El atentado de la banda, con 21 muertos y 45 heridos, hizo aflorar la decadencia del terrorismo.
“Estaba en la carnicería del Hipercor
sirviendo.
Oí un ruido muy seco. Se abrió el suelo y del techo empezó a
caer agua hirviendo.
Mi recuerdo más vivo es el olor a carne quemada.
El
coche-bomba estalló en la planta inmediatamente inferior, a metro y
medio de donde estaba.
Subía humo del boquete y, aunque herido, pude
salir”.
. Así recuerda Roberto Manrique el atentado de Hipercor de Barcelona, el mayor crimen de la historia de ETA,
con 21 muertos y 45 heridos, tras la explosión de un Ford Sierra,
cargado con 30 kilos de amonal y 100 litros de gasolina, cometido un
viernes a las 16.30, del que este lunes se cumplen 30 años.
Manrique,
superviviente con secuelas, destaca que “lo mejor es que ETA no
repetirá otro Hipercor porque se acabó”.
Representante durante años de
las víctimas del terrorismo en Cataluña, recuerda cómo hasta 2007, 20
años después del atentado, no fue el Gobierno a los actos
conmemorativos.
Alfredo Pérez Rubalcaba, exministro del Interior, que
representó al Gobierno en 2007 señala: “El del Hipercor fue el atentado
más sangriento y cruel de ETA y nos pareció necesario, en un aniversario
tan emblemático, reparar a sus víctimas”.
Este 30 aniversario Gobierno y
Generalitat así como el Ayuntamiento de Barcelona han organizado sendos homenajes.
Según Rubalcaba, ministro del Interior con
el cese definitivo de ETA, el crimen de Hipercor marcó un “punto de
inflexión en la lucha antiterrorista” al “remover las conciencias y
acelerara la unidad antiterrorista contra ETA con los pactos de Madrid y
Ajuria Enea, referencias básicas hasta su final”.
Cuando ETA atentó en el Hipercor, en 1987,
tras diez años de democracia, dominaban el desconcierto y la desunión en
el combate antiterrorista.
“Las actuaciones ilegales contra ETA
deslegitimaban la acción policial, Francia colaboraba por debajo de sus
posibilidades con España y el nacionalismo democrático creía poco en las
soluciones policiales y apostaba por la negociación política”,
recordaba el exvicelehendakari Ramón Jáuregui, en el 25 aniversario.
El atentado de Hipercor alteró esta
situación con los pactos de Madrid y Ajuria Enea, suscritos pocos meses
después.
“El atentado indiscriminado de Hipercor evidenció el
totalitarismo de ETA ante la opinión pública vasca.
El nacionalismo
democrático empezó a calificarla de terrorista y participó, por vez
primera, en un frente democrático con los no nacionalistas.
Empezó el
aislamiento de ETA y Batasuna”, señala José Luis Zubizarreta, asesor del
lehendakari Ardanza (PNV), que concitó el Pacto de Ajuria Enea.
Por vez primera, nacionalistas y no
nacionalistas respaldaron la acción policial contra ETA y rechazaron que
el final del terrorismo pasara por cesiones políticas a la banda.
El
pacto solo contemplaba un posible diálogo con ETA para el desarme y sus
presos.
Puso las bases del final de ETA, recalca Rubalcaba.
El carácter unitario del Pacto de Ajuria
Enea estimuló la movilización contra ETA.
“Su unidad hizo que en su
primera convocatoria, en 1989, pidiendo el cese de la violencia, lograra
la mayor concentración, hasta entonces, contra ETA.
La de 1997, por el
secuestro de Miguel Ángel Blanco fue superior. Le quitó a Batasuna la
calle y agravó su aislamiento social”, recuerda Zubizarreta.
El respaldo social a las Fuerzas de
Seguridad aumentó su eficacia. También influyó en que Francia permitiera
la presencia policial española en su suelo lo que intensificó su
eficacia.
Cuatro años después era detenida la cúpula etarra en Bidart
(Francia).
El respaldo social a las Fuerzas de
Seguridad aumentó su eficacia. También influyó en que Francia permitiera
la presencia policial española en su suelo lo que intensificó su
eficacia.
Cuatro años después era detenida la cúpula etarra en Bidart
(Francia).
El atentado de Hipercor generó la primera
gran crisis en la izquierda abertzale.
El abogado Txema Montero, recién
elegido eurodiputado por HB, condenó el atentado y fue expulsado.
Txomin
Ziluaga, líder del principal partido de la izquierda abertzale, exigió a
ETA que “se tomara unas vacaciones”.
Al poco fue expulsado con un
centenar de militantes.
ETA admitió que el Pacto de Ajuria Enea “estaba
logrando atacarles con una violencia y unidad nunca vistas y obteniendo
un reconocimiento social”.
ETA tardaría aún 25 años en declarar su
cese definitivo.
Pero la conmoción del atentado de Hipercor puso los
cimientos de su final y marcó su decadencia.
Los datos son elocuentes:
De 1978 a 1987, el año de Hipercor, ETA asesinó a 497 personas; de 1988 a
1997, 196, un 60% menos.
Los etarras participantes fueron detenidos a
los tres meses.
Su principal responsable, Santiago Arróspide, sigue en
prisión. Rafael Caride, arrepentido, saldrá próximamente, tras casi 30
años. Josefa Ernaga salió hace dos, tras cumplir 27 años de cárcel, y
Domingo Troitiño, tras cumplir 26.
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