La actriz se convierte en una de las protagonistas del nuevo Calendario Pirelli de Peter Lindbergh.
Chica de calendario, ese es el último trabajo de Nicole Kidman.
Lejos del glamour de las alfombras rojas, y de la caracterización que ello implica para convertirse en la estrella de Hollywood que la actriz es, aparece en el Calendario Pirelli 2017 con un recogido algo despeinado.
El objetivo del fotógrafo Peter Lindbergh con sus 15 protagonistas era desnudar su alma, dejándolas más desnudas que si llevaran ropa.
Y la intérprete australiana, cuando no actúa, es una mujer de 49 años y madre de dos niñas pequeñas (Sunday Rose, de 8 años, y Faith Margaret, de 6) que se pasa la mayor parte del tiempo con un moño y sin apenas maquillaje, confiesa.
“Tal y como encaro mi vida ahora mismo, la simplicidad es una gran parte de ella. Porque el tiempo es algo muy preciado y no lo quiero malgastar”. Así que en la decisión que la ha llevado estos días a París también fue determinante que quien iba a estar en el otro lado del objetivo era un amigo.
Juntos trabajaron por primera vez hace unos 10 años —ninguno consigue recordar la fecha exacta—, cuando el fotógrafo alemán la convirtió en un chico para retratarla.
Sin pretenderlo, Kidman forma parte “del acto de rebelión” en el que ha convertido Peter Lindbergh su tercer almanaque para la marca de neumáticos, en el que su característica desnudez ha dado paso a una denuncia sobre el concepto actual de la belleza y la presión por la perfección y la juventud.
“No es un acto de rebelión, pero poder hacer fotos así es algo que tiene que ser celebrado”, matiza Kidman.
“Cuando me ofrecieron participar, pensé que Pirelli estaba haciendo algo muy valiente en estos tiempos, y que era una declaración de intenciones fuerte en cuanto a las mujeres”. Tiempos, en concreto, en los que muchas de sus colegas de profesión han alzado la voz para pedir igualdad salarial y han apoyado el movimiento Ask Her More (pregúntale más, en castellano), con el que las actrices reclaman poder hablar de sus carreras tanto o más que de sus estilismos en las alfombras rojas.
Peter Lindberg, Nicole Kidman y Uma Thurman, en la presentación del Calendario Pirelli en París. Julien Hekimian Getty Image
“Es un momento fantástico para ser retratada con 49 años”, dice mencionando su edad quien hoy deja entrever las líneas de expresión de su rostro tras confesar hace un tiempo su arrepentimiento con el uso del bótox.
Cumplirá 50 años el próximo junio, sin miedo a una industria que más de una vez ha dejado de lado a las actrices que alcanzan la madurez.
“Lo que es interesante ahora es que como mujeres podemos hacer que desaparezcan los límites.
Por ejemplo, en este último año he hecho cuatro películas, algo que no me había pasado hasta ahora”.
No quiere hablar por nadie, así que Kidman decide ponerse de ejemplo de que algo se mueve en la meca del cine.
En esos cuatro filmes (incluida una serie televisiva) que tiene pendientes de estrenar, en los que ha trabajado a las órdenes de Sofia Coppola o de John Cameron Mitchell y con compañeros de reparto como Alexander Skarsgård o Colin Farrell (ambos nueve años más jóvenes que ella), ha interpretado a personajes de su edad o incluso mayores.
“Tener ese abanico de edades y estas oportunidades a mi edad es bastante espectacular
. Por eso digo que las líneas se empiezan a borrar.
Pero cuanto más empujemos por ello como mujeres, y más nos ayudemos en los castings y creando guiones, más oportunidades tendremos”, anima.
“Podría mirar la foto de Nicole durante cinco horas”, dice Peter Lindbergh de la primera de todas las imágenes que tomó, aunque antes ha asegurado que para él todas son sus favoritas.
"Cuando Nicole me dijo: 'Nadie me había fotografiado nunca así, ni ha visto esta parte de mí, es estupendo', sintetizó la esencia de lo que yo quería hacver".
Su relación traspasa las imágenes y se transforma en miradas de afecto y gestos de cariño mutuos durante el encuentro de los dos con la prensa internacional.
Que haya seleccionado a la actriz como chica de enero, abriendo el calendario, le delata.
Lejos del glamour de las alfombras rojas, y de la caracterización que ello implica para convertirse en la estrella de Hollywood que la actriz es, aparece en el Calendario Pirelli 2017 con un recogido algo despeinado.
El objetivo del fotógrafo Peter Lindbergh con sus 15 protagonistas era desnudar su alma, dejándolas más desnudas que si llevaran ropa.
Y la intérprete australiana, cuando no actúa, es una mujer de 49 años y madre de dos niñas pequeñas (Sunday Rose, de 8 años, y Faith Margaret, de 6) que se pasa la mayor parte del tiempo con un moño y sin apenas maquillaje, confiesa.
“Tal y como encaro mi vida ahora mismo, la simplicidad es una gran parte de ella. Porque el tiempo es algo muy preciado y no lo quiero malgastar”. Así que en la decisión que la ha llevado estos días a París también fue determinante que quien iba a estar en el otro lado del objetivo era un amigo.
Juntos trabajaron por primera vez hace unos 10 años —ninguno consigue recordar la fecha exacta—, cuando el fotógrafo alemán la convirtió en un chico para retratarla.
Sin pretenderlo, Kidman forma parte “del acto de rebelión” en el que ha convertido Peter Lindbergh su tercer almanaque para la marca de neumáticos, en el que su característica desnudez ha dado paso a una denuncia sobre el concepto actual de la belleza y la presión por la perfección y la juventud.
“No es un acto de rebelión, pero poder hacer fotos así es algo que tiene que ser celebrado”, matiza Kidman.
“Cuando me ofrecieron participar, pensé que Pirelli estaba haciendo algo muy valiente en estos tiempos, y que era una declaración de intenciones fuerte en cuanto a las mujeres”. Tiempos, en concreto, en los que muchas de sus colegas de profesión han alzado la voz para pedir igualdad salarial y han apoyado el movimiento Ask Her More (pregúntale más, en castellano), con el que las actrices reclaman poder hablar de sus carreras tanto o más que de sus estilismos en las alfombras rojas.
Peter Lindberg, Nicole Kidman y Uma Thurman, en la presentación del Calendario Pirelli en París. Julien Hekimian Getty Image
“Es un momento fantástico para ser retratada con 49 años”, dice mencionando su edad quien hoy deja entrever las líneas de expresión de su rostro tras confesar hace un tiempo su arrepentimiento con el uso del bótox.
Cumplirá 50 años el próximo junio, sin miedo a una industria que más de una vez ha dejado de lado a las actrices que alcanzan la madurez.
“Lo que es interesante ahora es que como mujeres podemos hacer que desaparezcan los límites.
Por ejemplo, en este último año he hecho cuatro películas, algo que no me había pasado hasta ahora”.
No quiere hablar por nadie, así que Kidman decide ponerse de ejemplo de que algo se mueve en la meca del cine.
En esos cuatro filmes (incluida una serie televisiva) que tiene pendientes de estrenar, en los que ha trabajado a las órdenes de Sofia Coppola o de John Cameron Mitchell y con compañeros de reparto como Alexander Skarsgård o Colin Farrell (ambos nueve años más jóvenes que ella), ha interpretado a personajes de su edad o incluso mayores.
“Tener ese abanico de edades y estas oportunidades a mi edad es bastante espectacular
. Por eso digo que las líneas se empiezan a borrar.
Pero cuanto más empujemos por ello como mujeres, y más nos ayudemos en los castings y creando guiones, más oportunidades tendremos”, anima.
“Podría mirar la foto de Nicole durante cinco horas”, dice Peter Lindbergh de la primera de todas las imágenes que tomó, aunque antes ha asegurado que para él todas son sus favoritas.
"Cuando Nicole me dijo: 'Nadie me había fotografiado nunca así, ni ha visto esta parte de mí, es estupendo', sintetizó la esencia de lo que yo quería hacver".
Su relación traspasa las imágenes y se transforma en miradas de afecto y gestos de cariño mutuos durante el encuentro de los dos con la prensa internacional.
Que haya seleccionado a la actriz como chica de enero, abriendo el calendario, le delata.
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