La cantante vive un gran momento de iluminación y expansión creativa: acaba de publicar un disco tributo a la francesa Dalida; seguirá con su gira por los cinco continentes durante dos años y en agosto volverá al estudio
para grabar su próximo álbum inédito.
Era la cantante más popular de Francia y estaba considerada la reina de la canción mediterránea.
Veinte años antes, era la propia Dalida quien encontraba la nota de despedida de uno de sus grandes amores, Luigi Tenco, que se había pegado un tiro en la habitación de hotel que compartían.
Acababan de participar juntos en el Festival de San Remo con Ciao amore ciao, que ni siquiera pasó la primera criba.
Es una de las canciones elegidas por Luz Casal para el álbum homenaje A mi manera, que acaba de salir a la venta en Francia.
Nos encontramos con ella en los jardines de la Embajada de Francia, en plena calle Serrano de Madrid, donde la cantante, espléndida, acaba de terminar la sesión de fotos para esta entrevista. Está radiante y emociona comprobar que sigue manteniendo, después de haber sido aplaudida y reconocida en escenarios de todo el planeta, ese deje auténtico en el hablar, esa actitud sin imposturas, esa verdad que ya la hizo única cuando el público la descubrió en la década de los 80.
¿Por qué un tributo a Dalida?
Fue surgiendo de manera natural, porque la verdad es que yo no he tenido grandes guías en mi música.
Puedo hablarte largo y tendido de Édith Piaf, puedo hablarte de Janis Joplin, de Chrissie Hynde, son grandísimas artistas a las que admiro, pero no puedo decir que haya seguido la estela de una cantante en concreto.
Sin embargo, Dalida fue, de alguna manera, viniendo a mi vida. Aunque estilísticamente ella es más pop que yo, en mi repertorio habitual hay tres o cuatro canciones de ella que siempre incluyo en mis conciertos.
Luego, conocí a su hermano pequeño, un hombre de más de 80 años, bastante peculiar, por cierto, que lleva media vida preservando el legado de su hermana, considerada hoy una de las grandes divas de la música francesa.
Por otra parte, durante unos meses, cada vez que iba a París me alojaba en un hotel que estaba al lado del cementerio de Montmartre, donde ella está enterrada y, desde la terraza de mi habitación, veía su sepultura y las legiones de fans que iban allí un día tras otro a visitarla.
Te puedes imaginar el día que me asomé la primera vez y vi que mi habitación daba a su tumba… me quedé muerta, claro.
Y creo que este homenaje parte de todas esas llamadas, esas pequeñas señales que me han ido acercando a Dalida.
El suicidio de Dalida fue el final de una trayectoria marcada tanto por la gloria profesional como por la tragedia personal. De los hombres que hubo en su vida se suicidaron tres (Luigi Tenco, Morisse –su exmarido– y Richard Canfray) y la palabra que más se repitió cuando ella murió fue «soledad».
Ella, en la música, lo había conseguido todo.
Fue la primera cantante a la que se le entregó un disco de diamante, creado ex profeso para ella, vendió más de cien millones de álbumes y cantó unos mil temas, muchos de los años 60, pero en su repertorio hay también canciones de los años 40 y 50, que son auténticos himnos para los franceses
. Abarrotaba los conciertos y el público la adoraba. Pero ella buscaba el amor verdadero y, por las razones que fuera, no eligió a los hombres adecuados.
Iba detrás de ese gran amor que la quisiera por quién era ella y no por su éxito y no lo encontró.
Su vida, además, parece que estuvo marcada por un aborto, al que se sometió voluntariamente, que la dejó estéril, y hay que situar ese acontecimiento en la época, finales de los años 60, porque ahora las mujeres que decidimos no tener hijos lo hacemos libremente, pero para aquellas mujeres no era lo mismo.
A mí también me llama mucho la atención la nota que escribió, porque puede parecer que el suicidio es una decisión egoísta y, sin embargo ella pide perdón, como si dijera: «No puedo más, me tengo que ir, entendedme».
De casi las mil canciones que grabó Dalida usted ha dado forma a un disco de 11. ¿Cómo ha sido ese proceso de selección? ¿Por qué unas canciones y no otras?
A mí las canciones me tienen que decir algo en la piel, necesito sentirlas.
Lo que no necesito es vivir la letra, no necesito que la letra me haya pasado a mí específicamente, por eso soy intérprete y no compositora.
A veces, cuando se me acerca un fan y me dice: «¡Qué total esa letra que has escrito!», tengo que puntualizar: «Que no, que no la he escrito yo», pero me gusta sentirla y hacer que el público la sienta.
En la selección de los temas de Dalida nos encontramos con un material muy amplio y muy disperso, no exagero si te digo que habré escuchado más de 500 canciones. Pero hay algunas que van como quedándose.
Si pasan 15 días y no me acuerdo de un tema es que no me sirve, pero si me despierto una noche con una frase o la melodía o la historia, digo: «Atención, que aquí hay algo».