Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
6 may 2017
¡Oído cocina!................................... Boris Izaguirre
Veo ‘stagiers’ por todas partes. De la gala del Met a la boda de Fonsi Nieto.
No sabía lo que era un stagier hasta que Jordi Cruz, el célebre y guapo cocinero, de voz rocosa, cargada de testosterona y juez televisivo de MasterChef,
ofreciera sus declaraciones recién hechas.
Cruz expresó: “Un
restaurante Michelin es un negocio que, si toda la gente en cocina
estuviera en plantilla, no seria viable”, y se publicó el Día de los
Trabajadores, demostrando que como chef domina los tiempos de cocción
pero no tanto el don de la oportunidad.
En las redes sociales, le
filetearon como a un pavo en Navidad, porque él es propietario de ABaC,
un restaurante con estrella Michelin.
Fue entonces, mucho después de la
edad de oro de la cocina molecular, cuando supimos de la existencia de
los stagier, que son los principiantes que ayudan en la cocina
de un buen restaurante para mejorar sus conocimientos.
Participan pero
sin remuneración, a cambio reciben alimentación y alojamiento.
Al
leerlo, me levanté a mirarme al espejo y el espejo me dijo: “Tú crees
que fuiste stagier, pendejo, y no te das cuenta de que sigues como pinche de cocina”.
A Cruz sus declaraciones le han ganado una inspección a su restaurante y no precisamente del chef Chicote, su competidor en la tele que investiga locales problemáticos en el showPesadilla en la Cocina.
¿Y es que realmente hacia falta saber lo qué sucede en los fogones de
los restaurantes con estrella Michelin?
No suelo permitirme cenas en un
restaurante así, a menos que me inviten.
Pero, de hacerlo, ¿tengo que
agregar una buena propina para los stagiers? ¿Cuántos másteres de la empresa privada no están repletos de stagiers?
Revisé un poco su currículo y comprobé que durante años estuvo en las cocinas
de los gobiernos de la Comunidad de Madrid que ahora preside, seguro
que trabajando sin mucha remuneración y peor alimentada que un stagier
de AbAC, pero aprendiendo de primera mano cómo se hornearon y cocieron
muchos platos en las diferentes Administraciones populares por las que
pasó.
Cifuentes aguantó el fuego lento y el fuego amigo, favoreciendo
recetas exóticas y, a veces indigestas, para compañeros como el
expresidente Ignacio González.
Hasta que la vida misma la hizo pasar de stagier
a ser presidenta.
Y a esperar un poco a que Esperanza se volviera un
plato frío. Cifuentes me recuerda a esas heroínas frías de Hitchcock.
Atrapada en una intriga.
Rubia, pelín hierática pero que sabes que por
dentro arde. Y quema como un hornillo.
La pena es que su partido no haya
decidido darle este protagonismo antes, sacarla del purgatorio de los stagiers y ponerla como chef anticorrupción.
Aunque su propia indumentaria, siempre con su pizca de folk (como traída de la Ruta de las Especias), nos puede desorientar un poco sobre su recetario político.
Veo stagiers por todas partes.
De la cocina al baño.
En la
saturadísima gala del Met, que se convoca cada año el primer lunes de
mayo, convirtiéndose en un festín de moda y locura, dirigido por Anna
Wintour, editora de la revista Vogue. Y también en la última
boda de Fonsi Nieto, que se organizan cada década.
En ambas fiestas, los
invitados trabajan y su remuneración es un plato de comida.
Y una foto.
Todo sea por la cultura de masas y el entretenimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario