Si te llamas Philip Roth y has escrito El lamento de Portnoy, no ganarlo es una forma de ganarlo. Nos explicamos.
El Nobel de Literatura, no siempre, pero con frecuencia, premia al que se lo da y al que no se lo da.
Al primero de forma directa y al segundo de manera inversa. Aunque resulta un poco confuso, es tal y como lo decimos.
No hablamos de un accésit, ni de un segundo premio, nada de eso. No.
Hablamos de un galardón con todas las de la ley, cuya única diferencia con el premio directo es la dotación económica. El Nobel Inverso no está dotado.
¿Pero quién piensa en el dinero cuando recibe un honor de tal calibre Gozan del Nobel Inverso, entre otros, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Virginia Woolf, Graham Greene, pero también Juan Rulfo, León Tolstói, Kafka, Joyce o Italo Calvino.
Les ha sido otorgado, en fin, a muchos escritores cuya lista nos quitaría, de tenerlo, el hipo.
De hecho, siempre que se enumeran los premiados directos, se publica también la nómina de los inversos, que para algunos es más atractiva, y no solo por la calidad de su obra, sino por la gloria inherente al hecho de fracasar para que otro triunfe (véase La parte maldita, de Georges Bataille).
Significa que para que Bob Dylan recibiera este año el Nobel de Literatura, era absolutamente preciso que no lo recibiera Roth.
Lo curioso es que si lo hubiera recibido Roth, Dylan no habría recibido el inverso.
Los suecos, qué listos, han vuelto a matar dos pájaros de un tiro.
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