El padre de Felipe VI alterna viajes al extranjero con visitas a San Sebastián y a Sanxenxo para regatear.
Don Juan Carlos, tres años después de haber cedido el trono a su hijo Felipe, ha dado un nuevo rumbo también a su vida personal.
Estar alejado de la primera línea de las responsabilidades de Estado le permite vivir con más libertad.
Su nueva condición ya no le obliga a pasar parte del verano en Palma de Mallorca, algo que se le hacía cada vez más difícil una vez que dejó de regatear por sus problemas físicos.
Ahora puede elegir destino a su gusto.
El tiempo también ha dejado claro que su relación con doña Sofía es más institucional que personal y por tanto al tener ambos menos responsabilidades en común no es necesario pasar tiempo juntos.
Doña Sofía es una enamorada de Palma de Mallorca donde pasa largas temporadas tanto en verano como a lo largo del año, casi siempre acompañada de su hermana Irene.
Y allí, la madre del Rey permanece todavía. El resto de la familia descansa en diferentes puntos geográficos.
El Rey emérito suele pasar todos los años unos días en la Costa Azul, como ha hecho este año también su hijo don Felipe, que se encontraba allí cuando se produjeron los atentados en Cataluña, pero este verano ha viajado a Irlanda acompañado de un grupo de amigos entre los que se encontraba Marta Gayá.
La mallorquina nunca ha dejado de tener relación con don Juan Carlos, aunque desde el pasado mes de enero el contacto se ha reforzado.
Tras la salida de la escena de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que sigue empeñada en usar el título de princesa aunque ya no lo sea porque su exmarido se ha vuelto a casar, don Juan Carlos retomó la cercanía con Marta Gayá y se declaró feliz por ello a su círculo más íntimo.
Durante más de 15 años el Rey emérito y Gayá mantuvieron una discreta pero sólida relación que no escondían pero de la que no hacían alarde.
Gayá ha intentado siempre pasar inadvertida todo lo contrario que Corinna.
La discreción de la mallorquina la llevaba, por ejemplo, a marcharse de la isla cuando la familia real se instalaba en Marivent en los años en que ese palacio se convertía en el centro de atención. Gayá entonces se marchaba con amigos.
Uno de los lugares que solía visitar era Biarritz donde coincidía con personas de su total confianza como el expresidente del Real Madrid Ramón Mendoza y su entonces pareja Jeannine Girod que la invitaban también a navegar en su velero El América.
Gayá, de 68 años, es una mujer divorciada.
Se casó con Juan Mena, un ingeniero malagueño que trabajaba para su padre pero el matrimonio no celebró su quinto aniversario.
Posee una buena posición económica que le permite mantener abiertas varias casas en Europa.
Tiene una en Londres y otra en Suiza, también otras en Palma y el barrio de Chamberí en Madrid.
Su amplia red de relaciones sociales, entre la que se encuentra su amiga Cristina Macaya - la conocida como reina de Mallorca- la lleva también a estar invitada en mansiones de personalidades que le ayudan a mantenerse alejada de los focos.
Con solo cruzar unas palabras con Marta Gayá se descubre que es una mujer inteligente, culta y con mucho mundo, que no necesita ningún hombre famoso o rico a su lado y que si está con alguien es porque quiere, por cariño.
El financiero de origen mexicano Allen de Jesús Sanginés-Krause invitó en julio a don Juan Carlos a Irlanda a asistir a la reapertura de la iglesia de Saint John's, en Clonmellon, que el empresario había sufragado.
Y hasta allí se desplazó el padre de Felipe VI con Marta Gayá. Las fotos de la visita fueron captadas por casualidad por una reportera local.
Por primera vez ninguno de los dos hizo gesto alguno por apartarse, dando normalidad a la situación.
En este verano lejos de Marivent, don Juan Carlos también ha tenido tiempo para unos días de asueto en familia.
Ha estado con la infanta Elena y con los hijos de esta Felipe y Victoria en San Sebastián para asistir a los toros.
El Rey emérito mantiene una extrecha relación con su hija mayor con quien comparte aficiones y por tanto mucho tiempo no así con don Felipe dedicado de lleno a la Corona y con doña Cristina con quien mantiene un trato frío tras estallar el caso Nóos.
Don Juan Carlos ha recuperado en este tiempo también su afición por regatear gracias a Pedro Campos que con otro grupo de amigos entre los que se encuentra Josep Cusí han comprado una embarcación que se adapta a las condiciones físicas del veterano Rey.
El barco fondea en Sanxenxo otro de los destinos vacacionales del jubilado monarca.
Vaya vida la del Rey que tuvimos antes de Felipe VI, ¿Quién le paga ese ritmo de vida? ¿Por qué tenemos dos Reyes? eméritos o no llevan una vida regalada por nosotros.
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