Las 24 horas de Le Mans, 1971. Imagen: Cinema Center Films / Solar Productions.
El
Porsche 908/02K Flunder debería estar agotado, pero los trescientos
cincuenta caballos del motor bóxer aún bramaban como un rebaño de
búfalos sobre el asfalto de Sebring.
A las nueve y media de la noche del
21 de marzo de 1970, tras más de diez horas de carrera, el carenado
blanco había perdido parte de su brillo entre una pátina pegajosa de
restos de neumático y vapor de hidrocarburos, aunque todavía se
distinguían con claridad las pegatinas de Good Year y Gulf, y el enorme
número 48 en cada costado.
Entonces, Peter Revson redujo marchas y revoluciones, y enfiló la salida del pit-stop.
En el box
de Solar Productions, Inc. le esperaban la manga de repostaje, el
último juego de neumáticos y la silueta impaciente del primer piloto.
Revson saltó por encima de la cabina descubierta y dio una palmada de
ánimo en el brazo de su compañero mientras este se colocaba detrás del
volante reprimiendo un gesto de dolor.
Los analgésicos habían cesado su
efecto y la aparatosa férula que llevaba en el tobillo izquierdo,
consecuencia de un accidente de moto sufrido un par de semanas antes de
la prueba, no ayudaban precisamente a la conducción.
Pero si estaba
donde estaba no era solo por su excelente pilotaje, es que el tipo era
terco como la transmisión de un Jeep de la guerra de Corea. Terminaría
la competición, por supuesto que la terminaría.
Era el dueño del equipo y
era el primer piloto.
Se llamaba Steve McQueen.
Cuando
volvió al circuito, el 908 rodaba en cuarta posición de la general, tan
solo precedido por los tres Ferrari 512 de la primera categoría. Durante
treinta y cinco vueltas, McQueen puso los 3000 centímetros cúbicos al
límite de su capacidad, e incluso llegó a liderar la carrera en la
vuelta 238, cuando la escudería italiana realizó la última parada de sus
tres coches.
Tras 248 vueltas, el ganador de las 12 Horas de Sebring
fue el Ferrari 512S pilotado por Mario Andretti, Ignazio Giunti y Nino Vaccarella.
Veintitrés segundos después cruzó la meta el Porsche 908 de Solar
Productions, en segundo lugar de la general pero ganador de su
categoría.
McQueen y Revson, con un sport prototipo
de 3.0 litros, habían superado a coches técnicamente muy superiores
como los otros Ferrari, el Ford GT40 y el flamante Porsche 917K.
Claro
que el 917K no estaba pensado para una carrera tan corta.
El 917K era el
fin del mundo a 390 kilómetros por hora y su destino no estaba en la
soleada Florida de Sebring, sino en una localidad francesa de unos
cincuenta mil habitantes al noreste de la región del Loira.
Le Mans
Steve
McQueen todavía no era una estrella de Hollywood cuando se inscribió en
su primera competición automovilística: la Regional Palm Springs de
1958.
Hasta ese momento, el actor solo había salido en unas cuantas
series de televisión y en un par de películas, siempre como secundario.
De hecho, no pudo participar en la carrera de Palm Springs porque, justo
en abril del 58, estaba terminando el rodaje de su primer papel
protagonista en The Blob, filme de terror de serie B que acabó siendo tan descuartizado por la crítica como bien recibido por el público.
Las 24 horas de Le Mans, 1971. Imagen: Cinema Center Films / Solar Productions.
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