Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 jun 2016

Richard Ford gana el premio Princesa de Asturias de las Letras............................. Winston Manrique Sabogal

El escritor estadounidense ha creado a uno de los personajes clave de la literatura contemporánea: Frank Bascombe.

 


El novelista Richard Ford, en 2015. Marta Pérez EFE / ATLAS
Uno de los escritores estadounidenses que mejor ha retratado las turbulencias emocionales y sociales de sus conciudadanos de las últimas décadas ha obtenido el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016: Richard Ford (Jackson, Mississippi, 1944).
Un escritor que, según el jurado, ha creado el “mosaico de historias cruzadas que es la sociedad norteamericana”.
 Escritos, añade el jurado, donde “el cuidado detallismo en las descripciones, la mirada sombría y densa sobre la vida cotidiana de seres anónimos e invisibles, conjugan la desolación y la emoción de sus relatos”.
Novelista y cuentista, Ford es el creador de uno de los personajes literarios contemporáneos inolvidables: Frank Bascombe.
 Un hombre que, según su creador, fracasó como escritor, triunfó como periodista deportivo, luego como agente inmobiliario y ahora vive su jubilación acompañado de tribulaciones.
 Alguien cuya vida se escucha en primera persona en las novelas El periodista deportivo (1986), El día de la independencia (1995, Premio Pulitzer y Pen/Faulkner) y Acción de gracias (2006), y en el libro de relatos Francamente, Frank, último título publicado (todos en Anagrama).
Las narraciones de Ford describen a las personas en sus movimientos vitales, muchas veces encadenando finales de ciclos de vida con el comienzo y reinvención de nuevas oportunidades. Un mundo que se ve no solo en las novelas citadas, y otras como Canadá, sino también en los relatos de Rock Springs, De mujeres con hombres y Pecados sin cuento.
 Y, claro, Mi madre, una hermosa y conmovedora composición memorialística, sobre la persona con la que vivió y que le influyó en lo personal y en lo literario.
 Sobre el poder de la ausencia. Sobre la perpetuidad de los sentimientos.

La literatura como vida

Son cuatro décadas en las que Ford ha recreado a un ser humano en la evolución de su carrera continua en pos del sueño de su vida, llamado “sueño americano”.
 Tal vez un espejismo. Ford dijo, en diciembre pasado, en Barcelona, durante una entrevista a este periódico, que “el sueño americano no es distinto del sueño colombiano ni del lituano; es decir, que alguien se despierte por la mañana y siga vivo y que sus hijos sean felices y que nadie lo mate antes de acostarse.
 La verdad es que solo oigo hablar del sueño americano fuera de Estados Unidos, como si fuera distinto al del resto del mundo”.
El ciclo Bascombe, iniciado cuando Ford tenía 39 años, ha llegado a su penúltima parada en la que se refleja lo difícil que resulta, cada vez más, para Ford querer a su país. Francamente, Frank se sitúa después del desastre que dejó el huracán Sandy en 2012 en el norte de la costa oriental de EE UU. A partir de ahí se aprecia la situación de la llamada “década perdida” por culpa de la burbuja inmobiliaria y otras falsas promesas.
 Todo sucede en el otoño de 2012.
 El huracán Sandy ha subido demasiado al norte y ha arrasado los sueños de la costa de Nueva Jersey. Donde antes vivió Bascombe.
 Donde, como agente inmobiliario, entregó muchas llaves de felicidad.
 A eso se dedicó después de que fracasara como escritor y luego tuviera éxito como periodista deportivo.
 Ahora está jubilado y sus tribulaciones no cesan.
El galardón coincide con una doble fecha para Ford: los 40 años de la creación de su universo literario, con la novela Un trozo de mi corazón, y los 30 de la llegada a él de Frank Bascombe, con El periodista deportivo.
 Un personaje pasional, irónico y exitoso que expresa en alto lo que muchos no se atreven a decir al estar condicionados por lo políticamente correcto.
 A través de este, el escritor muestra la evolución del ecosistema de sueños, ambiciones y realidades de la sociedad estadounidense
. Ford no solo ha crecido con él, desde que tenía 39 años, sino que su relación se mantiene igual y le ha servido de instrumento “para hablar de las cosas importantes de la vida y de la cultura”, aseguró en diciembre
. Para no perderle la pista, el escritor siempre lleva consigo una libreta de notas donde escribe lo que cree que él diría: “Él me ayuda a prestar más atención al mundo, a la vida”.
Y la vida de Ford es la literatura, como lector y como creador.
 “Al creer que la vida es lo único que tenemos y que la literatura es lo más importante que puedas hacer, pues…
 No tienes que ser inteligente, imaginativo, simplemente tienes que creer que todo lo que hacemos en la vida es importante.
 Cuando piensas que la literatura es lo más importante que puedes hacer significa, en lo que a mí respeta, que tienes mucha ambición y no hay diferencia entre lo que hago e hicieron autores como Chéjov o Cervantes en el sentido de que es el mismo impulso.
 Yo no intento ser mejor que ellos; solo intento formar parte de la conversación.
Ser un elemento más de esa conversación”.
Aunque él lo hace como uno de los autores más notables de nuestro tiempo.
 Es en lo que se convirtió aquel niño que nació y jugó en la misma calle de Jackson donde vivió William Faulkner.
 El joven que tuvo que lidiar con la dislexia, que si le ha impedido leer con asiduidad, le ha servido para prestar más atención a lo que lee y escribe
. El adulto que se convirtió en periodista deportivo y de ahí pasó a crear a Bascombe.
 El escritor mayor que conserva su elegancia, ironía y humor que considera que en su país a la gente no le interesa lo que digan de política sus autores.
 Pero, como padre de Bascombe, afirma que la inseguridad del mundo actual y “todo lo demás, tiene que ver con la economía, no con la religión.
Esa gente que destroza y crea terror, son criminales, pero lo que los motiva es la pobreza. Ilustrados o no, pero que en el fondo se aferran a un movimiento que no tiene sentido”.
 Es Richard Ford, un novelista y cuentista que no se cree mucho lo de ser uno de los “grandes escritores vivos”, porque, afirma: “Ya me complace, simplemente, con ser un escritor vivo”.

No hay comentarios: