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26 abr 2017

Los 100 años de Pei, el hombre que diseñó la pirámide del Louvre

El arquitecto chino-estadounidense ideó un símbolo parisino que levantó polémica desde antes de su inauguración en 1989.

La pirámide del Louvre, en París. 
La pirámide del Louvre, en París. EL PAÍS
Cuando el expresidente François Mitterrand decidió encargarle el proyecto en 1983, Ieoh Ming Pei era casi un desconocido en Europa.
 El arquitecto chino-estadounidense había construido casi exclusivamente en Estados Unidos, pero el dirigente socialista apostó fuerte por él para la modernización del mayor museo del mundo, antiguo palacio de los reyes de Francia. 
Pei partió de una simple constatación: el Louvre era un "museo extraño" porque su entrada era lateral, lo que la hacía "invisible". Necesitaba una entrada central, y el arquitecto se la dio: una pirámide de cristal de 21 metros de alto que, en plena explanada, daba acceso a un complejo subterráneo. 
Fue su primer proyecto en Europa e indignó a muchos franceses. Este miércoles, cuando Pei cumple 100 años, lleva ya mucho tiempo siendo un emblema de París.

Antes de todo eso, en un viaje a Washington, Miterrand había quedado seducido por la nueva ala de la National Gallery, que Pei construyó en 1978, cinco años antes de ganar el premio Pritzker, el Nobel de arquitectura.

 Por ello escogió a este arquitecto nacido en 1917 en Cantón (China) pero formado en el Instituto de Tecnología de Massachussetts y en Harvard, que fue pupilo de Walter Gropius, fundador de la escuela Bauhaus.

 Su proyecto despertó iras desde mucho antes de abrirse al público el 29 de marzo de 1989.

"Pei había imaginado el vestíbulo bajo la pirámide como un espacio entre la ciudad y las colecciones, entre el exterior y las obras", recuerda el presidente del Louvre, Jean-Luc Martinez, que recientemente transformó este espacio con el beneplácito del arquitecto.

 ¿Por qué? El proyecto de Pei había sido concebido para recibir unos dos millones de personas al año, frente a los nueve millones actuales: "Se necesitaban ciertos cambios para devolver la pirámide a su público", explica Martinez, para quien la pirámide se ha convertido en el "símbolo de la modernidad del museo" y a la vez en "un emblema de París en el mundo". 

"La obra de Pei se elevó al rango de icono, como la Gioconda, La Venus de Milo o la Victoria de Samotracia", obras estrella del museo, sostiene. 


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