El mensaje está claro: el año próximo habrá mucho más oro.
Hay infiernos a los que te apetece regresar. Art Basel Miami
es uno de ellos.
Se trata de una feria de arte donde confluyen el talento, el exceso, la vulgaridad, la violencia y el dinero. Como en el infierno, desfilan delante de ti para confundirte, quizás seducirte, mientras el calor te devora.
“Es la feria del maltrato”, sintetiza mi amiga Carolina, mientras sus altísimos tacones Gucci se hunden en la arena en la playa delante del Hotel Faena.
“Te maltrata el tráfico, insoportable. Te maltrata el clima, te despiertas con un sol maravilloso y cuando sales hay una tormenta. Te maltrata el mal gusto de los millonarios comprando arte tamaño XL.
Pero, sobre todo, te maltrata la eterna pregunta: ¿Por qué estoy aquí otra vez?”.
Hace unos años, en este mismo infierno, tropecé con Lapo Elkann, tan superbien vestido que te daba un pelín de miedo.
Era su etapa sobria, que le ha durado ocho años hasta que esta semana se autosecuestró para exigir 10.000 dólares de rescate y pagar una noche de excesos.
Mientras le critican, yo sostengo que Lapo está enviando un mensaje: estuvo sobrio cuando la economía se hundía en la crisis.
Ahora, con Trump, ¡tachán!, vuelve el exceso. Lo confirmé cuando oí a otra vip, con los tacones invisibles en la arena: “Pagaremos menos impuestos. Más dinero para gastar en el mall”. Y Miami es la ciudad Mar-Mol.
Carmen Rigalt me mencionó en su crónica sobre la fiesta de Vanity Fair, asegurando que envidiaba la cercanía a Cuba cuando estoy en Miami. Aquí celebran la muerte de Fidel pero sintiendo que la fiesta les pilla ya mayores.
En cualquier caso, mientras los europeos, aterrados de ver cómo el dólar sube y sube, hablan de Trump y de Lapo, los latinos hablan de las declaraciones de Elián, aquel niño cubano que regresó a la isla después de que su padre lo reclamara. Eliancito, ahora veinteañerito y sin facilidad oratoria, dijo que en Estados Unidos tienen a Superman pero que Fidel es inmortal.
“El chico se quedó trastornado con los superhéroes”, me explicó un camarógrafo cubano con ese acento que se traga las vocales como la arena los tacones.
“En Cuba no hay superhéroes”, agregó, “solo supervivientes.
La revolución tuvo dos enemigos: Walt Disney y Marvel”.
Y en España tenemos dos baronesas. Tita Thyssen y Susana Díaz, que está haciendo su propia colección de barones y federaciones socialistas. Miquel Iceta ya está en el bote. Hay algunos tiquismiquis que ponen pegas, hablando de puñaladas y eso. ¡Es política! ¿Es que no han visto House of Cards?
Es una vuelta al PSOE clásico sin incertidumbres.
La otra baronesa, Tita, acumula, también sin incertidumbres, cuadros y joyas como hemos visto en la exposición de Bulgari en su museo.
Donde brillan el collar y la pulsera regaladas por el barón Thyssen en el año 89, con gran cabuchón de esmeralda, esa talla redondeada que resiste mejor las ralladuras que pudiera provocar el uso.
O la exposición. El mensaje está claro: el año próximo, habrá mucho más oro, más exceso.
Y se olvidarán los tacones hundidos en la arena.
Se trata de una feria de arte donde confluyen el talento, el exceso, la vulgaridad, la violencia y el dinero. Como en el infierno, desfilan delante de ti para confundirte, quizás seducirte, mientras el calor te devora.
“Es la feria del maltrato”, sintetiza mi amiga Carolina, mientras sus altísimos tacones Gucci se hunden en la arena en la playa delante del Hotel Faena.
“Te maltrata el tráfico, insoportable. Te maltrata el clima, te despiertas con un sol maravilloso y cuando sales hay una tormenta. Te maltrata el mal gusto de los millonarios comprando arte tamaño XL.
Hay infiernos a los que te apetece regresar. Art Basel Miami
es uno de ellos. Se trata de una feria de arte donde confluyen el
talento, el exceso, la vulgaridad, la violencia y el dinero. Como en el
infierno, desfilan delante de ti para confundirte, quizás seducirte,
mientras el calor te devora.
“Es la feria del maltrato”, sintetiza mi amiga Carolina, mientras sus altísimos tacones Gucci se hunden en la arena en la playa delante del Hotel Faena.
“Te maltrata el tráfico, insoportable.
Te maltrata el clima, te despiertas con un sol maravilloso y cuando sales hay una tormenta. Te maltrata el mal gusto de los millonarios comprando arte tamaño XL.
Pero, sobre todo, te maltrata la eterna pregunta: ¿Por qué estoy aquí otra vez?”.
“Es la feria del maltrato”, sintetiza mi amiga Carolina, mientras sus altísimos tacones Gucci se hunden en la arena en la playa delante del Hotel Faena.
“Te maltrata el tráfico, insoportable.
Te maltrata el clima, te despiertas con un sol maravilloso y cuando sales hay una tormenta. Te maltrata el mal gusto de los millonarios comprando arte tamaño XL.
Pero, sobre todo, te maltrata la eterna pregunta: ¿Por qué estoy aquí otra vez?”.
Carolina se hacía esa pregunta rodeada de 200 invitados vip
que no podían entrar a una carpa en plena playa diseñada por Juan Gatti,
fotógrafo y artista gráfico responsable de las mejores portadas del pop
español y de los títulos de crédito más icónicos de Almodóvar.
Los porteros delante del efímero espacio luchaban por dominar las
hordas, constatando que no hay nada más temible que un vip enfurecido.
“Lo que pasa es que hay demasiados vips”, intentaba mediar un relaciones
públicas. “Despierta, chico, en la era de Instagram todos somos vips”,
vociferó uno de los afectados. El nivel de disparate en el vestuario (un
poco de minimalismo confundido con excesos estéticos de Trump) también
indicaba que en el infierno, hiperrealismo y surrealismo, por fin, van
de la mano.
Hay que reconocerlo, nunca conseguimos entrar en el espacio vip. Gatti envió un whatsapp disculpándose: “Esto a veces se desmadra”. Quizás aún no sabía que esa misma noche, en el garaje del hotel de moda, se fue la luz y las plataformas que suben y bajan los coches se quedaron suspendidas, con los vehículos corriendo el riesgo de deslizarse y caer hacia los impacientes y adinerados propietarios. Ambiente de El Coloso en llamas. “Eso sí que sería una performance, mi amol”, disparó una artista cubana que repartía flyers para otra feria.
Hay que reconocerlo, nunca conseguimos entrar en el espacio vip. Gatti envió un whatsapp disculpándose: “Esto a veces se desmadra”. Quizás aún no sabía que esa misma noche, en el garaje del hotel de moda, se fue la luz y las plataformas que suben y bajan los coches se quedaron suspendidas, con los vehículos corriendo el riesgo de deslizarse y caer hacia los impacientes y adinerados propietarios. Ambiente de El Coloso en llamas. “Eso sí que sería una performance, mi amol”, disparó una artista cubana que repartía flyers para otra feria.
Pero, sobre todo, te maltrata la eterna pregunta: ¿Por qué estoy aquí otra vez?”.
Hace unos años, en este mismo infierno, tropecé con Lapo Elkann, tan superbien vestido que te daba un pelín de miedo.
Era su etapa sobria, que le ha durado ocho años hasta que esta semana se autosecuestró para exigir 10.000 dólares de rescate y pagar una noche de excesos.
Mientras le critican, yo sostengo que Lapo está enviando un mensaje: estuvo sobrio cuando la economía se hundía en la crisis.
Ahora, con Trump, ¡tachán!, vuelve el exceso. Lo confirmé cuando oí a otra vip, con los tacones invisibles en la arena: “Pagaremos menos impuestos. Más dinero para gastar en el mall”. Y Miami es la ciudad Mar-Mol.
Carmen Rigalt me mencionó en su crónica sobre la fiesta de Vanity Fair, asegurando que envidiaba la cercanía a Cuba cuando estoy en Miami. Aquí celebran la muerte de Fidel pero sintiendo que la fiesta les pilla ya mayores.
En cualquier caso, mientras los europeos, aterrados de ver cómo el dólar sube y sube, hablan de Trump y de Lapo, los latinos hablan de las declaraciones de Elián, aquel niño cubano que regresó a la isla después de que su padre lo reclamara. Eliancito, ahora veinteañerito y sin facilidad oratoria, dijo que en Estados Unidos tienen a Superman pero que Fidel es inmortal.
“El chico se quedó trastornado con los superhéroes”, me explicó un camarógrafo cubano con ese acento que se traga las vocales como la arena los tacones.
“En Cuba no hay superhéroes”, agregó, “solo supervivientes.
La revolución tuvo dos enemigos: Walt Disney y Marvel”.
Y en España tenemos dos baronesas. Tita Thyssen y Susana Díaz, que está haciendo su propia colección de barones y federaciones socialistas. Miquel Iceta ya está en el bote. Hay algunos tiquismiquis que ponen pegas, hablando de puñaladas y eso. ¡Es política! ¿Es que no han visto House of Cards?
Es una vuelta al PSOE clásico sin incertidumbres.
La otra baronesa, Tita, acumula, también sin incertidumbres, cuadros y joyas como hemos visto en la exposición de Bulgari en su museo.
Donde brillan el collar y la pulsera regaladas por el barón Thyssen en el año 89, con gran cabuchón de esmeralda, esa talla redondeada que resiste mejor las ralladuras que pudiera provocar el uso.
O la exposición. El mensaje está claro: el año próximo, habrá mucho más oro, más exceso.
Y se olvidarán los tacones hundidos en la arena.
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