Miley Cyrus, Jennifer Lawrence y Scarlett Johansson son parte de una nueva generación de actrices en guerra contra la desigualdad.
Quizá la imagen más representativa de este fenómeno fue la de Jane Fonda y Miley Cyrus en la marcha de las mujeres de Los Ángeles.
La primera, probablemente, no contaba con salir a las calles a luchar por más causas.
Ella, que se opuso a la guerra de Vietnam tan ardientemente que la apodaron Hanoi Jane y hasta se fotografió con el puño en alto en pleno registro policial, sintió de nuevo el ardor activista a los 79 años.
Cyrus, por supuesto, tomó buena nota como nuevo símbolo de inconformismo, aunque sea a título menos social y más individual.
A sus 25 años, volvió a sacar la lengua esta vez por una buena causa: los derechos reproductivos y la planificación familiar contra la que atenta su flamante presidente.
Se codeó no solo con la protagonista de Danzad, danzad, malditos sino con otra voz femenina histórica de Hollywood: Barbra Streisand, la misma que descubrió que sí podía ser contestataria como actriz en Tal como éramos, pero que se lo pondrían más difícil como directora con Yentl.
En su discurso fue clara: “La elección de Donald Trump refleja abiertamente lo que ha estado en la sombra por un tiempo: que, de muchas maneras, las mujeres siguen siendo ciudadanas de segunda en pleno siglo XXI”.
Sabía de lo que hablaba.
La primera dispara desde su Twitter su postura contraria a la construcción del muro con México, con emoticonos y abreviaturas.
La segunda, que con George Bush tiró la piedra y escondió la mano al retirar el vídeo satírico de American Life, esta vez va con todo el arsenal: ya había denunciado en su Instagram la pasión por la caza de los hijos de Trump, ya hizo un concierto callejero en apoyo a Hillary Clinton y en la marcha dijo que había pensado “volar la Casa Blanca”.
El mismo día de las elecciones, Jennifer Lawrence escribió en Vice y sin pelos en la lengua una carta abierta al nuevo presidente, y en las recientes manifestaciones, descubrimos a la hasta ahora políticamente inexistente Scarlett Johansson, con un hermosos discurso autobiográfico sobre lo importante que habían sido para su descubrimiento como mujer la discreción y la eficiencia de los centros de planificación familiar que ahora corren peligro.
También se reafirma en esta coyuntura Emma Watson como la nueva superdotada política del cine, quien ya puso en pie a la audiencia de Naciones Unidas el año pasado con su discurso feminista.
Y, por su condición de doble afectada —mujer y latina— no se puede dejar fuera a America Ferrara de ese grupo de mujeres guerreras.
Eso sí, muchos se preguntaron dónde estaba la comprometida Angelina Jolie o la feminista Beyoncé.
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