argumento que pueda explicar la situación del personaje. La tuya es una
conjetura elaborada, y me parece absolutamente lícita para construir la
figura de Calisto, que de su experiencia personal, Rojas haya abstraído
elementos para poder construir este personaje. Las experiencias, los
propios escritores las revisten y las ponen en sus libros, como
cualquier artista, y los actores también. La analogía me parece
absolutamente válida como conjetura. Y además, dentro del trabajo
artístico, es más que lícito que un actor, o un director, haga una
conjetura tan a favor de la acción de la obra como esta que has
planteado, Juan. Un actor, un director, puede imaginar muchas cosas como
opciones de circunstancias dadas, o circunstancias que anteceden, pero
siempre hay que elegir las que potencien la acción misma que ya se tiene
en el texto escrito, y no entrar en contradicción. J. G. Pero fíjate, otro elemento es la ausencia total de familia. J. L. G. Sí, claro, de familia, de amigos, de todo…
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