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Carmen no fue amante ni del Rey ni de Suárez, aunque ambos hubieran querido serlo
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'Yo nunca he pastoreado en corral ajeno. Más, viniendo de donde vengo', decía
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Nunca superó su frustrada relación con su propio hermano, Ramón Serrano Polo. (Hermano de padre)
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Carmen no fue amante ni del Rey ni de Suárez, aunque ambos hubieran querido serlo
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'Yo nunca he pastoreado en corral ajeno. Más, viniendo de donde vengo', decía
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Nunca superó su frustrada relación con su propio hermano, Ramón Serrano Polo
Entre julio de 1976 y mayo de 1977 ejerció el cargo de jefe de Gabinete del presidente del Gobierno.
Escribió un diario de esos días. Ese documento es uno de los pocos que hay de la época.
En su doble condición de confidente del Monarca y consejera del presidente, influyó en ambos para que aceleraran el camino de las reformas.
Les insistió en la necesidad de legalizar el Partido Comunista.
La sustituyó el diplomático Alberto Aza.
Hasta hoy, cuando han pasado ya 37 años, ninguna mujer ha vuelto a ocupar ese cargo en La Moncloa.
En la actualidad lo desempeña el diplomático Jorge Moragas, secretario de Estado y diputado por Barcelona.
El 30 de enero de 1977, cuando llevaba seis meses en el cargo, el periodista y escritor Francisco Umbral le dedicó su columna Diario de un snob en el diario 'El País'. La llamó «Musa de la Reforma», pero ya se le quedó para siempre el apodo de Musa de la Transición: «A Carrillo, en Barcelona, le ha invitado a tomarse juntos un chinchón.
A mí, por Navidades, solamente me envió un pañuelo sentimentalmente perfumado, pero no me invita a tomarme nada con ella.
Empiezo a estar mosca [...] Incontrolable, incalificable e 'inencontrable'.
La reforma tiene una musa, pero la bestia tiene una metralleta».
Hija ilegítima
Era hija ilegítima del marqués de Llanzol, un buen hombre cuya joven mujer, Sonsoles de Icaza, había sido amante de Ramón Serrano Súñer, el cuñadísimo de Franco.
Heredó el brillante cerebro político de su padre biológico y le añadió un fino olfato.
Esta semana de recuerdo de Suárez, nadie la ha recordado.
Ella quiso ser una «mujer escondida» y así vivió prácticamente toda su vida, prematuramente truncada a los 57 años por un cáncer. Algunos cronistas oficiales de la época me han llegado a decir que «ella no fue nadie en la Transición».
Otros, más conspirativos, la han tachado de «amante del Rey y de Suárez, y eso ahora no conviene recordarlo».
Carmen no fue amante ni del Rey ni de Suárez, aunque ambos hubieran querido serlo de ella.
Así lo describió en su diario: «'I'm a man after all before being what I am. I simply adore you...'», le dice el 18 de junio de 1976 su gran amigo el Rey. Carmen añade: «Vaya parejita. Si no fuera por... ¡Qué indignación!».
El 3 de julio de 1976, el día que el Rey llama a Suárez para convocarlo en La Zarzuela y decirle que lo ha elegido presidente, Carmen está sola con él en su casa madrileña de Puerta de Hierro.
Consciente de las habladurías, le recomienda a Suárez que vaya solo y ella se marcha de su casa antes de que lleguen los periodistas.
«Cuando regresa me llama a casa y reconoce que tenía razón en haberme ido. Me da las gracias», escribe en su diario.
Una belleza espectacular
Esta imagen de Carmen Díez de Rivera fue tomada por Gyenes, el fotógrafo de origen húngaro que se convirtió en favorito de la alta sociedad española a partir de los años 50 del siglo pasado. Juan Gyenes hizo esta foto en el verano de 1967, poco después de que Carmen volviera de Costa de Marfil, donde había estado de misionera.La instantánea está tomada en la casa de Marbella de sus padres, los marqueses de Llanzol.
La propia Carmen me dijo que en ella aparece «medio vestida de hippy» porque fue en África donde se instaló en ella la semilla de la rebeldía.
Entre 1960 y 1967, lo intentó todo para sobrevivir al gran trauma que le supuso saber que el chico del que se había enamorado perdidamente y con el que pensaba casarse, Ramón Serrano-Súñer Polo, era su hermano de padre.
Se sometió a una cura de sueño en Suiza, viajó a París, entró en un convento de clausura en Ávila y, finalmente, se marchó de misionera a Daloa.
Nada de esto sirvió. En 1969, rompió con su madre, la infiel marquesa consorte, y se fue a pedir trabajo a Adolfo Suárez.
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