El líder de Ciudadanos fue allí como un elefante, con un paquete de medidas y en el PP temblaron.
El elefante parió un ratón.
Dicho en otro idioma, Much ado about nothing, la manera que tuvo Shakespeare de decir mucho ruido y pocas nueces
. Dentro del discurso de Albert Rivera previo a su encuentro con Rajoy habitaba un vacío. Rivera fue allí como un elefante, con un paquete de medidas y en el PP temblaron; también en las Redacciones. ¿En qué minuto va a decirlas para calentar el Internet?
¿Va a decir que se vaya Rajoy? ¿Se va él mismo?
En el minuto 17 todo era vaselina y pachanga, narcisismo.
Y cuando rompió a desvestir el mármol, los redactores jefes, y hasta el PP, supieron que, en efecto, Shakespeare tenía razón: much ado about nothing.
Respiró el PP y rabiaron los redactores jefes.
¿Para eso ralentizo la reunión de primera? Rivera se llevó en una mano una margarita, para deshojar una hoja escasa, y en la otra tenía el libro en el que Hitchcock explica el macguffin.
Para decir que no iba a decir mucho dijo demasiado, porque iba a salvar a Rajoy después de haberlo suspendido en el balcón.
El macguffin consiste en adelantar que una cosa puede ser
grande para que la gente se distraiga creyendo que va a haber un
terremoto, cuando lo que hay a la vista es un ratón.
Le adelantó Rivera a los periodistas (y al Parlamento, por eso avisó de que pusieran la bandera de Europa) que aquello iba a ser la mundial (o la europea) y resultó que simplemente quería decir que al día siguiente le iba a poner las cosas fáciles a Rajoy…
aunque anunciara, oh Hitchcock, que se las iba a tener muy tiesas con él.
Y nada, eran nueces.
Por eso los vigilantes asustados del PP (asustados por el macguffin, como los periodistas) enseguida se sintieron dueños de sus vacaciones…
A investidura hecha, puente de plata.
Y de puente largo se podrán ir ya... hasta el 17.
Ahora tendrá que llenar el PSOE el hueco, si se decide
. Ese prontuario, ese macguffin, tendrá que ser prolongado por los socialistas si deciden poner negro (o rojo) sobre blanco los vacíos de este papel con el que Rivera le ha aliviado el futuro a Rajoy
. El paro, la educación, Cataluña, la economía, la costumbre de corromperse…
Pues no hay tela que cortar para una legislatura que se presenta oscura como el reinado de Witiza. Witiza no es Rajoy; este va a gobernar, y es obvio que sabe que lo que le ha escrito Rivera es una carta de amor (o de requerimiento), que después de tanto hablar solo hizo un borrador de afectos.
Si el PSOE quiere tiene tela, porque lo que le hizo Rivera a Rajoy es un prêt-à-porter diseñado por Hitchcock y dicho por él con la prestanza de Narciso.
Dicho en otro idioma, Much ado about nothing, la manera que tuvo Shakespeare de decir mucho ruido y pocas nueces
. Dentro del discurso de Albert Rivera previo a su encuentro con Rajoy habitaba un vacío. Rivera fue allí como un elefante, con un paquete de medidas y en el PP temblaron; también en las Redacciones. ¿En qué minuto va a decirlas para calentar el Internet?
¿Va a decir que se vaya Rajoy? ¿Se va él mismo?
En el minuto 17 todo era vaselina y pachanga, narcisismo.
Y cuando rompió a desvestir el mármol, los redactores jefes, y hasta el PP, supieron que, en efecto, Shakespeare tenía razón: much ado about nothing.
Respiró el PP y rabiaron los redactores jefes.
¿Para eso ralentizo la reunión de primera? Rivera se llevó en una mano una margarita, para deshojar una hoja escasa, y en la otra tenía el libro en el que Hitchcock explica el macguffin.
Para decir que no iba a decir mucho dijo demasiado, porque iba a salvar a Rajoy después de haberlo suspendido en el balcón.
Le adelantó Rivera a los periodistas (y al Parlamento, por eso avisó de que pusieran la bandera de Europa) que aquello iba a ser la mundial (o la europea) y resultó que simplemente quería decir que al día siguiente le iba a poner las cosas fáciles a Rajoy…
aunque anunciara, oh Hitchcock, que se las iba a tener muy tiesas con él.
Y nada, eran nueces.
Por eso los vigilantes asustados del PP (asustados por el macguffin, como los periodistas) enseguida se sintieron dueños de sus vacaciones…
A investidura hecha, puente de plata.
Y de puente largo se podrán ir ya... hasta el 17.
Ahora tendrá que llenar el PSOE el hueco, si se decide
. Ese prontuario, ese macguffin, tendrá que ser prolongado por los socialistas si deciden poner negro (o rojo) sobre blanco los vacíos de este papel con el que Rivera le ha aliviado el futuro a Rajoy
. El paro, la educación, Cataluña, la economía, la costumbre de corromperse…
Pues no hay tela que cortar para una legislatura que se presenta oscura como el reinado de Witiza. Witiza no es Rajoy; este va a gobernar, y es obvio que sabe que lo que le ha escrito Rivera es una carta de amor (o de requerimiento), que después de tanto hablar solo hizo un borrador de afectos.
Si el PSOE quiere tiene tela, porque lo que le hizo Rivera a Rajoy es un prêt-à-porter diseñado por Hitchcock y dicho por él con la prestanza de Narciso.
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