Los libros que me ayudaron a escribir 'Falcó'
Estantería de Arturo Pérez-Reverte
Cada novela impone al autor, o por lo menos a mí me ocurre, su propio ritmo y estructura, sus personajes y lenguaje, y también la clase y el grado de documentación a utilizar.
Para escribir Falcó, ambientada en los años 30 del siglo pasado, la documentación de época era esencial, incluso más que la lectura de libros actuales.
Sobre todo porque no tenía previsto ir más allá de las 300 páginas, y eso obligaba a una economía narrativa muy rigurosa y a un material muy selecto.
Este trabajo requería diálogos rápidos y cortados, descripciones escuetas, acción y ambientación extremas y precisas.
Por eso procuré situar en la novela sólo elementos clave escogidos con sumo cuidado, detalles lo bastante significativos por sí solos para crear el clima adecuado sin tener que recurrir a digresiones, acumulaciones descriptivas ni exceso de datos.
Apuntes precisos, en suma, que me permitieran sugerir con sólo un objeto, una situación, un gesto o una breve descripción, todo lo necesario para que el lector pusiera el resto de su parte, completando él la historia.
En este caso no sólo fueron libros (leí y consulté aproximadamente un centenar) y recorridos personales por los escenarios de la novela.
En realidad la documentación bibliográfica fue sólo una pequeña parte en la novela.
Tuvieron también mucha importancia, y sobre todo, determinados recuerdos familiares, el visionado de películas y documentales antiguos y la consulta a diarios y revistas de la época; por eso es imposible trazar una línea divisoria entre una y otra clase de libros (muy pocos fueron libros en catálogos actuales), documentos y material general utilizado(este último incluyó hasta la compra a un anticuario de una pistola Browning FN modelo 1910).
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