Europa o el milagro de los panes y los peces
Crece el euroescepticismo mientras muchos vecinos anhelan la integración
La Unión Europea es la región del globo más perjudicada por la gran recesión.
Y se retrasa en recuperar su economía, su cohesión social y su vertebración territorial.
Nuevos peligros acechan: la dificultad del manejo de las oleadas de refugiados, un débil horizonte económico mundial, las renovadas tensiones norte-sur y este-oeste.
Pero todo eso no desmiente el hecho indiscutible de que durante los últimos 40 años la Europa comunitaria se ha multiplicado en tamaño y prosperidad.
Por eso muchos vecinos quieren apuntarse al club, para seguir la estela de España o Polonia.
Pese a todos los desastres y angustias, Europa sigue siendo un modelo de éxito.
Como sucedió con la bíblica multiplicación de los panes y los peces, la Unión Europea (UE) es hoy un club mucho más nutrido, relevante y potente que la Comunidad Europea de hace 40 años.
La Unión de hoy triplica a la Comunidad de entonces en número de Estados miembros socios del proyecto, que han pasado de nueve a 28. La duplica en habitantes, que han aumentado de 259 millones a 508 millones.
Y la multiplica por 16 en el tamaño de su economía: de 900.340 millones de euros en 1975 a 14’6 billones en 2015 (PIB en términos corrientes).
Incluso sus peores fracasos políticos pueden leerse como el envés de sus logros.
Si el Reino Unido sufre más que nunca la tentación separatista, también sigue activada la pulsión atractiva del proyecto, puesto que muchos vecinos pretenden integrarse.
Si de puertas adentro crece el euroescepticismo, de puertas afuera otros países pugnan por asociarse entre sí mediante acuerdos regionales comerciales (Pacífico) o imitando el modelo de integración europeo (Mercosur).
Si los Veintiocho han sido egoístas e inoperantes en el manejo del gran flujo de refugiados de las guerras de Siria y Libia en busca de asilo, sería iluso olvidar la obviedad de su causa.
Que la Unión ha sabido garantizar a sus ciudadanos seis decenios de paz, su (cumplido) objetivo principal.
Además de por la paz, Europa es objeto del deseo por la prosperidad (y su reparto), que se contagia a quienes se incorporan. La UE es desigual.
Mientras que la diferencia entre el Estado más próspero y el más pobre de los EE UU es del doble, el abismo entre Luxemburgo y Bulgaria es de casi seis veces.
Pero ello deriva de la continuada absorción de miembros
. El grueso de los ingresados este siglo ostentaba en la fecha de su incorporación un PIB per cápita cercano a un tercio de la media.
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