Significa que parte de la energía que se produce allí llega aquí. O al revés, no estamos muy seguros.
El caso es que si se le funden los plomos a uno, se queda también sin luz el otro.
Pero lo que pretendíamos destacar era la cantidad de símbolos ocultos, o casi, que contiene la instantánea.
Observen, a la derecha del lector, al electricista español, representado por la bandera de ese lado (un símbolo).
A su izquierda, la electricista francesa, reconocible también por su enseña (dos símbolos).
Tanto el operario como la operaria, a diferencia de los espectadores, llevan monos de trabajo y cascos de seguridad no tanto porque los necesiten como para dar testimonio de su condición (tres símbolos).
Entremos ahora en las cuestiones que sin duda fueron objeto de negociación.
Adviertan que la clavija macho, sostenida por una mujer, es la francesa (cuatro símbolos), mientras que la hembra, sostenida por un hombre, es la española (cinco símbolos).
He ahí un juego de compensaciones complicado de resolver en culturas tan machistas como la nuestra y la de nuestros vecinos, que en todas partes cuecen habas.
Reparen también en el hecho de que Arias Cañete, un hombre que procura no discutir con las mujeres porque teme mostrar su superioridad intelectual, se ha situado en el lado de la clavija macho (seis símbolos) sostenida por una mujer y que se encuentra a su vez al lado de Francia (siete símbolos).
Total, una ensalada hispano-francesa de símbolos, que es a lo que íbamos.
El comisario europeo Miguel Arias Cañete, el primer ministro francés,
Manuel Valls, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante la
inauguración de la interconexión España-Francia de la Línea de Alta
Tensión.
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