José Antonio Hernández
Un veterano de la Guardia Civil en la lucha antiterrorista rememora la encarnizada detención hace 33 años del carnicero de Mondragón.
Un veterano jubilado del GAR, Grupo Antiterrorista Rural, la extinta unidad de élite de la Guardia Civil especializada en combatir a ETA en los años más sangrientos y duros de la banda, ha volcado en un foro de internet que comparte con otros colegas del instituto armado cómo fue la detención, en junio de 1984, de uno de los etarras más feroces de la banda, Jesús María, Josu, Zabarte, conocido como el Carnicero de Mondragón.
Tras la reciente entrega de armas en Francia por parte de ETA y haber leído en el diario El Mundo unas declaraciones de Zabarte en las que se define, no “como un asesino”, sino como “un ejecutor”, y en las que subrayaba que él es “un gudari [guerrero, en euskera]” y que no se arrepiente de sus 20 atentados con 17 asesinatos, este veterano del GAR de la Guardia Civil puso el siguiente mensaje en el foro, al que ha tenido acceso EL PAÍS.
Recuerda el agente que en la operación que desmanteló el comando, desarrollada hace 33 años, un compañero suyo de la Guardia Civil resultó herido de un disparo en el vientre y dos etarras muertos.
Y señala que Zabarte, herido en una pierna, optó por entregarse a los GAR tras exhortar a gritos a sus compañeros a entregarse. Pero estos prefirieron morir al seguir disparando cuando se hallaban cercados por los GAR dentro del piso de Hernani.
Este es el relato del veterano agente de la Guardia Civil, que prefiere el anonimato:
"¡Lo voy a contar, coño; no es un gudari, es un cagari!
A este hijo de la gran p…lo detuvimos el GAR en Hernani tras un tiroteo de dos horas desde la puerta hasta la última habitación.
Las cosas pasaron así”, escribe. “Al principio de todo, el tinglado estaba allí.
El conductor del entonces comandante Galindo, tan famoso después con el paso del tiempo [se refiere a Enrique Rodríguez Galindo, jefe del cuartel guipuzcoano de Intxaurrondo, ascendido más tarde a general y condenado a 71 años de cárcel por el asesinato de Lasa y Zabala], quiso ganarse una medalla y entró en el piso recibiendo un tiro en el vientre, y se metió en la primera habitación a la izquierda, desangrándose.
Tuvo que anudar unas sábanas y descolgarse por una ventana para ser atendido por los sanitarios”, agrega.
“En tanto el GAR ya estaba enfrascado a tiros, la munición se acababa y había que ayudar a los compañeros tirando cargadores a rastras por el pasillo [dentro de la vivienda].
Al final se decidió terminar con los dos etarras, que tiraban a la libanesa, uno con un Kalashnikov y el otro con un subfusil MAT-53 de fabricación francesa”.
Este veterano del GAR describe la crudeza del enfrentamiento. “Con un lanzagranadas Instalaza, El Güerri, un teniente de los nuestros, les metió por la ventana dos granadas…Hubo una explosión por simpatía de algunos explosivos que tenían ellos, y ardieron como la yesca.
Recuerdo que al acceder a ellos, tenían las armas pegadas a los brazos”.
A continuación, el veterano de los GAR relata la intervención de Josu Zabarte:
“Pues bien, el tercero en discordia era el súper macho éste llamado Josu Zabarte Arregui (el Carnicero de Mondragón). ¿Sabéis donde estuvo durante todo el tiroteo?”, interpela el agente a sus compañeros en el foro.
“Al principio he contado que el conductor del comandante Galindo se desangraba en la primera habitación según se entraba por la puerta a la izquierda.
Pues el etarra Zabarte lo estaba observando todo, porque en esa habitación había un zulo donde él se escondía tras un espejo chino, pues allí escondido estaba el muy…Tuvo la oportunidad de rematarlo, pero no lo hizo.
Y no lo hizo porque sabía que [si lo hacía] después iba él... Y cuando tras el tiroteo se produjo el registro del inmueble, allí le encontramos, tras el espejo y dentro del zulo, cagao de miedo, sí, sí, cagao físicamente, y con la pistola en la mano, que del acojono que tenía no la tenía ni montada.
Así era y son estos carniceros...”.
Asegura este veterano de los GAR que tras su detención Zabarte no se negó a declarar, como hacían otros etarras arrestados.
“Cantó en los interrogatorios hasta la traviata, y sin tocarle ni un pelo.
Su madre, que también fue detenida, recuerdo que le decía: “Hijo de p., que has vendido a los tuyos...Y no sigo, pero queda claro quién es y era este sujeto, ¿no?
Pues eso... Un hombre cuando mata, asume morir, pero este, cuando vio que también podía caer, se cago vivo.
Ahora dice que es un gudari…aquel día fue en realidad un cagari".
Zabarte salió de prisión en 2013 tras cumplir una condena de 30 años de prisión por 17 asesinatos.
Entre ellos, cuatro policías nacionales que almorzaban en un bar de Rentería (Guipúzcoa).
Después, paró la ambulancia que trasladaba a uno de los agentes heridos para rematarlo.
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