Carmen March, en su nuevo estudio madrileño.
Que tras este revés haya decidido retomar la aguja no es solo una buena
noticia para sus seguidores, sino para todo el sector. Así lo cree Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España:
“En esta industria hay que tener una mentalidad parecida a la de los
emprendedores estadounidenses.
Su ejemplo demuestra que un buen
profesional puede afrontar distintas etapas en su carrera con éxito”.
A través de la trayectoria de March puede contarse también la historia
de la moda española durante los últimos años, aun cuando la mallorquina
es no solo una de las voces más interesantes, sino también más inusuales
del sector.
Para Lomba, dos de los adjetivos que mejor la definen son
curranta y tenaz.
“Cuando empecé, a principios de los noventa, lo que
quería era hacer ropa y todo lo demás me daba igual.
Había mucho humo y
pocas habichuelas”, recuerda la creadora. Así que, cuando decidió volver
a poner en marcha su marca, lo primero que diseñó fue un plan
financiero a cuatro años vista.
“Esto es un negocio”, argumenta mientras
acaricia a su perra Petra. “Para mí, la búsqueda de la belleza
tiene sentido si hay una realidad económica detrás.
Ya no se puede ir a
París a la buena de Dios a ver si compran la colección y luego que me
pidan choporrocientas blusas y no tener ni el equipo ni los talleres para fabricarlas”.
Con este planteamiento, March consiguió poner a la venta una primera
colección el pasado junio, solo tres meses después de retomar su firma.
Antes de cumplir un año, sus prendas, sofisticadas y llenas de fuerza,
ya se pueden comprar en boutiques como la parisiense Montaigne Market.
Y Net-A-Porter, una de las tiendas de lujo online
más importantes del mundo, acaba de hacerles un pedido “abrumador”.
No
es la primera vez que este gigante digital donde Prada y Gucci comparten
pantalla confía en March.
Ya apostó por ella cuando lideraba Pedro del
Hierro Madrid.
“Era un proyecto a largo plazo.
Como mínimo, para seis
años, pero duró la mitad.
Estábamos dentro de la misma cuenta de
resultados que Cortefiel, pero representábamos una parte muy pequeña de
la pirámide.
Y cuando la pirámide hace aguas, lo lógico y normal es
empezar a recortar por abajo.
El suyo con Pedro del Hierro Madrid constituye el último matrimonio roto
entre un diseñador español y una gran cadena de distribución. Antes,
Miguel Palacio y Hoss Intropia o Juan Duyos y Don Algodón intentaron
unir fuerzas infructuosamente.
Pero March se niega a ver en estas
asociaciones el único modelo posible para crear una marca de moda
potente.
“Cuando hablamos de sinergia entre industria y creativos, ¿qué
significa exactamente? ¿Qué queremos, que un empresario nos dé mucho
dinero para hacer lo que nos dé la gana?
El empresario ha entendido
mucho antes que el diseñador que necesita del diseño.
Pero el creador
tiene que entender que debe ser empresario”, argumenta March, miembro de
la célebre familia balear de banqueros.
A March siempre le ha gustado –y se le ha dado bien– descubrir nuevos talentos.
De su taller salió Nacho Aguayo,
reconocido diseñador a medida, exdirector creativo de CH Carolina
Herrera y actual responsable de Pedro del Hierro y Cortefiel Mujer.
Y su
actual mano derecha y director creativo asociado, Ekaitz Arruti, es uno de los nombres más prometedores del momento.
Ella misma se fogueó de la mano de otros creadores como Javier Larrainzar.
Ella misma se fogueó de la mano de otros creadores como Javier Larrainzar.
Junto
a él confirmó lo beneficioso que resultaba apoyarse como gremio.
Lo
hizo durante un viaje a Nueva York para conocer a Oscar de la Renta, del
que el madrileño –hoy retirado de la moda– había sido asistente.
“Llegamos a un rascacielos y Calvin Klein estaba en la cuarta planta;
Donna Karan, en la quinta; Oscar, en la sexta.
Y había gente entrando y
saliendo de unas oficinas a otras sin parar. No existía ningún grupo
empresarial que les obligase a trabajar juntos, lo hacían porque
querían, y me pareció un buen patrón, porque en aquel momento, en los
noventa, todos los diseñadores españoles estaban enfadados unos con
otros”.
Ya nada es igual en Manhattan.
Pero tampoco en España.
March presume de
intercambiar contactos de fabricantes y proveedores con otros
compañeros, y Modesto Lomba destaca que la mallorquina no se ha
desvinculado de la Asociación de Creadores ni siquiera cuando estuvo
retirada.
También los consumidores han cambiado. En su opinión, respetan
más la moda.
“Hay países donde se trata como un valor nacional, pero
aquí no ha existido esa cultura entre la población.
Entiendo que los
sucesivos Gobiernos no hayan hecho leyes para apoyar al sector porque no
existía esa demanda social.
Pero el cliente también está madurando.
Por
fin, toda la industria empieza a cambiar”.
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