El presidente llamó dos veces el martes al exministro para forzar su renuncia.
En La Moncloa y el PP buscan un culpable para endosarle ahora la responsabilidad de la polémica por el caso Soria
y creen haberlo encontrado en la figura del ministro de Economía, Luis
de Guindos, amigo y responsable último de la propuesta de nombramiento
del exministro de Industria como representante de España ante el Banco
Mundial.
En el Gobierno y la cúpula del partido se piensa que Guindos "no proporcionó buena y acertada información, ni buenas y oportunas explicaciones" sobre la designación de José Manuel Soria al propio presidente del Ejecutivo. Mariano Rajoy fue el que habló por teléfono en dos ocasiones con Soria, el pasado martes: una desde el avión presidencial en Siberia camino de Madrid a su regreso de la cumbre del G-20 en China y otra ya desde su despacho en la capital, para pedirle su renuncia.
En el Gobierno y la cúpula del partido se piensa que Guindos "no proporcionó buena y acertada información, ni buenas y oportunas explicaciones" sobre la designación de José Manuel Soria al propio presidente del Ejecutivo. Mariano Rajoy fue el que habló por teléfono en dos ocasiones con Soria, el pasado martes: una desde el avión presidencial en Siberia camino de Madrid a su regreso de la cumbre del G-20 en China y otra ya desde su despacho en la capital, para pedirle su renuncia.
En La Moncloa y el PP buscan un culpable para endosarle ahora la responsabilidad de la polémica por el caso Soria
y creen haberlo encontrado en la figura del ministro de Economía, Luis
de Guindos, amigo y responsable último de la propuesta de nombramiento
del exministro de Industria como representante de España ante el Banco
Mundial.
En el Gobierno y la cúpula del partido se piensa que Guindos "no proporcionó buena y acertada información, ni buenas y oportunas explicaciones" sobre la designación de José Manuel Soria al propio presidente del Ejecutivo. Mariano Rajoy fue el que habló por teléfono en dos ocasiones con Soria, el pasado martes: una desde el avión presidencial en Siberia camino de Madrid a su regreso de la cumbre del G-20 en China y otra ya desde su despacho en la capital, para pedirle su renuncia.
Tras
hablar dos veces con Rajoy, el exministro Soria llamó a la secretaria
general del PP, Dolores de Cospedal, para confirmarle que tras las
conversaciones con el presidente lo mejor para él y para el Gobierno era
su abandono.
En el PP niegan que el factor determinante para forzar la caída de Soria haya sido la presión creciente de los más relevantes barones y dirigentes territoriales del partido, preocupados por las consecuencias electorales del escándalo, y apuntan más bien hacia el varapalo que podría haber supuesto directamente para Rajoy y el Gobierno que el propio Banco Mundial hubiese rechazado la candidatura por no cumplir su código ético interno que sus consejeros y directivos, a los que requiere la exigencia de ejemplaridad y transparencia económica y de sus familiares cercanos.
Rajoy evitó este miércoles, durante la presentación exhaustiva que hizo en un hotel de lujo de Madrid de las excelencias de su candidato para las elecciones vascas, cualquier referencia directa o indirecta del caso Soria. Alfonso Alonso, el candidato vasco, tampoco respondió a las preguntas sobre la polémica y se limitó a subrayar que el asunto había quedado zanjado el martes, cuando se forzó su renuncia, y que no tenía mucho más que añadir.
No es lo que piensa Alonso en privado, preocupado por la repercusión electoral del escándalo, igual que lo está el otro candidato autonómico que se juega un resultado directo en las elecciones gallegas del 25 de septiembre, Alberto Núñez Feijóo, y que lo están en general los dirigentes más importantes del PP y el entorno directo de Rajoy.
El PP está muy inquieto por cómo puede afectar el caso Soria a sus próximas comparecencias electorales, tanto autonómicas como ante la probable repetición de las elecciones generales en diciembre, si Rajoy no logra desatascar antes su investidura.
En la cúpula del partido interpretan así la avalancha final de dirigentes territoriales desmarcándose del nombramiento de Soria, exigiendo más explicaciones y reconociendo el daño que les estaba provocando.
Además de Feijóo, han salido públicamente reconociendo el problema la presidenta madrileña Cristina Cifuentes, el andaluz Juan Manuel Moreno, y los castellano leoneses Juan Vicente Herrera, y su vicepresidenta, Rosa Valdeón, que fue la primera que se pronunció en público contra la decisión y la calificó de "vergüenza".
La dirección del PP, sin embargo, no cree que la presión de los dirigentes territoriales fuera determinante para provocar la caída y retirada del candidato.
Miembros de la cúpula popular que han estado en contacto directo con Rajoy estos días señalan que ha sido más relevante la sensación del presidente de que no ha tenido ni toda la información necesaria del caso, ni la adecuada.
Y miran hacia el ministro Luis de Guindos cuando aseguran que el presidente se ha visto forzado a cometer errores tan de bulto como asegurar que la adjudicación del puesto a Soria se había dado por concurso como a cualquier otro funcionario, cuando no existe tal concurso, y la plaza se dio en una comisión ministerial compuesta por cinco altos cargos del Ministerio de Economía en función de criterios de confianza, antigüedad y tras valorar especialmente que el aspirante había sido sobre todo ministro del Gobierno de España.
En La Moncloa, cuando se ha preguntado en estos últimos días y horas sobre los derroteros del caso, se precisó que las explicaciones debía facilitarlas el Ministerio de Economía.
En el citado Ministerio, sin embargo, apenas se han proporcionado datos de trámite de la polémica y detalles conocidos de cómo se convocan y resuelven este tipo de vacantes en instituciones financieras internacionales.
Ni La Moncloa ni Economía quisieron especificar qué responsable del Gobierno había pedido a Soria que se retirara, como este reconoció en la carta que envió en la tarde del martes al secretario de Estado, Íñigo Fernández de Mesa, para oficializar su renuncia.
Fernández de Mesa fue el alto cargo de Economía que el pasado viernes presidió la comisión que resolvió la nominación en favor de Soria.
"El error está claro de quién ha sido: Luis de Guindos no debió tramitar este nombramiento el pasado viernes justo cuando se estaba votando la investidura de Rajoy en el Congreso y no dio antes ni después las explicaciones debidas a la opinión pública ni tampoco al presidente", concluyó este miércoles uno de los dirigentes más importantes del PP, miembro de su comité de dirección.
Al menos otros tres miembros de la cúpula popular coinciden en ese criterio.
En la dirección del partido suscriben que De Guindos no ha manejado bien esta polémica y le achacan toda la responsabilidad, por permitir primero el nombramiento y por no tener bien informado al presidente Rajoy.
En el Gobierno y la cúpula del partido se piensa que Guindos "no proporcionó buena y acertada información, ni buenas y oportunas explicaciones" sobre la designación de José Manuel Soria al propio presidente del Ejecutivo. Mariano Rajoy fue el que habló por teléfono en dos ocasiones con Soria, el pasado martes: una desde el avión presidencial en Siberia camino de Madrid a su regreso de la cumbre del G-20 en China y otra ya desde su despacho en la capital, para pedirle su renuncia.
En el PP niegan que el factor determinante para forzar la caída de Soria haya sido la presión creciente de los más relevantes barones y dirigentes territoriales del partido, preocupados por las consecuencias electorales del escándalo, y apuntan más bien hacia el varapalo que podría haber supuesto directamente para Rajoy y el Gobierno que el propio Banco Mundial hubiese rechazado la candidatura por no cumplir su código ético interno que sus consejeros y directivos, a los que requiere la exigencia de ejemplaridad y transparencia económica y de sus familiares cercanos.
Rajoy evitó este miércoles, durante la presentación exhaustiva que hizo en un hotel de lujo de Madrid de las excelencias de su candidato para las elecciones vascas, cualquier referencia directa o indirecta del caso Soria. Alfonso Alonso, el candidato vasco, tampoco respondió a las preguntas sobre la polémica y se limitó a subrayar que el asunto había quedado zanjado el martes, cuando se forzó su renuncia, y que no tenía mucho más que añadir.
No es lo que piensa Alonso en privado, preocupado por la repercusión electoral del escándalo, igual que lo está el otro candidato autonómico que se juega un resultado directo en las elecciones gallegas del 25 de septiembre, Alberto Núñez Feijóo, y que lo están en general los dirigentes más importantes del PP y el entorno directo de Rajoy.
El PP está muy inquieto por cómo puede afectar el caso Soria a sus próximas comparecencias electorales, tanto autonómicas como ante la probable repetición de las elecciones generales en diciembre, si Rajoy no logra desatascar antes su investidura.
En la cúpula del partido interpretan así la avalancha final de dirigentes territoriales desmarcándose del nombramiento de Soria, exigiendo más explicaciones y reconociendo el daño que les estaba provocando.
Además de Feijóo, han salido públicamente reconociendo el problema la presidenta madrileña Cristina Cifuentes, el andaluz Juan Manuel Moreno, y los castellano leoneses Juan Vicente Herrera, y su vicepresidenta, Rosa Valdeón, que fue la primera que se pronunció en público contra la decisión y la calificó de "vergüenza".
La dirección del PP, sin embargo, no cree que la presión de los dirigentes territoriales fuera determinante para provocar la caída y retirada del candidato.
Miembros de la cúpula popular que han estado en contacto directo con Rajoy estos días señalan que ha sido más relevante la sensación del presidente de que no ha tenido ni toda la información necesaria del caso, ni la adecuada.
Y miran hacia el ministro Luis de Guindos cuando aseguran que el presidente se ha visto forzado a cometer errores tan de bulto como asegurar que la adjudicación del puesto a Soria se había dado por concurso como a cualquier otro funcionario, cuando no existe tal concurso, y la plaza se dio en una comisión ministerial compuesta por cinco altos cargos del Ministerio de Economía en función de criterios de confianza, antigüedad y tras valorar especialmente que el aspirante había sido sobre todo ministro del Gobierno de España.
En La Moncloa, cuando se ha preguntado en estos últimos días y horas sobre los derroteros del caso, se precisó que las explicaciones debía facilitarlas el Ministerio de Economía.
En el citado Ministerio, sin embargo, apenas se han proporcionado datos de trámite de la polémica y detalles conocidos de cómo se convocan y resuelven este tipo de vacantes en instituciones financieras internacionales.
Ni La Moncloa ni Economía quisieron especificar qué responsable del Gobierno había pedido a Soria que se retirara, como este reconoció en la carta que envió en la tarde del martes al secretario de Estado, Íñigo Fernández de Mesa, para oficializar su renuncia.
Fernández de Mesa fue el alto cargo de Economía que el pasado viernes presidió la comisión que resolvió la nominación en favor de Soria.
"El error está claro de quién ha sido: Luis de Guindos no debió tramitar este nombramiento el pasado viernes justo cuando se estaba votando la investidura de Rajoy en el Congreso y no dio antes ni después las explicaciones debidas a la opinión pública ni tampoco al presidente", concluyó este miércoles uno de los dirigentes más importantes del PP, miembro de su comité de dirección.
Al menos otros tres miembros de la cúpula popular coinciden en ese criterio.
En la dirección del partido suscriben que De Guindos no ha manejado bien esta polémica y le achacan toda la responsabilidad, por permitir primero el nombramiento y por no tener bien informado al presidente Rajoy.
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