BEBER CHAMPÁN en un vaso de agua le resultaba simplemente intolerable.
Y cada vez que volaba se veía obligada a hacerlo.
¡Incluso en primera clase! Incapaz de seguir aguantando semejante aberración, decidió encargar a Louis Vuitton un pequeño maletín para transportar dos buenas y esbeltas copas de cristal.
Así, cada vez que la azafata descorchaba una botella de Möet & Chandon, ella podía sacar su propia cristalería y disfrutar civilizadamente de las burbujas.
Patrick-Louis Vuitton, tataranieto del fundador de la mítica firma francesa, rememora esta anécdota ante unos interlocutores con la mandíbula desencajada por la impresión.
Se trata, puntualiza, de una de las misiones más exóticas que se le han encomendado al taller de pedidos especiales que dirige desde hace 30 años.
“Pero no es la más rocambolesca”, concluye. Imposible reprimir la imaginación.
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