Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
11 jun 2016
Kim Basinger, el mito erótico que pasó del sueño americano a la ruina..................................... Juan Sanguino
Vivió a
todo tren y conocimos el término 'sex symbol" gracias a ella.
Compró un
pueblo entero, se arruinó y ahora ve cómo su única hija ingresa en una
clínica de rehabilitación.
Kim Basinger y Prince
cuando fueron pareja, en 1988. "Sólo diré que no me puse ninguna
restricción durante aquella etapa", señala la actriz. Getty
Kim Basinger está temblando.
Por un momento parece incapaz de
articular palabra. Nudo en la garganta. La actriz lucha para que el
llanto no se abra paso y estropee el instante más importante de su
carrera. "Oh, dios mío", logra decir. Es marzo de 1998 y la actriz
cuenta unos 45 espectaculares años.
Todo ocurre en poco tiempo, unos
segundos, mientras recoge su único Oscar por la interpretación en L.A. Confidential. Mientras le promete al mundo que los sueños se cumplen,
el discurso de Kim es interrumpido por su marido, Alec Baldwin.
El
también actor no puede contener su euforia y se desgañita vitoreando a
su mujer.
Diez años después, tras un divorcio y 3.5 millones de euros en
abogados, los gritos de Alec Baldwin volvieron a protagonizar titulares
esta vez por culpa de un mensaje donde el actor insultaba a la hija de
ambos, de 13 años: "Cerda desagradecida e insensata".
En estos dos
escenarios están los extremos de la carrera de Kim Basinger, su punto
más álgido y el más bajo de una mujer que ha personificado el sueño
americano, pero también la pesadilla.
Y en varias ocasiones.
Después del divorcio, Alec Baldwin publicó un
libro en el que retrataba a su exmujer como un animal frío e implacable
que "parece cobrar vida sólo cuando está rodeada de sus abogados"
Hay muchas mujeres guapas en el mundo (y en Hollywood no hay otra
cosa), pero pocas están llamadas a definir el concepto de mito erótico
para toda una generación.
Ava Gardner, Jane Fonda, Kim Basinger,
Scarlett Johansson.
La generación de los ahora treintañeros y
cuarentones aprendieron el término "sex symbol" porque la prensa
española siempre lo utilizaba para describir a Kim Basinger (que acaba
de estrenar Dos buenos tipos).
Ella solita devolvió las curvas al canon de belleza durante los años ochenta, primero como chica Bond en Nunca digas nunca jamás (Irvin Keshner, 1983) y después como galerista de arte que redescubre su sexualidad a través del sadomasoquismo light y las cerezas con miel en Nueve semanas y media (Adrian Lyne, 1986).
El desnudo doméstico no volvió a ser lo mismo.
Las combinaciones de raso, las persianas de aluminio y la voz de Joe Cocker tampoco.
Kim Basinger y Prince
cuando fueron pareja, en 1988. "Sólo diré que no me puse ninguna
restricción durante aquella etapa", señala la actriz. Getty
Kim Basinger está temblando. Por un momento parece incapaz de
articular palabra. Nudo en la garganta. La actriz lucha para que el
llanto no se abra paso y estropee el instante más importante de su
carrera. "Oh, dios mío", logra decir. Es marzo de 1998 y la actriz
cuenta unos 45 espectaculares años. Todo ocurre en poco tiempo, unos
segundos, mientras recoge su único Oscar por la interpretación en L.A. Confidential. Mientras le promete al mundo que los sueños se cumplen,
el discurso de Kim es interrumpido por su marido, Alec Baldwin. El
también actor no puede contener su euforia y se desgañita vitoreando a
su mujer. Diez años después, tras un divorcio y 3.5 millones de euros en
abogados, los gritos de Alec Baldwin volvieron a protagonizar titulares
esta vez por culpa de un mensaje donde el actor insultaba a la hija de
ambos, de 13 años: "Cerda desagradecida e insensata". En estos dos
escenarios están los extremos de la carrera de Kim Basinger, su punto
más álgido y el más bajo de una mujer que ha personificado el sueño
americano, pero también la pesadilla. Y en varias ocasiones.
Después del divorcio, Alec Baldwin publicó un
libro en el que retrataba a su exmujer como un animal frío e implacable
que "parece cobrar vida sólo cuando está rodeada de sus abogados"
Hay muchas mujeres guapas en el mundo (y en Hollywood no hay otra
cosa), pero pocas están llamadas a definir el concepto de mito erótico
para toda una generación. Ava Gardner, Jane Fonda, Kim Basinger,
Scarlett Johansson. La generación de los ahora treintañeros y
cuarentones aprendieron el término "sex symbol" porque la prensa
española siempre lo utilizaba para describir a Kim Basinger (que acaba
de estrenar Dos buenos tipos). Ella solita devolvió las curvas al canon de belleza durante los años ochenta, primero como chica Bond en Nunca digas nunca jamás (Irvin Keshner, 1983) y después como galerista de arte que redescubre su sexualidad a través del sadomasoquismo light y las cerezas con miel en Nueve semanas y media (Adrian Lyne, 1986). El desnudo doméstico no volvió a ser lo mismo. Las combinaciones de raso, las persianas de aluminio y la voz de Joe Cocker tampoco.
A medio camino entre Liv Ullman y Marilyn Monroe, Kim Basinger no
huyó de su condición de icono de belleza, sino que se propuso explotarlo
y hacer justicia a toda una tradición de mitos eróticos 100%
americanos.
Su timidez sureña (nació en Georgia, EE. UU., hace 62 años),
que con el paso del tiempo se transformaría en agorafobia (miedo
obsesivo a los espacios abiertos), no le impidió ser consciente de su
belleza desde que a los 16 años comenzó a participar en concursos de
belleza.
Su familia la había modelado para que cumpliese sus sueños: su
padre era un veterano de la Segunda Guerra Mundial que renunció a sus
aspiraciones musicales para dedicarse a las finanzas y su madre una
exmodelo reconvertida en ama de casa de esas que nunca van mal peinadas.
Pero Kim era un mito erótico no solo por su belleza, sino porque su
magnética fotogenia emanaba sensualidad y, tal y como ella se definió a
sí misma, era ante todo una criatura sexual.
Kim Basinger con su hoy
ex marido, Alec Baldwin, una noche de 1992 en Broadway después de una
representación de la obra 'Un tranvía llamado deseo'. Getty
El erotismo de Kim Basinger es casi legendario en Hollywood. Durante
su primer matrimonio con el maquillador Ron Snyder-Britton tuvo una
aventura con Richard Gere, según cuenta Ron en su autobiografía
. Sin
embargo, el fin del matrimonio llegó cuando Kim perdió la cabeza por Prince.Batman (Tim Burton, 1989) supuso un antes y un después tanto en su carrera (sigue siendo su película más taquillera) como en su vida.
Tras una aventura con el productor de la película, Jon Peters, Kim
conoció a Prince porque el genio de Minneapolis compuso varias canciones
para la banda sonora. "Solo diré que no me puse ninguna restricción
durante aquella etapa", recuerda Basinger, que si bien es lo
suficientemente discreta para no dar más detalles, en ningún momento
niega el rumor de que los gemidos que acompasan la canción Scandalous sex suite pertenecen a Prince y Kim manteniendo relaciones sexuales.
Prince llegó a producirle un disco a Kim Basinger, titulado Hollywood affair,
en el que ella se declaraba su esclava y disfrutaba sin tapujos de lo
que él le hacía sentir.
El álbum nunca vio la luz (aunque se filtró hace
tiempo y ahora se puede escuchar si se busca un poco en la Red) y Kim
prefirió emular a su padre e invertir en ladrillo: compró un pueblo
entero por 17.5 millones de euros.
La intención de la actriz era
convertir Braselton (Georgia) en una especie de parque temático sobre Hollywood.
Años después, Los Simpson
haría un guiño a este proyecto empresarial con Homer montando un museo
de las estrellas en el jardín de los Baldwin.
Kim Basinger entró en la
década de los 90 en la cima de su carrera, siendo propietaria de un
pueblo entero y permitiéndose el lujo de criticar a la Academia de
Hollywood en plena gala de los Oscar por haber discriminado a Spike Lee
en la que habría sido la primera presencia de un director afroamericano
en los Oscar.
Y entonces llegó Alec Baldwin.
Los miembros del equipo de Ella siempre dice sí
(Jerry Rees, 1990) contaban que el rodaje sufría constantes retrasos
debido al ímpetu sexual de la nueva pareja (Baldwin/Basinger), que no
podían quitarse las manos de encima ni intentaban disimular lo que
estaba pasando en su camerino: lo podía oír todo el mundo.
La leyenda
urbana también cuenta que las escenas eróticas de su segunda película
juntos, La huida (Roger Donaldson, 1994), eran reales porque
Kim y Alec se metieron demasiado en el papel.
Años después Kim Basinger
bromearía, no sin cierta amargura, sobre aquella decisión profesional:
"Rechacé Durmiendo con su enemigo [que acabaría protagonizando Julia Roberts] para rodar Ella siempre dice sí y acabé siendo yo la que dormía con su enemigo". Mucho rencor.
Esta vida sentimental desbocada coincidió con la etapa más oscura de su carrera. En 1993 se comprometió a protagonizar Mi obsesión por Helena,
dirigida por Jennifer Chambers Lynch (la hija de David Lynch), pero se
acabó arrepintiendo y no apareció.
"Todo el mundo al que le enseñaba el
guión me decía que era una ridiculez", se defendió Basinger en
referencia a la historia de un psicópata que descuartiza a una mujer e
intenta que (lo que queda de) ella se enamore de él El estudio denunció a Kim por incumplimiento de contrato y fue
condenada a pagar más de 7 millones de euros, que sumados al fracaso de
su proyecto inmobiliario en Braselton (lo acabó vendiendo por menos de 1
millón) le llevaron a declararse en bancarrota y retirarse del cine
temporalmente.
A sus 19 años, Ireland, hija de Kim y Alec Baldwin, ya sabe lo que es pasar por una clínica de rehabilitación. Instagram
Aquel mismo año de 1993 Kim Basinger protagonizó el emblemático anuncio navideño de Freixenet.
Pedro Bonet, director de comunicación de la empresa de cava, guarda un
buen recuerdo de la profesionalidad de Basinger.
"En aquella época ella
era el prototipo de mito erótico. Durante la presentación de la campaña
en San Francisco vino con su marido y ambos estuvieron muy correctos y
muy simpáticos.
A todas las estrellas les da miedo este tipo de eventos
publicitarios, pero ella estuvo muy dispuesta y fue muy amable". El
concepto del anuncio, que excepcionalmente fue rodado en Estados Unidos
con un equipo elegido por la estrella, fue más sencillo de lo habitual
en la firma catalana.
"Nos habría gustado que bailase, pero vimos que no
le apetecía mucho y preferimos no forzar la máquina
. Nosotros
hubiésemos preferido un poco de show, pero no pudo ser. Eso sí, no hubo tiranteces".
Es posible que esta decisión de prestar su imagen para una campaña
publicitaria estuviese relacionada con sus apuros económicos.
Bonet
recuerda que ellos estaban al tanto de su situación, pero no les influyó
en la negociación.
"Son las agencias de representación las que nos
llamaban a nosotros ofreciéndonos gente [para el anuncio], a lo mejor a
ella sí le influyó su situación porque estuvo cuatro días de rodaje y se
sacó un dinero, pero fue absolutamente profesional.
En estos casos los
que exigen son los agentes de la estrella y luego el trato con la actriz
es cordial." Tras un retiro de cuatro años, regresaría a la pantalla en
1997, con L.A. Confidential, para ganar el Oscar y volver a retirarse para cuidar de su hija.
Solo una de las dos cosas le salió bien.
Hoy Kim se dedica casi a tiempo completo a su
hija Ireland, que ingresó voluntariamente en una clínica de
rehabilitación para solucionar, según contó ella misma en Twitter, sus
"traumas emocionales"
En 1998 rompió con Alec Baldwin y en 2002 se divorciaron.
Tenían una
hija en común, Ireland, y su litigio puso de manifiesto la ferocidad de
la cultura de los bufetes de abogados matrimoniales en Estados Unidos.
Baldwin llegó a publicar un libro (A promise to ourselves, "una
promesa a nosotros mismos") en el que retrataba a su exmujer como un
animal frío e implacable que "parece cobrar vida solo cuando está
rodeada de sus abogados".
Este gremio fue el objeto del odio de Alec
Baldwin, quien los definía como "corruptos, incompetentes, vagos y
estúpidos".
Según Baldwin, los abogados habían sido los responsables del largo y
costoso litigio por la custodia de Ireland, durante el cual Kim impidió
cualquier comunicación entre padre e hija.
La infame llamada de teléfono
en la que Alec insultaba a Ireland complicó y alargó el proceso.
Más
disputas, más abogados, más dinero. Tras disculparse en un programa de
televisión, Baldwin aclaró que él no odiaba a su hija y que su ira era
en realidad hacia Kim, pero aquel episodio mediático ya ha pasado a la
historia como un ejemplo de lo tóxico que puede llegar a ser poner a un
hijo en medio de una separación.
En los últimos años Kim Basinger vive más tranquila de lo que ha
estado jamás.
Pasados los 60 la actriz parece querer cerrar un círculo
artístico y personal
. La mujer que se casó con su maquillador en los 80
vive ahora una relación con su peluquero, Mitch Stone, y el año que
viene aparecerá en 50 sombras más oscuras (la secuela de 50 sombras de Grey)
interpretando a la mujer que introdujo a Christian Grey en el sadomaso.
No es casualidad: Kim Basinger ya despertó sexualmente a toda una
generación de espectadores hace 30 años.
Ahora encuentra el erotismo en
otras formas. "Cuando eres joven te sientes atraída por los tipos duros,
pero eso es una fantasía.
Me he dado cuenta de que el placer está en la
bondad y el sentido del humor", ha comentado.
Kim Basinger en la presentación de 'Black november' (2012), una de las últimas películas que ha protagonizado. Cordon
La actriz nunca pierde su educación sureña y jamás ha hablado mal de
ninguna de sus películas, pues mantiene que ha sido bendecida con todos y
cada uno de sus personajes
. La losa del sex symbol no pesa sobre ella y prefiere desmitificar su condición de estrella generacional.
"La única película mía que he visto es L.A. Confidential.
Tuve que hacerlo en el Festival de Cannes. Al acabar me giré a [el
director] Curtis [Hanson] y le dije:
'Pues no está mal, ¿verdad?'. Esa
película sería hermosa con o sin mí en el reparto y cualquiera te diría
que Curtis se merecía ganar el Oscar [en lugar de James Cameron por Titanic,
que arrasó en esa edición]".
Fue ella quien se coronó aquella noche,
alcanzando el muy americano logro de ser la primera mujer que tiene en
su currículum una portada de Playboy y un Oscar, en lo que parecía un
renacer artístico, pero quedó en un canto de cisne.
Kim no niega ser responsable de la compleja sensibilidad
de Ireland y ha reconciliado sus diferencias con Alec Baldwin para
ayudar juntos a su hija.
La ahora aspirante a modelo de 19 años tuiteó
una foto con su padre en la que sujetaba un libro titulado If I Were A Pig
("si yo fuera un cerdo"), bromeando sobre aquella frase que le dijo
años atrás Alec Baldwin: "Cerda desagradecida e insensata".
Y Ireland
añadió, continuando la broma: "Sería una desagradecida e insensata,
claro". Esta anécdota no hace sino constatar que padre e hija ya han
hecho las paces.
Según Kim, el único consejo que le puede dar a su hija es que se deje
guiar por su corazón siempre. Puede que a Kim el suyo le haya llevado
por caminos tortuosos, pero nadie podrá decir que no ha tomado sus
propias decisiones.
"Creo que la generación de mi hija sufre ansiedad.
Agradezco a Dios no haber crecido con mucho dinero ni privilegios porque
de ese modo tuve que crear yo la forma de conseguir mi triunfo".
Agradecida por las luces y habiendo aprendido de las sombras, Kim
Basinger se muestra orgullosa de haber vivido bajo sus propias reglas.
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