Este investigador francés, especialista en el medievo, ofrece una nueva visión de la historia a través de los colores y los animales.
EL HISTORIADOR Michel Pastoureau (París, 1947) se formó en la llamada Escuela de los Anales, el movimiento histórico más importante del siglo XX porque cambió el foco de nuestra mirada desde los grandes salones de los reyes y los nobles hacia la vida cotidiana.
De ahí surgieron investigadores como Georges Duby, Fernand Braudel, Jacques Le Goff o Marc Bloch.
Pastoureau encontró su propio hueco porque se especializó en dos temas que hasta entonces habían sido ignorados o despreciados: los colores y los animales (dos campos de investigación a los que llegó a través de la heráldica)
Profesor en la École Pratique des Hautes Études de París, Pastoureau ha centrado la mayoría de sus investigaciones en la Edad Media, aunque su curiosidad va mucho más allá y ha pasado toda su carrera tratando de responder a preguntas que pueden parecer irrelevantes pero que no lo son:
¿Por qué las banderas tienen unos colores y no otros? ¿Por qué el verde trae mala suerte en muchos países?
¿Por qué el azul reemplazó al negro en los uniformes? ¿Por qué el cerdo es tabú para algunas religiones?
Muchos de sus libros han sido editados en castellano, como El oso. Historia de un rey destronado, Negro o Una historia simbólica del Occidente medieval.
Ganó el Premio Médicis por su libro de memorias Les couleurs de nos souvenirs (los colores de nuestros recuerdos) y su ensayo sobre el azul fue un best seller.
Gran aficionado al cine, trabajó como asesor de Éric Rohmer en Perceval (aunque el realizador de la nouvelle vague no hizo ni caso de sus consejos) y con Jean-Jacques Annaud en su versión de El nombre de la rosa.
Poco antes de rodar una escena, Pastoureau se dio cuenta de que los cerdos en la Edad Media no eran de color rosa, sino negros o con manchas y tuvo que pintarlos al no encontrar marranos así.
El color de los cerdos en el siglo XIII es una de esas cosas sobre las que Pastoureau puede disertar durante horas.
La entrevista tiene lugar en su amplio apartamento de París, situado justo enfrente de las pistas de Roland Garros, al que se acaba de mudar.
En persona es tan entretenido, divertido, inmenso y humilde como sus libros.
¿Cree que a causa de series como Juego de tronos tenemos una visión muy tópica de la Edad Media, llena de fantasía y dragones?
En cierta medida, sí. Es verdad que se produce una gran distancia entre la imagen de la Edad Media que manejan los especialistas y la del público.
Antes existía un saber medio, si me permite la expresión, con lo que se había aprendido en el colegio.
Ahora todo es mucho más confuso. Lo percibo en mis jóvenes estudiantes, que mezclan todo, la mitología griega, la Edad Media, la ciencia-ficción.
Eso crea una especie de medievo fantástico que no tiene nada que ver con lo que sabemos de la época.
“Los geógrafos aseguran que el paisaje cambió menos entre el siglo XIII y 1950 que entre 1950 y nuestro tiempo actual”
Los dos vamos vestidos de azul, pero usted explica que si esta conversación hubiese tenido lugar hace tres siglos, iríamos seguramente de negro. ¿Por qué?
Hay que esperar hasta el siglo XVIII para que en Europa se empiece a utilizar este color, sobre todo porque se importa índigo americano, que es mucho más eficaz que el asiático o el europeo.
Y el azul no se llevaba en el siglo XVII, eso viene con el Romanticismo, cuando se pone de moda primero el azul claro. Hubiese sido muy extravagante ir vestidos así.
Es algo que ocurre de forma muy lenta, a partir del siglo XVIII.
En el XIX el azul marino comienza a reemplazar al negro, primero en los uniformes y luego en la ropa de la vida cotidiana.
Creo que el gran fenómeno en los colores del siglo XX es la omnipresencia de esa tonalidad.
Un estilista puede no estar muy de acuerdo, pero si miramos en el metro encontraremos mucho azul.
En España el verde no es un color de mala suerte, pero sí en otros países. ¿Por qué es un tono maldito en tantos lugares? Es una creencia relacionada con su inestabilidad, es bello al principio pero poco a poco va perdiendo fuerza y desaparece.
También porque se utilizaban tintes tóxicos para producirlo, sobre todo en el teatro.
En sus libros sostiene que estas tradiciones se pueden trazar hasta la Edad Media… Sí, antes las estructuras sociales eran muy diferentes y también la forma de vida.
Durante la Edad Media comienzan a funcionar una serie de figuras con las que convivimos todavía: la estructura de la jornada, el ritmo del tiempo o de las ciudades.
No nos damos cuenta, pero muchos elementos cotidianos vienen de la Edad Media.
Han cambiado cosas, pero menos rápido de lo que pensamos. Recuerdo cómo era mi vida antes de Internet y de los teléfonos móviles, hace 30 años, y era idéntica.
Usted estudió dentro de la llamada Escuela de los Anales, que comenzó a explorar la vida privada en la historia. Y encontró nuevos objetos de estudio, entonces insólitos. ¿Cuáles cree que son los campos de investigación que todavía no han sido explotados a fondo? ¿Quedan terrenos nuevos? ¡Claro! Con los Anales cambia la forma de trabajar.
Con los mismos documentos que conocían nuestros predecesores, podemos encontrar cosas nuevas, leerlos de otra forma.
Y nos interesamos por tradiciones orales, por cuestiones más etéreas que la arqueología.
Planteamos nuevas preguntas y creo que son infinitas.
Hay cambios de curiosidad, por decirlo de alguna forma.
Cuando era estudiante, el estudio de la alimentación o de la ropa no parecían muy serios.
Hoy son dos grandes campos de investigación.
Con los animales ha pasado lo mismo.
Hablando de animales, su último libro publicado en España es sobre los osos. ¿Por qué ese animal fue reemplazado por los leones a lo largo de la Edad Media como la criatura más temida y respetada? La Iglesia lanzó una ofensiva contra todos los cultos paganos, los árboles, las piedras y los osos, que eran especialmente intensos y longevos en los pueblos germánicos y eslavos.
El más importante es el que venera a dos animales: el cuervo y el oso, las dos estrellas del bestiario sagrado en sociedades muy antiguas.
La Iglesia tarda casi 1.000 años en acabar con esos cultos paganos, pero quedaron pequeños detalles.
La Edad Media siempre aparece como una época cerrada, pero el arte o las ideas viajaban muy rápido. ¿Es así? ¿Cómo se producían esos movimientos? Están las peregrinaciones, las cruzadas…
Conocí a un campesino normando que nunca fue a ver el mar pese a que vivía a 80 kilómetros, pero en esa misma época ya hay gente que da la vuelta al mundo.
Y es algo que ocurre también en la Edad Media.
Mucha gente que no se mueve de su parroquia mientras que otros van muy lejos.
Hacia el año 1000 tenemos constancia de un conde de Anjou que fue a Jerusalén a pie cinco veces en su vida.
Volviendo a los colores. Usted ha investigado el cuento de Caperucita Roja y explica que lleva dando vueltas por lo menos desde hace un milenio. ¿Cómo ha podido mantenerse vivo tanto tiempo? ¿Por qué es roja? Viene de muy lejos.
Aunque se deforma a lo largo de los siglos, la estructura es la misma, solo cambian algunos detalles.
Los documentos más antiguos que hablan de él son del año 1000 en la región de Lieja.
Si se escribe entonces, quiere decir que la versión oral es muy anterior.
Ya narra la historia de la joven que va a ver a su abuela para llevarle un regalo.
He estudiado las diferentes hipótesis sobre por qué va vestida de rojo y no he encontrado una explicación concluyente.
Usted ha escrito mucho sobre el cerdo, un animal que nos acompaña desde hace muchísimo tiempo, pero que sigue estando rodeado de tabús. ¿Por qué? Existen muchos documentos sobre el consumo de su carne o su crianza y también sobre el aspecto simbólico, rechazo, atracción, cercanía al ser humano.
Es muy fácil de criar y durante mucho tiempo fue el único que proporcionaba alimento en Europa occidental, y una carne que podía guardarse durante mucho tiempo.
Y desde la antigüedad se sabe que anatómicamente es un primo del ser humano.
Una parte de los tabús que le rodean creo que tiene que ver con eso. Está demasiado cerca de nosotros, como si comer cerdo fuese un acto caníbal.
¿Cree que el tabú para musulmanes o judíos viene de allí? Sí. Hoy todos los especialistas han abandonado la idea de que en las regiones cálidas la carne de cerdo se conserva mal, produce enfermedades
. En las mismas zonas geográficas hay pueblos que lo comen y otros que no.
Yo estoy convencido de que tiene que ver con esa proximidad biológica que produce atracción y rechazo.
¿Se divirtió durante el rodaje de El nombre de la rosa? Sí, sobre todo cuando nos visitaba Umberto Eco.
Lo más instructivo para mí de esta experiencia es que el director y su equipo planteaban preguntas a los historiadores a las que no siempre podíamos responder.
Eso nos enfrenta a las cosas que no sabemos: conocemos muy bien la actividad material de la Edad Media, la vida cotidiana, entendemos bastante bien las mentalidades, los símbolos, el mundo de la religión, las sensibilidades, pero existen muchas lagunas. Annaud quería descifrar cómo se saludaba la gente en el siglo XIV, qué gesto se hacía.
Lo sabemos para los laicos, pero no para los monjes.
También pretendía saber en qué momentos los monjes estaban cubiertos y en cuáles no.
Era importante porque, como había que hacerles la tonsura, los monjes descubiertos salían mucho más caros.
Los figurantes cobraban más y los historiadores no lo sabían.
Mire, un aspecto olvidado de la historia: los gestos.
Desconocemos los gestos de la vida cotidiana.
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