Iban nueve minutos de juego cuando Payet le hizo una fea entrada a Cristiano Ronaldo (que Clattenburg
dejó sin falta, cuánto más sin tarjeta) de resultas de la cual el
‘crack’ quedó lisiado.
Su cara fue de susto y dolor desde el principio.
Intentó aguantar sobre el campo, primero sin vendar, luego vendado.
Pero
en el 25’ se desplomó definitivamente y se fue en camilla, abatido.
Portugal, la final y todos, perdíamos mucho. Para ese momento, con Francia apretando, la cosa parecía resuelta.
Era cuestión de esperar a ver cuándo le entraría el primer gol a Francia, y cuántos más marcaría después.
Pero Portugal se reordenó bien con un 4-5-1 y Francia confirmó que tiene mucha fuerza pero muy poco más.
Jugar, lo que se dice jugar, sólo juega Griezmann.
Lo demás es apretar, sobre todo Sissoko.
Pero fútbol, poco. Payet ha ido a menos en el campeonato y toda su contribución ayer se quedó en liquidar a Cristiano.
Cuando Deschamps se decidió a cambiarle por Coman, Francia tuvo sus mejores minutos.
Pero Santos, que sabe latín e informática, volvió a barajar, sacó a Moutinho y a Eder y aquel tramo de gran peligro francés se esfumó.
El partido acabó en equilibrio y desembocó en la prórroga.
Luis Suárez, viejo sabio, pedía en el Carrusel de la SER ‘balones a Eder’.
Y se los daban.
Y los entretenía, los guardaba, los devolvía.
Y en una de esas, sin nadie cerca al que devolver, pugnó con Koscielny y soltó un tiro raso y colocado que derrotó a Lloris. Luego todo fue administrar los ocho minutos restantes, ante una Francia agotada y sin fe, para finalmente levantar al cielo la Copa que Xavi había depositado junto a la banda en los prolegómenos. Admirable esta Portugal que sólo ha ganado un partido en los 90’ minutos, pero que ha sabido salir de situaciones difíciles.
El fútbol también es esto.
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