¿Quién no ha bailado un bolero de Los Panchos abrazando a su persona amada?
En la banda más longeva de la historia –sí, más que los Stones– pueden hallarse letras que ilustran todas las emociones que puede vivir un ser humano.
Sin embargo… Aunque Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa bailaron arrimados la eterna Si tú me dices ven, el morbo estaba en otra canción: Milonga sentimental en la voz de Julio Iglesias.
La pareja de moda acudió a una fiesta privada, el cumpleaños de un amigo común, y como es costumbre desde que los cotillas descubrieron el smartphone, las imágenes de ambos en la intimidad ya han trascendido.
La revista Semana las ofreció hace unas semanas y en el plató de Arucitys (8tv) ayer se analizaron con detalle todas las implicaciones de los muchos bailes que el Nobel y la reina de corazones disfrutaron esa noche [Puede ver el vídeo aquí].
No pasó inadvertido un momento de singularidad cuántica: cuando Julio comienza a desgranar su milonga, Isabel se contonea hasta ante un animado Mario Vargas Llosa, ajeno a lo que cuenta la canción que los envuelve.
Julio Iglesias, en un inesperado viaje espaciotemporal, le está hablando a una mujer infiel.
“¡Solo falta que el vino de la cena sea Marqués de Griñón!”, apuntó Lorena Vázquez en plató.
“Tu amor se secó de golpe, nunca dijiste por qué.
Yo me consuelo pensando que fue traición de mujer”.
Si examinamos la letra de Milonga sentimental –original de Carlos Gardel que Julio incluyó en su disco Calor (1992)– atendiendo a la vida de Isabel Preysler tiene un avieso sentido.
Hasta ahora sabíamos que Isabel abandonó a Julio harta de sus infidelidades. ¿Podría él estar recriminándole lo propio? Sabemos que José Luis Perales compuso para Julio Iglesias ¿Y cómo es él? por encargo de Ramón Arcusa poco después de su separación y que la letra alude a la comezón que experimentaría el cantante sabiendo que a su ex no le iban a faltar pretendientes.
Finalmente Perales se quedó la joya. No sabemos si Julio tendría algo que reprocharle, ahora bien, ¿podría hacerlo Carlos Falcó, marqués de Griñón?
Existen sobrados testimonios que sitúan el romance entre Isabel Preysler y Miguel Boyer mientras ambos estaban aún casados.
La pareja se conoció en aquellos míticos almuerzos organizados por la periodista peruana Mona Jiménez en un piso de la madrileña calle Capitán Haya.
Acudían políticos de Alianza Popular y del PCE, personajes de la vida cultural y, de vez en cuando, alguna socialité.
El día en que coincidieron Miguel e Isabel, se enamoraron, según explicaba la propia anfitriona al diario ABC . Era 1982. “Fue un flechazo.
Pero como yo estaba pendiente de los demás invitados fui la última en enterarme”. Algunos añaden que la pareja comenzó a fraguar en París (Isabel fingía acudir a cursos de alta cocina) lo que años más tarde culminaría en boda, tras divorciarse ella del marqués de Griñón, en 1985.
El periodista Juan Luis Galiacho recoge cómo fue el origen de la relación que puso patas arriba el socialismo en su obra Isabel y Miguel. 50 años de la historia de España (La Esfera). Isabel necesitaba ayuda al más alto nivel para agilizar unas licencias: tenía en mente poner en marcha un ambicioso negocio, un parque de atracciones en unos terrenos del marqués de Alicante, y el ministro era un contacto excelente.
Aunque el marqués de Griñón conoció de la amistad incipiente entre el ministro y su mujer no llegó a
Un ‘feeling’ que se remonta 30 años atrás
En efecto, Isabel conoció a Mario hace 30 años, cuando realizaba para su revista de cabecera una serie de entrevistas a personajes relevantes.
Conoció al hoy premio Nobel en Saint Louis (Missouri, EEUU), donde él daba una charla
. “Para apoyar esa tesis se buscaron como fuentes “personas cercanas a Julio Iglesias”, que estaban dispuestas a afirmar las preferencias y la pasión irrefrenable de Isabel hacia el reconocido literato. Dicen que ya por entonces fue un flechazo mutuo y fue sin duda una relación afectuosa que continuó en el tiempo, incluso con encuentros posteriores del Nobel con Isabel junto a Miguel Boyer en un clima de supuesta amistad familiar.
También por aquellas fechas, finales de los ochenta y principios de los noventa, se relacionó a Isabel Preysler con el exjugador de fútbol argentino y exdirector deportivo del Real Madrid Jorge Valdano. Supuestos bulos a los que el matrimonio siempre hizo frente con cierto decoro, incluso interponiendo demandas en los juzgados correspondientes”.
Conoció al hoy premio Nobel en Saint Louis (Missouri, EEUU), donde él daba una charla. “Para apoyar esa tesis se buscaron como fuentes “personas cercanas a Julio Iglesias”, que estaban dispuestas a afirmar las preferencias y la pasión irrefrenable de Isabel hacia el reconocido literato. Dicen que ya por entonces fue un flechazo mutuo y fue sin duda una relación afectuosa que continuó en el tiempo, incluso con encuentros posteriores del Nobel con Isabel junto a Miguel Boyer en un clima de supuesta amistad familiar.
Supuestos bulos a los que el matrimonio siempre hizo frente con cierto decoro, incluso interponiendo demandas en los juzgados correspondientes”.
La periodista Paloma Barrientos recoge la evolución de la amistad entre Isabel y Mario en su libro Reina de corazones (1991) en los mismos términos que Galiacho.
“Precisamente a raíz de ese encuentro dicen que se estableció entre los dos una maravillosa comunicación que aumentó con el paso del tiempo.
A finales de 1989, y ante la crisis matrimonial que parecía amenazar a los Boyer, se llegó a decir que el candidato a la presidencia de Perú podía llegar a convertirse en el cuarto marido de la reina del baldosín”.
Finalmente, la hija mayor de Isabel, Chábeli Iglesias, en su última visita a Barcelona (en diciembre pasado, para dar la bienvenida a la Navidad de la mano de Swarovski), reconoció ante la prensa que entre ambos siempre hubo feeling y que Mario “había esperado muchos años” para estar con ella.
El baile de hace unos días, Isabel abrazando a Mario mientras Julio habla de infidelidades, puede explicarse como un capricho del destino, a través de las inéditas dotes proféticas del artista español más internacional o que el DJ sabía más de prensa rosa que la mismísima reina de corazones.
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