Patrick Gouveia confiesa haber matado a la familia brasileña en Guadalajara.
Patrick Gouveia Nogueira
se fue de Brasil el martes pasado diciéndole a sus padres que iba a
España "para aclarar las cosas". La única que sabía que realmente venía dispuesto a confesar el crimen de cuatro miembros de su familia era su hermana Hanna Gouveia Nogueira, abogada, la misma que le adelantó el billete de regreso a Brasil para que volara el pasado 22 de septiembre,
dos días después de que la Guardia Civil hallase los cadáveres
degollados y descuartizados de sus tíos en un chalé de Pioz
(Guadalajara).
"Sentí un odio irrefrenable; algo me decía que tenía que matarlos", aseguran fuentes familiares que ha confesado el único sospechoso del que pasará a la historia como "el crimen de Guadalajara".
A sus 20 años, Patrick es, según su propia familia, un tipo frío, con las capacidades empáticas mermadas.
Y con esa misma frialdad ha confesado su cuádruple crimen, sin omitir detalle alguno, según fuentes cercanas a la familia, que aseguran que los investigadores llevan día y medio hablando con él.
A falta de que se le diagnostique —algo que su propia hermana asegura que no llegó a producirse nunca—, detrás de este brutal asesinato se esconde "un psicópata de libro", como determinó la Guardia Civil cuando dio por resuelto el caso.
Nadie, ni su propia familia, podía creerle capaz de lo que hizo, pese a haber agredido brutalmente a un profesor a los 16 años.
De hecho, cuando su hermana le adelantó el billete de regreso tras el hallazgo de los cadáveres, fue "porque pensaba que podía ser él el siguiente en ser asesinado".
El móvil del crimen pasional no se desprende de su declaración, aunque, según los familiares, es cierto que en algún momento pudo intentar algo con su tía Janaina y que eso enfureció a su tío Marcos. Su defensa se va a centrar precisamente en esa especie de brote psicótico que le llevo a ver a su tío como "un hijo de puta" y a sentir que tenía que matar a toda su familia.
Lo hizo sin darles opción a defenderse.
Ninguno sospechó que fuese a ser degollado.
El mismo corte seco en todos los cuerpos, practicado con un cuchillo de carnicero, de esos que usan los brasileños para cortar la carne de los asados.
Una frialdad psicopática
La frialdad de Patrick se hace evidente cuando se conoce que su intención era la de esconder los cuerpos y mantener el viaje por Europa que tenía previsto con su padre, que debía haber llegado a España a final de este mes.
La idea era que después, para finales de noviembre, cuando tenía ya reservado un billete de avión, regresarían los dos juntos a Brasil. Pasó un mes entero hasta que el fuerte olor de los cadáveres incomodó a los vecinos que alertaron a la Guardia Civil. Y el hallazgo de los cuerpos el pasado 18 de septiembre precipitó todo y le obligó a cambiar los planes.
La declaración de esta tarde ante el juez se prevé larga y extensa. Se remontará a su llegada a España, en la primavera de este año, cuando llegó a casa de su tío Marcos Nogueira y su familia en Torrejón dispuesto a convertirse en un gran futbolista, animado por su tío Walfran Campos, que lleva en España casi tres semanas para tratar de gestionar y lograr financiación para la repatriación de los cuerpos de sus familiares.
Él tampoco creyó inicialmente que el asesino pudiera ser su sobrino.
Las contundentes pruebas en su contra convencieron a Walfran, primero, y a su hermana Hanna, después, de que podía ser el asesino.
Sus huellas y su ADN encontrados en las seis bolsas de plástico en las que metió los cuerpos descuartizados de sus familiares.
La geolocalización de su móvil que le situaba el 17 de agosto, el día en que presuntamente llevó a cabo la carnicería, en esa casa de Pioz, en la que, según declaró a la policía de Brasil, "nunca había estado".
Allí se declaró inocente, en un principio. Pero el viaje de su hermana Hanna a España lo cambió todo.
Ella pudo ver con los investigadores y el juez gran parte de las evidencias que había en contra de su hermano.
"Sentí un odio irrefrenable; algo me decía que tenía que matarlos", aseguran fuentes familiares que ha confesado el único sospechoso del que pasará a la historia como "el crimen de Guadalajara".
A sus 20 años, Patrick es, según su propia familia, un tipo frío, con las capacidades empáticas mermadas.
Y con esa misma frialdad ha confesado su cuádruple crimen, sin omitir detalle alguno, según fuentes cercanas a la familia, que aseguran que los investigadores llevan día y medio hablando con él.
A falta de que se le diagnostique —algo que su propia hermana asegura que no llegó a producirse nunca—, detrás de este brutal asesinato se esconde "un psicópata de libro", como determinó la Guardia Civil cuando dio por resuelto el caso.
Nadie, ni su propia familia, podía creerle capaz de lo que hizo, pese a haber agredido brutalmente a un profesor a los 16 años.
De hecho, cuando su hermana le adelantó el billete de regreso tras el hallazgo de los cadáveres, fue "porque pensaba que podía ser él el siguiente en ser asesinado".
El móvil del crimen pasional no se desprende de su declaración, aunque, según los familiares, es cierto que en algún momento pudo intentar algo con su tía Janaina y que eso enfureció a su tío Marcos. Su defensa se va a centrar precisamente en esa especie de brote psicótico que le llevo a ver a su tío como "un hijo de puta" y a sentir que tenía que matar a toda su familia.
Lo hizo sin darles opción a defenderse.
Ninguno sospechó que fuese a ser degollado.
El mismo corte seco en todos los cuerpos, practicado con un cuchillo de carnicero, de esos que usan los brasileños para cortar la carne de los asados.
Una frialdad psicopática
La frialdad de Patrick se hace evidente cuando se conoce que su intención era la de esconder los cuerpos y mantener el viaje por Europa que tenía previsto con su padre, que debía haber llegado a España a final de este mes.
La idea era que después, para finales de noviembre, cuando tenía ya reservado un billete de avión, regresarían los dos juntos a Brasil. Pasó un mes entero hasta que el fuerte olor de los cadáveres incomodó a los vecinos que alertaron a la Guardia Civil. Y el hallazgo de los cuerpos el pasado 18 de septiembre precipitó todo y le obligó a cambiar los planes.
La declaración de esta tarde ante el juez se prevé larga y extensa. Se remontará a su llegada a España, en la primavera de este año, cuando llegó a casa de su tío Marcos Nogueira y su familia en Torrejón dispuesto a convertirse en un gran futbolista, animado por su tío Walfran Campos, que lleva en España casi tres semanas para tratar de gestionar y lograr financiación para la repatriación de los cuerpos de sus familiares.
Él tampoco creyó inicialmente que el asesino pudiera ser su sobrino.
Las contundentes pruebas en su contra convencieron a Walfran, primero, y a su hermana Hanna, después, de que podía ser el asesino.
Sus huellas y su ADN encontrados en las seis bolsas de plástico en las que metió los cuerpos descuartizados de sus familiares.
La geolocalización de su móvil que le situaba el 17 de agosto, el día en que presuntamente llevó a cabo la carnicería, en esa casa de Pioz, en la que, según declaró a la policía de Brasil, "nunca había estado".
Allí se declaró inocente, en un principio. Pero el viaje de su hermana Hanna a España lo cambió todo.
Ella pudo ver con los investigadores y el juez gran parte de las evidencias que había en contra de su hermano.
Regresó a Brasil hace
unos días y pactó con él su entrega, a sabiendas de que si el proceso
se abría en Brasil y era condenado, no sobreviviría en la prisión ni un
mes.
La Constitución brasileña impedía la extradición de Patrick a
España, pero un juez se comprometió a abrir allí el proceso judicial con
las pruebas aportadas desde España. Estaba acorralado Así se lo hizo ver Hanna, que la única condición que le
puso a los investigadores españoles fue "que garantizasen su integridad
física".
Con toda probabilidad, Patrick ingresará esta noche en la prisión de Alcalá Meco, mientras comienza a desarrollarse un proceso judicial que será largo y en el que aún quedan muchas pruebas por confirmar.
Con toda probabilidad, Patrick ingresará esta noche en la prisión de Alcalá Meco, mientras comienza a desarrollarse un proceso judicial que será largo y en el que aún quedan muchas pruebas por confirmar.
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