Gigi Hadid posa sin ropa en la última campaña de Stuart Weitzman.
A pesar de ser productos dirigidos a mujeres, las líneas de calzado de otras firmas como Tom Ford, Sam Edelman e incluso Reebok también apuestan por quitarle la ropa a sus modelos para vender.
Analizamos el fenómeno.
Foto: Stuart Weitzman
En multitud de los anuncios analizados, las firmas apuestan por el desnudo integral y, en otros tantos, por dejar al descubierto partes del cuerpo erotizadas como el pecho o los glúteos.
“La ausencia de ropa pone el foco en los zapatos en cuestión que, por otro lado, suelen ser de tacón para hacer un guiño al fetichismo asociado a este tipo de calzado”, cuenta Gallego que también es autora del libro De reinas a ciudadanas. Medios de comunicación, ¿motor o rémora para la igualdad?.
Incluso firmas deportivas como Reebok han apostado por desnudar totalmente a la modelo Helena Christensen o a la actriz Ashley Madekwe a excepción de un par de zapatillas para correr (todo el mundo sabe lo cómodo que resulta hacer footing sin sujetador, imagínense sin camiseta ni pantalón).
Una vez aclarado que los creativos publicitarios –solo un 3% de los publicistas son mujeres– pretenden convencernos de que no necesitamos nada más que sus zapatos para estar guapas y de que comprándolos lograremos las medidas canónicas e imposibles de sus modelos, cabe preguntarnos si realmente la estrategia funciona.
“Habría que comparar datos para saber si logran vender más que los anuncios en los que las modelos aparecen vestidas pero de lo que no cabe duda es de que son imágenes con mucha potencia e impacto que, inevitablemente, llaman la atención.
Este tipo de anuncios no van dirigidos a la razón sino a la emoción, por tanto incluso aunque seamos conscientes de cómo usan el cuerpo femenino, es probable que nuestro inconsciente acabe queriendo comprar esos zapatos”, explica la experta en género y comunicación.
Desde luego a Stuart Weitzman, una de las más marcas más aficionadas a esta práctica, no parece irle nada mal.
Recientemente fue adquirida por Coach por 530 millones de dólares y, según Fortune, sus beneficios han pasado de 200 millones de dólares a los 300 (unos 288 milones de euros) en solo cinco años.
En las campañas zapateras la cosificación femenina también pasa por el síndrome de la novia muerta, un recurso más presente en comunicación de lo que debería.
No faltan las campañas que recrean asesinatos femeninos, mujeres en la morgue o modelos atadas.
Todas ellas, ligeras de ropa a excepción, por supuesto, de un par de zapatos de infarto.
“Esto produce una peligrosa asociación entre la violencia y lo sexy”, apunta Gallego.
También abundan las imágenes en las que las protagonistas quedan reducidas a partes del cuerpo como unas kilométricas piernas o unos sugerentes pies dejándo a las mujeres, una vez más, sin cabeza y sin cerebro.
El modelo de mujer sexualizada tiene efectos reales en la vida cotidiana de sus destinatarias.
“Quizá las mujeres maduras estemos más curtidas pero en el caso de las chicas jóvenes puede influir incluso en que padezcan trastornos alimenticios.
Todas las marquesinas y vallas publicitarias repiten el mismo modelo y esto afecta al imaginario y aumenta los deseos de conseguir determinado cuerpo”, detalla la directora del Observatorio para la Igualdad UAB.
Un modelo que se resiste a desaparecer a pesar de la reciente incursión de maniquíes de talla grande, ángeles de Victoria’s Secret con estrías y una mayor representación de todos los tipos de mujer en las pasarelas y los anuncios. “En mi opinón, la diversidad de las modelos es una cuestión de marketing.
Ojalá se produzca un cambio real pero considero que muchas firmas proponen a mujeres mayores, con disfunciones o enfermedades como el vitíligo para llamar la atención.
De momento esos intentos de diversidad no tienen suficiente fuerza para cambiar el modelo dominante que sigue siendo el de chica guapa, delgadísima (esto sigue siendo fundamental) y con un cuerpo perfecto”, termina Gallego.
De momento todo apunta a que Gigi Hadid volverá a desnudarse la próxima primavera para Stuart Weitzman.
Helena Christensen posó desnuda en otra campaña de Reebok en 2010
January Jones para Versace
En multitud de los anuncios analizados, las firmas apuestan por el desnudo integral y, en otros tantos, por dejar al descubierto partes del cuerpo erotizadas como el pecho o los glúteos.
“La ausencia de ropa pone el foco en los zapatos en cuestión que, por otro lado, suelen ser de tacón para hacer un guiño al fetichismo asociado a este tipo de calzado”, cuenta Gallego que también es autora del libro De reinas a ciudadanas. Medios de comunicación, ¿motor o rémora para la igualdad?.
Incluso firmas deportivas como Reebok han apostado por desnudar totalmente a la modelo Helena Christensen o a la actriz Ashley Madekwe a excepción de un par de zapatillas para correr (todo el mundo sabe lo cómodo que resulta hacer footing sin sujetador, imagínense sin camiseta ni pantalón).
Una vez aclarado que los creativos publicitarios –solo un 3% de los publicistas son mujeres– pretenden convencernos de que no necesitamos nada más que sus zapatos para estar guapas y de que comprándolos lograremos las medidas canónicas e imposibles de sus modelos, cabe preguntarnos si realmente la estrategia funciona.
“Habría que comparar datos para saber si logran vender más que los anuncios en los que las modelos aparecen vestidas pero de lo que no cabe duda es de que son imágenes con mucha potencia e impacto que, inevitablemente, llaman la atención.
Este tipo de anuncios no van dirigidos a la razón sino a la emoción, por tanto incluso aunque seamos conscientes de cómo usan el cuerpo femenino, es probable que nuestro inconsciente acabe queriendo comprar esos zapatos”, explica la experta en género y comunicación.
Desde luego a Stuart Weitzman, una de las más marcas más aficionadas a esta práctica, no parece irle nada mal.
Recientemente fue adquirida por Coach por 530 millones de dólares y, según Fortune, sus beneficios han pasado de 200 millones de dólares a los 300 (unos 288 milones de euros) en solo cinco años.
En las campañas zapateras la cosificación femenina también pasa por el síndrome de la novia muerta, un recurso más presente en comunicación de lo que debería.
No faltan las campañas que recrean asesinatos femeninos, mujeres en la morgue o modelos atadas.
Todas ellas, ligeras de ropa a excepción, por supuesto, de un par de zapatos de infarto.
“Esto produce una peligrosa asociación entre la violencia y lo sexy”, apunta Gallego.
También abundan las imágenes en las que las protagonistas quedan reducidas a partes del cuerpo como unas kilométricas piernas o unos sugerentes pies dejándo a las mujeres, una vez más, sin cabeza y sin cerebro.
El modelo de mujer sexualizada tiene efectos reales en la vida cotidiana de sus destinatarias.
“Quizá las mujeres maduras estemos más curtidas pero en el caso de las chicas jóvenes puede influir incluso en que padezcan trastornos alimenticios.
Todas las marquesinas y vallas publicitarias repiten el mismo modelo y esto afecta al imaginario y aumenta los deseos de conseguir determinado cuerpo”, detalla la directora del Observatorio para la Igualdad UAB.
Un modelo que se resiste a desaparecer a pesar de la reciente incursión de maniquíes de talla grande, ángeles de Victoria’s Secret con estrías y una mayor representación de todos los tipos de mujer en las pasarelas y los anuncios. “En mi opinón, la diversidad de las modelos es una cuestión de marketing.
Ojalá se produzca un cambio real pero considero que muchas firmas proponen a mujeres mayores, con disfunciones o enfermedades como el vitíligo para llamar la atención.
De momento esos intentos de diversidad no tienen suficiente fuerza para cambiar el modelo dominante que sigue siendo el de chica guapa, delgadísima (esto sigue siendo fundamental) y con un cuerpo perfecto”, termina Gallego.
De momento todo apunta a que Gigi Hadid volverá a desnudarse la próxima primavera para Stuart Weitzman.
Helena Christensen posó desnuda en otra campaña de Reebok en 2010
January Jones para Versace
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